miércoles, 8 de septiembre de 2010

REFRANERO MARINERO

Si acaso por tu babor la verde se

deja ver, sigue avante ojo avizor,

débese el otro mover.

LOUIS MAJESTY


Este pasado invierno de 2010 ha sido duro. Los temporales de agua, viento y nieve han azotado sin compasión diversos puntos de Europa, en tierra y también en la mar.

El Mediterráneo fue juez y parte aquel 3 de marzo de 2010 en un lamentable accidente acaecido cerca del cabo de Begur que provocó el pánico entre los pasajeros del trasatlántico LOUIS MAJESTY, de bandera maltesa, cuando se hallaba navegando frente a las costas de Girona en un crucero de 12 días por el Mediterráneo con 1.350 pasajeros y 580 tripulantes a bordo, después de haber visitado Tánger, Casablanca, Tenerife, Lanzarote, Cádiz y Cartagena.

Desde el sur de España se había dirigido a Barcelona en cuyo puerto no pudo entrar debido al mal tiempo reinante. Puso rumbo a Génova y a unas 25 millas de Begur en pleno Golfo de León, mientras navegaba con mar de proa bastante levantado, una descomunal ola de ocho metros de altura le embistió por la proa sin ninguna compasión (1). Los aterrorizados pasajeros vieron como los cristales del salón de proa (en la quinta cubierta) se resquebrajaron dejando paso a un gran caudal de agua que entraba con furia inusitada. Los que se hallaban en sus camarotes notaron un preocupante temblor y observaron como se abrían puertas y gavetas de los armarios de un modo fantasmagórico. Sobre la marcha, el capitán, puso rumbo hacia el puerto de Barcelona, donde entró durante la noche escoltado por los remolcadores, y donde ya esperaban numerosas ambulancias que llevaron a los heridos a varios hospitales. Desgraciadamente dos de los pasajeros fallecieron víctima del accidente, uno de nacionalidad italiana (genovés) y el otro era alemán; una de las viajeras, eslovena de 64 años, fue ingresada en la Unidad hospitalaria de Cuidados Intensivos con fractura en un omóplato, costillas y lesiones vertebrales, y un hombre, también esloveno, de 59 años de edad, presentó fractura de pelvis. Cerca de veinte personas más fueron atendidas de diversas lesiones pero todas leves. El resto de los cruceristas quedaron a la espera de regresar a casa en avión.

Tras verificarse que los daños estructurales carecían de verdadera importancia, el LOUIS MAJESTY fue inmediatamente sometido a los trabajos de reparación en la Unión Naval de Barcelona, en Drassanes. Allí le fueron corregidos los desperfectos de la cubierta y del salón de proa, por cierto, uno de los últimos trabajos de esta empresa, filial de Boluda, que anunció su cierre y traslado a Valencia el pasado 24 de abril, dejando en la calle a 90 trabajadores que han pasado a engrosar la ya abultada lista de desempleados en España. Finalmente, se hizo a la mar nuevamente y sin más novedad el día 11 de marzo rumbo a su puerto base, Génova.


A principios de diciembre de 2009 el LOUIS MAJESTY había visitado el puerto de Santa Cruz de Tenerife por primera vez. Venía al mando del capitán Giorgios Delagrammatikas y traía a bordo a 938 pasajeros y 607 tripulantes. Pero su vida había comenzado algunos años antes.

Este elegante trasatlántico fue un proyecto para la empresa sueca Birka Line —de hecho iba a llamarse BIRKA QUEEN—, pero la Compañía cayó en la quiebra por sus numerosos problemas económicos que no le permitían hacer frente a los 229 millones de dólares que costaba el proyecto y, consecuentemente, el contrato fue vendido a la Majesty Cruise Line. Fue botado el 15 de noviembre de 1991 y en el verano de 1992 fue bautizado como ROYAL MAJESTY. Fue construido en los astilleros finlandeses Kvaerner Masa en Turku con el número de grada 1.312. Resultó un buque de 32.396 TRB, con una eslora de 173,50 metros, una manga de 27,60 metros y un calado de 6,20 metros. Su planta motriz fue compuesta por cuatro motores Wärtsila 6R42, capaces de imprimirle una velocidad de 20,5 nudos.

Cuando se inició su viaje inaugural, el 7 de julio de 1992, iba preparado para acoger con absoluta comodidad a un máximo de 1.256 pasajeros y más de medio centenar de miembros de la tripulación. Este viaje lo hizo entre Southampton y Nueva York, donde fue oficialmente bautizado por una madrina muy especial, la actriz y cantante Liza Minelli.

Fue destinado a cruceros por el Caribe de tres y de cuatro noches de duración.


En 1995, en un crucero desde Bermuda a Boston en el que viajaban a bordo en torno a 1.500 personas, sufrió un incidente en el bajío de la Corona de Nantucket Island (Rose and Crown Shoal, a unos 10 kilómetros de la isla de Nantucket), al parecer debido a un error de orientación. Permaneció encallado veinticuatro horas hasta que los remolcadores lo pudieron sacar. Afortunadamente no hubo ni muertos ni heridos pero se estima que el accidente le costó a la Compañía entorno a 7 millones de dólares.

También en 1995, en septiembre, el LOUIS MAJESTY fue protagonista de un emotivo e histórico viaje. Se dirigió al lugar en el que está hundido el “Titanic”. No era un viaje cualquiera para satisfacer el morbo de algunos, en absoluto, a bordo viajaban algunos de los supervivientes del famoso barco siniestrado: querían ser testigos de la extracción de los restos que estaban siendo “rescatados” (algunos piensan que expoliados).

La firma noruega Norwegian Cruise Line lo adquirió en mayo de 1997 y lo rebautizó como NORWEGIAN MAJESTY. En 1999 entró en los astilleros Lloyd Werft de Bremerhaven, Alemania, para ser sometido a obras de alargamiento de casco en 33,76 metros. Sus características cambiaron quedando con 40.876 TRB, una eslora de 207,26 metros, 27,60 metros de manga. El aumento del número de camarotes incrementó su capacidad para 204 pasajeros más, es decir, podrían viajar con comodidad 1.460 turistas.

El 23 de abril de 2008 cambió de propietario al ser adquirido por la naviera grecochipriota Louis Cruise Line —caracterizada por formar su flota con barcos de segunda y tercera mano—, por 102 millones de euros. Sin embargo continuó fletado a su anterior propietario hasta octubre de 2009. El 24 de junio de 2009 pasó a llamarse LOUIS MAJESTY.

Hasta el fatal accidente, este buque era un trasatlántico más, pero sus cuadernas ya han registrado un suceso que le hará escribir su nombre entre las páginas de la Historia Marítima.

Buena mar y buena suerte, LOUIS MAJESTY.

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(1).- En el movimiento de las olas existe un fenómeno de “rogue wave” o “freak wave” (ola gigante) que se puede explicar técnicamente mediante la ecuación de Schrödinger (no lineal), consistente en que en la fuerza generada por una gran ola rompiente puede absorber la energía de otras olas próximas aumentando por tanto su propia energía y creciendo hasta formar una pared vertical, lo que podría explicar el suceso, ya que, actualmente, las modernas construcciones navales están preparadas para soportar perfectamente olas de la altura de la que accidentó al LOUIS MAJESTY. Es posible que la fatiga de los materiales constructivos pudiera hacer el resto.

© Coral González.

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