Por ello, durante la Primera Guerra Mundial, hubo en aguas de Canarias algunas escaramuzas navales, como el ataque, el domingo 30 de diciembre de 1917, al mercante español JOAQUÍN MAMBRÚ de 2.703 toneladas, torpedeado y hundido, cuyos tripulantes salvaron la vida casi de milagro, llegando en lanchas a Santa Cruz de La Palma y al puerto de la Luz de Las Palmas de Gran Canaria. También es de destacar el ataque acaecido dos domingos después, concretamente el 13 de enero de 1918, cuando submarinos alemanes torpedearon a un buque holandés a 21 millas de las costas de la isla de Fuerteventura.
Tanto durante la Primera como en la Segunda Guerra Mundial, aliados y alemanes merodearon incesantemente las aguas del archipiélago canario a sabiendas de que, como España permanecía neutral, en los puertos isleños llegaron a refugiarse muchos buques mercantes de diversas nacionalidades, presas favoritas de los contendientes, puesto que con su hundimiento se cortaba cualquier posibilidad de suministro en las rutas del Atlántico.
Durante la década de los años 30 del siglo XX diversas unidades de la Marina del III Reich visitaron las Islas Canarias, como lo prueba la presencia del crucero alemán ENDEM fondeado en Santa Cruz de La Palma el 17 de noviembre de 1934, que venía bajo el mando de un joven capitán de fragata llamado Karl Döenitz. También visitó el puerto de Santa Cruz de Tenerife en abril de 1936, siendo en ambos casos agasajada su tripulación por la sociedad isleña de la época. Uno de los buques insignias de la Marina alemana, el acorazado DEUTSCHLAND llegaba a Santa Cruz de La Palma el 11 de octubre de 1938, escoltado por los submarinos U-30 y U-27 (ambos del tipo VII). El U-27 participaría en la Guerra Civil Española.
La importancia estratégica de Canarias en el Atlántico fue de tal calado para Alemania que, durante la Segunda Guerra Mundial, el Alto Mando alemán diseñó la denominada “Operación Félix” consistente en la invasión de Gibraltar y, a continuación, de las islas portuguesas y españolas, con lo que proyectaban el corte de suministros y combustible a los Aliados a través del Atlántico. Esta operación tenía fecha de inicio, concretamente el 10 de enero de 1941, pero jamás se llevó a efecto, principalmente por las prácticas dilatorias que el general Franco ejercía con el III Reich, sobre todo a partir de su encuentro con Hitler en Hendaya el 23 de octubre de 1940. También influyó el que, en el ínterin, Hitler diera prioridad al ataque a la Rusia de Stalin, luctuosa acción que el ejército alemán denominó “Operación Barbarroja”.
Sería sobre todo durante esta segunda gran guerra cuando las aguas del Atlántico se verían literalmente sembradas de submarinos nazis reunidos en flotillas, las llamadas “manadas de lobos” del ya ascendido a almirante, Karl Döenitz (jefe de la flota de submarinos), que se agrupaban, dividían y cambiaban permanentemente de configuración y de rutas, misionados para hundir la mayor cantidad de tonelaje aliado posible, garantizando así el debilitamiento de Inglaterra, por la imposibilidad de suministro que este peligro real venía a representar, sobre todo durante los primeros años de la contienda.
Entre los U-Boote nazis construidos expresamente para estas misiones, queremos hoy destacar la historia del U-135.
Su construcción fue ordenada el 7 de agosto de 1939. Con nº de grada 14, la quilla de este submarino oceánico del tipo VIIC (1) fue colocada el 16 de septiembre de este mismo año en los astilleros Vulkan Vegesack Werf de Bremen, a orillas del río Wesser, al noroeste de Alemania. Una vez terminada su construcción, fue botado el 12 de junio de 1941.
...................... Torreta emergida del U-135
El U-135, como los demás de su tipo, era un sumergible de casco único, es decir que el casco de presión y el casco exterior constituían una misma unidad. Tenía una eslora de 67,1 m., una manga total de 6,18 m. y un calado de 4,74 m, capaz de desplazar 769 toneladas en superficie y 871 sumergido. Su aparato motor estaba compuesto por dos motores diesel Man sobrealimentados, de 6 cilindros, acoplados con dos motores eléctricos AEG y baterías con capacidad de algo más de 9.000 amperios por hora, que entregaban su potencia a dos hélices de tres palas cada una y 1,62 m. de diámetro, capaces de imprimirle una velocidad máxima de 17,6 millas por hora en superficie y 7,6 en inmersión. Su autonomía máxima en superficie podía llegar hasta las 9.400 millas en el mejor de los casos, pero en inmersión no podía bajo circunstancia alguna superar las 120 millas aun navegando en la velocidad más económica (2 nudos). Con una tripulación compuesta por 4 oficiales y en torno a 40 hombres de marinería, su capacidad de inmersión en condiciones operativas de combate llegaba hasta los 165 m., considerándose su cota de colapso en los 280 m. de profundidad.
Estaba equipado con cuatro tubos lanzatorpedos inclinados a proa y uno recto a popa, y una capacidad de almacenaje de catorce torpedos, y entre veintidós y treinta y tres minas, además montaba artillería estándar de superficie con munición de 88 mm. y de 20 mm estibada en compartimentos estancos en cubierta. Disponía de periscopios de navegación/observación y de ataque, equipos de sonar y de radio. Aunque no montaba equipo de radar, sí estaba dotado de hidrófonos.
Una curiosidad: disponía de un solo ancla, alojada a proa en su escobén de estribor.
Una vez realizadas las correspondientes pruebas de mar, en agosto de 1941, el U-135 fue agregado a la 5ª Flotilla de U-boote con base en Kiel, en la costa alemana del Mar Báltico, donde permaneció hasta que, el día de Nochebuena de ese año, es comisionado para su primera patrulla en aguas del Atlántico Norte, hacia donde zarpa al mando del comandante Friedrich Hermann Praetorius. El 2 de enero de 1942 recibe la orden de dirigirse hacia el Newfounland Bank, al sur de Terranova, con la consigna de operar entre este punto y Nueva Escocia (en aguas norteamericanas). Durante este operativo, el 22 de enero, cuando patrullaba a la zaga del convoy ON54, el U-135 localiza al mercante a vapor belga SS GANDIA, de 9.626 toneladas, navegando algo retrasado, al que torpedea y hunde hacia las 10:30 de la noche.
Tras este ataque, recibe orden de volver a Europa con dirección a su nueva base de St. Nazaire, en la costa francesa al norte del Golfo de Vizcaya, a donde arriba el 31 de enero, quedando agregado a la 7ª Flotilla. Debidamente aprovisionado, zarpa nuevamente el 22 de febrero con el mismo comandante, comisionado en su segunda salida de patrulla para tareas de vigilancia entre el Mar de las Hébridas y el oeste de las Islas Feröe, en dirección norte, misión que se justificaba por las sospechas de Hitler de una posible invasión de Noruega.
Estando en estas labores de vigilancia, el 11 de marzo recibe una comunicación en la que se le ordena agregarse al Grupo Naval del Norte para configurar a su vez el Grupo York junto con los sumergibles U-569, U-701 y U-553 (todos del tipo VIIC) con la misión de desplegarse entre las islas Feröe y las Shetlands y cerrar el paso de varias unidades navales inglesas avistadas al noreste de las Feröe el día anterior. Tras dos semanas de infructuosa espera, el grupo acabó por disgregarse, dirigiéndose el U-135 hacia el puerto de Brest (en la Bretaña francesa), donde arribó el 3 de abril.
Tras las correspondientes tareas de reaprovisionamiento, suministro y mantenimiento, zarpó el día 26 de abril nuevamente bajo el mando del comandante Praetorius para iniciar su tercera patrulla, otra vez en aguas estadounidenses del norte, donde en las primeras horas del 17 de mayo localizó, atacó y hundió al vapor inglés SS FORT QU’APPELLE, de 7.127 toneladas, hecho que se verificó a 700 millas al este de Nueva York.
Cuatro días después recibió orden de agregarse al Grupo Pfadfinder que, compuesto por ocho sumergibles, se encontraba identificando y registrando las rutas seguidas por los mercantes desde de Nueva York hacia América Central y del Sur. Tras varias jornadas de vigilancia, el grupo se deshizo, dirigiéndose hacia la costa norteamericana. El U-135 escogió como zona de operaciones las aguas del Cabo Hatteras (Carolina del Norte), desde donde, posteriormente, navegando hacia el este, se dirigió a Bermudas. El día 8 de junio localizó, torpedeó y hundió al vapor mercante de bandera noruega MV PLEASANTVILLE, de 4.549 toneladas.
Tras más de cuarenta días de navegación, a su vuelta a Europa el U-135 tuvo que ser reabastecido de combustible por el submarino de suministro U-459 (del tipo XIV) en aguas cercanas a las Islas Azores, tras lo cual continuó viaje hacia St. Nazaire, adonde arribó el 5 de julio de 1942.
Tras cumplimentarse el reaprovisionamiento correspondiente, zarpa el 8 de agosto bajo el mando del comandante Preatorius con órdenes de operar en el Atlántico Norte como agregado al Grupo Lohs que se encontraba desplegado al oeste de Irlanda. Por el camino, el U135 fue atacado por un avión aliado que causó la muerte de dos de sus tripulantes, aunque no llegó a provocar daños de importancia en la estructura del submarino. Una vez superado este incidente e incorporado al Grupo Lohs, el U-256 (del tipo VIIC), bajo el mando del comandante Odo Loewe, consiguió establecer contacto con el convoy SC95 (que había partido de Halifax el 4 de agosto, con destino a Liverpool), atacando y hundiendo a dos de los mercantes. El día 21 del mismo mes el Grupo Lohs aproó hacia el norte, donde el U-135 ocupó la posición de cola de la línea de despliegue, desde la cual pudo localizar al día siguiente al convoy ON122 (que había zarpado de Liverpool el 15 de agosto con destino a Norteamérica), al cual atacó durante la noche del día siguiente, debiendo desistir pronto de su acoso debido al mal tiempo reinante que le hizo perder el contacto. Hasta el día 25 otro submarino del grupo no consiguió localizar nuevamente al convoy en medio de una espesa niebla, pese a lo cual pudo torpedear y hundir a cuatro mercantes.
Tras este ataque, los submarinos del Grupo aproaron hacia el sur en dirección a las Azores, donde a partir del 29 de agosto y en días sucesivos fueron suministrados de combustible por el U-462 (tipo XIV). Terminado el abastecimiento se reagruparon nuevamente navegando hacia el oeste, tras lo cual formaron una línea de vigilancia a unas 400 millas al noroeste del Cabo Race en aguas de Terranova. Como es sabido, en estas latitudes el tiempo tiende a empeorar con súbita frecuencia, por lo que, pese a localizar hacia mediados de septiembre al convoy SC100 (que había zarpado de Halifax el 12 de septiembre en dirección a Liverpool) hacia el sur de su posición, solamente el U-596 (del tipo VIIC) pudo acercarse al convoy, atacar y hundir a un mercante antes de que el fuerte temporal reinante el día 22 hiciera desistir al resto de los submarinos del grupo, hasta que, ya amainado hacia el día 24, fue localizado nuevamente el convoy, siendo hundido cuatro mercantes en la mañana del 25 de septiembre. A partir de este momento, el U-135 pondría rumbo de vuelta hacia St. Nazaire, donde amarró el 3 de octubre de 1942.
Tras el reposo de motores y tripulación, y el reabastecimiento de combustible, armamento y despensa, zarpó de su base el 21 de noviembre, esta vez al mando de Heinz Schültt, con órdenes específicas de agregarse al Grupo Panzer, apostado al oeste del Canal del Norte (Atlántico Norte), donde se formó una línea de vigilancia de 800 millas que llegaba hasta el este de Newfounland, a donde llegaron hacia el 4 de diciembre. Patrullando estas aguas, fue localizado el convoy HX 217 (que había zarpado el 27 de noviembre de Nueva York con destino a Liverpool) al noroeste de su localización debido a la interceptación de una comunicación radiofónica por parte del receptor de VHF del U-524 (del tipo IXc). Puesto en modo de persecución, el grupo pudo localizar al convoy durante el día 6 de diciembre, pero debido al mal tiempo reinante (bueno para el convoy) perdieron el rastro hasta la mañana del día siguiente, en que varios submarinos reiniciaron el acoso, aunque la súbita presencia de un avión Liberator del 120 escuadrón les hizo desistir nuevamente, socorriendo así a las unidades del convoy. Con tenacidad canina, la “manada de lobos”, a la que se había unido algunas unidades del Grupo Draufgänger, reanudó la persecución en los días posteriores, pero debido a las escaramuzas con la protección aérea del convoy, pudieron hundir únicamente dos mercantes. Los escoltas del convoy venderían caros sus buques: en la refriega también serían hundidos dos submarinos.
Después de este ataque, los U-135, U-439 y U-211 (todos del tipo VIIC) se sumaron al Grupo Raufbold apostado al oeste de Irlanda. El 15 de diciembre un sumergible de este grupo localizó al convoy ON 153 (que había zarpado de Liverpool el 11 de diciembre con destino a Nueva York), que en ese momento cruzaba por la mitad de la línea de vigilancia, torpedeando a dos de los mercantes durante la noche, uno de los cuales acabó en el fondo. El acoso a este convoy se mantuvo hasta el día 21, pero afortunadamente el mal tiempo vino en socorro del convoy, siendo hundido solamente otro mercante y el destructor de escolta de la clase “F” HMS FIREDRAKE de la Royal Navy.
Una vez concluida la refriega, el U-135 volvería a su base, donde llegó durante el 26 de diciembre. Tras casi un mes de descanso, volvería a hacerse a la mar el 24 de enero de 1943 bajo el mando de Heinz Schütt. Esta vez la misión consistía en agregarse al Grupo Pfeil hacia el centro del Atlántico Norte, donde habían previsto el paso del convoy SC 118, el cual fue localizado el 4 de febrero por el U-187 (del tipo IXc). Comunicada su presencia, durante los siguientes cinco días los U-boote de este Grupo y los del Grupo Haudegen, 20 submarinos en total, sembrarán de dolor y muerte el Atlántico, tras atacar y hundir con sangrienta tenacidad un total de 12 unidades del convoy, pese a la protección aérea que dio con dos submarinos en fondo, además de los daños ocasionados en el U-135 por un avión Liberator del 120 escuadrón.
Una vez dada por finalizadas las operaciones, el U-135 arrumbó hacia el este de Newfoundland, donde fue aprovisionado por el submarino U-460 (tipo XIV). Después, a mediados de febrero de 1943, fue agregado al Grupo Neptun apostado al suroeste de Islandia para interceptar y atacar al convoy HX 226 (que había zarpado de Nueva York el 8 de febrero) pudiendo éste esquivar el cerco durante el día 20, pasando al norte de la patrulla, y llegando a Liverpool el día 24.
Los capitanes de los barcos aliados estaban aprendiendo las pautas de movimiento de los submarinos nazis. Otro convoy, el SC120, también lograría esquivar a las “manadas de lobos” pocos días después.
Peor suerte correría el convoy HX 227 localizado el 27 de febrero por el U-759 (del tipo VIIC). Acto seguido daría comienzo el acoso por parte de 6 submarinos del Grupo Neptun, entre los que se encontraba el U-135. Dos de los submarinos torpedearon y hundieron a dos mercantes, pero por fortuna el mal tiempo reinante quiso aliarse con el convoy haciendo retirarse a los 6 submarinos que, el 1 de marzo, localizaron a otro convoy, el ON 168, pero el contacto era débil y acabó por perderse, dando por finalizada la operación, tras la cual el U-135 regresó a su base de St. Nazaire, quedando amarrado el 10 de marzo.
Después de un largo período de descanso y puesta a punto, volvería a zarpar el 7 de junio de 1943, esta vez comandado por el alférez de navío Otto Luther, cambiando su zona de patrulla, siéndole asignado el Atlántico central, donde el día 17 intercepta y ataca al convoy OS 51, dañando a un carguero al este de la isla canaria de Lanzarote. En el transcurso de este ataque el U 135 fue localizado y cercado por el crucero de la clase Shoreham HMS ROCHESTER y por las corbetas HMS MINGONETTE y HMS BALSAM, todos de la Royal Navy, siendo sometido a una lluvia de 90 cargas de profundidad. Ante la imposibilidad de seguir soportando la explosión de las cargas, el U-135 se vio en la necesidad de emerger, siendo atacado por el presto fuego artillero de superficie de las unidades británicas. Al olor de la contienda apareció en el cielo un avión Catalina del VP-92 escuadrón de la US Navy que, tras ametrallar al sumergible, le lanzó 4 cargas de profundidad. Finalmente, el HMS BALSAM, tras dar tiempo a que los 41 supervivientes desembarcaran (murieron 5 tripulantes, el resto fueron capturados), lo embestiría y haría zozobrar en la posición 28º20’N – 13º17’W, frente a Las Salinas, al suroeste de Fuerteventura. Y aquí acabaron las andanzas de este submarino feroz.
Otros cinco submarinos alemanes fueron hundidos en aguas de las Islas Canarias durante esta guerra, U-111, U-524, U-167, U-118 y U-543, todos ellos (salvo el U-167, reflotado por la Armada Española en 1951 para aprovechar los torpedos) duermen para siempre en los fondos canarios como testigos mudos de lo que nunca debió suceder.
Llegados a este punto final de la narración, se hace necesario, estimado/a lector/a que hagamos juntos un pequeño ejercicio de reflexión. ¿Podemos imaginar siquiera el dolor generado por los miles y miles de muertos y mutilados y el dolor de las familias de cuantos perecieron en los convoyes aliados durante la II Guerra Mundial? No, no podemos. Solo podemos alabar la enorme pericia y el arrojo de capitanes y tripulaciones aliadas que, sabedoras del destino de muerte real que les esperaba en el Atlántico, arriesgaron sus vidas (y muchos la perdieron) intentando comunicar Europa con América. Solo en el año 1943 fueron hundidos en todo el mundo 597 buques aliados y neutrales y 242 sumergibles nazis. ¿Sabéis cuántos tripulantes de submarinos alemanes fueron enrolados durante esta guerra? 40.000. De ellos 30.000 jamás regresaron a casa. Esto nos debe obligar a meditar serenamente sobre las miserias de la guerra… Las miserias de la guerra.
(1).- En total, se construyeron durante la guerra 661 unidades del tipo VIIC.
© Ramiro y Coral González.
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Fondo documental del Instituto Nacional de Estadística. Web: www.ine.es/inebaseweb/
Página web http://www.warsailors.com/convoys/index.html
Página web: http://www.u-historia.com/
Página web: http://www.uboat.net/
Periódico El Día, de Tenerife, 15.11.1998. Artículo de Redacción: Hundidos en aguas de Canarias.
Crónica miliar y política de la Segunda Guerra Mundial. Editorial Sarpe. 1981.