viernes, 3 de octubre de 2008

Joven Gaspar

JOVEN GASPAR

Históricamente, la difícil pervivencia de algunos pueblos ha obligado y sigue obligando a sus habitantes a abandonar casa, familia y enseres, acuciados por el hambre y el oscuro futuro que planea sobre sus vidas. Atraídos por los cantos de sirena emitidos desde tierras lejanas, se aventuran a iniciar un camino, cuya única meta es ese paraíso donde la vida parece transcurrir sin esfuerzo en medio de la opulencia; nadie les advierte de que se trata de una utopía, cuando no de una trampa a veces mortal.

Raro es el día en que los medios de comunicación de Canarias no nos anuncian el avistamiento o la llegada de una nueva embarcación, sea cayuco o patera, procedente de cualquier punto de la costa occidental africana, cargada con un número indeterminado de subsaharianos; no se especifica sus nacionalidades, eso no es noticia. Acto seguido, las organizaciones humanitarias en turno de oficio hacen oír su voz a favor de los indocumentados, quienes, una vez han pisado tierra, a ojos de una parte de la sociedad parecen convertirse en un híbrido entre refugiado y delincuente. Y siempre surge el recuerdo seguido del clásico comentario: “durante la primera mitad del siglo XX los canarios vivieron circunstancias iguales, viajaron en condiciones semejantes y, sin embargo, allí donde llegaron fueron acogidos con los brazos abiertos, y este, ahora, es el momento de devolver el favor”.

¿De verdad? ¿Hablan en serio? ¿Repasamos la Historia?

Ojeemos nuestro pasado reciente y llamémosle, por ejemplo, JOVEN GASPAR.


El "Joven Gaspar" navegando a todo trapo en aguas canarias.

© de la foto Ramiro González

Se trataba de una estilizada goleta construida en 1898 por los carpinteros de ribera del puerto de Santa Cruz en Tenerife. Después de casi medio siglo prestando fielmente sus servicios fue destinada, en sus últimos días de vida útil, a la carga de sal para la industria conservera de salazones, ya que se había quedado obsoleta para otra cosa.

Sin embargo, los armadores encontraron un pequeño filón para este tipo de vetustas embarcaciones condenadas a un inminente desguace: la ola de emigración clandestina empujada hacia lejanas tierras de promisión. El procedimiento era sencillo, las traspasaban a aquellos que vendían “pasajes” para marchar allende los mares. Una vez habían obtenido una cantidad algo superior a lo pedido por el propietario, compraban el barco para organizar un viaje hacia una vida diferente; solo quedaba acordar el punto de embarque, generalmente una cala escondida, y todo en el más estricto secreto.

El JOVEN GASPAR fue comprado en diversos puntos de Tenerife, es decir, numerosas personas pagaron entre 3.000 y 9.000 pesetas de los años cincuenta del siglo XX. Pero el nombre que constaba como propietario de la goleta era el de Álvaro Padrón, quien no dudó en presentarse al patrón, don Ginés, un viejo marinero gran conocedor de las aguas del archipiélago canario y las cercanas costas africanas; él, junto a su pequeña tripulación compuesta por cinco parientes, puso rumbo, hipotéticamente hacia Arrecife de Lanzarote, así es como se había despachado ante las autoridades, pero la realidad era muy diferente.

En el ínterin, en la isla de Tenerife, un camión iba recogiendo a los pasajeros en los distintos lugares acordados y así llegaron a La Matanza de Acentejo, un municipio del norte tinerfeño. Desde allí, caminando por un tortuoso sendero y sólo alumbrados por unas antorchas, llegaron a una cueva en la costa, en una zona conocida como Callado Menudo, donde permanecieron dos días en unas condiciones incómodas, pues muchas de aquellas personas no fueron preparadas para aquella espera, y la carencia de comida, fruto de la urgente improvisación y de la clandestinidad, fue una dificultad socorrida únicamente por la caridad de los que fueron más previsores.

Zona de la costa de La Matanza de Acentejo, conocida como "La Negra" o "Callado menudo"

© de la foto Ramiro González

Tras algunos problemas de entendimiento a bordo, el JOVEN GASPAR, que había salido del puerto de Santa Cruz de Tenerife con un falso rumbo, fondeó frente a la gruta donde la espera se estaba convirtiendo en angustiosa. Con dos falúas fueron trasladados los ciento cincuenta pasajeros a bordo del pequeño barco recortado en el crepúsculo de aquel día de mediados de junio de 1950. Las primeras luces del amanecer obligaron a acelerar el proceso de embarque y salida, pues partir de viaje sin permisos oficiales, en la España franquista de aquellos años era delito.

Una vez desplegado el velamen, se enfrentaron a la primera dificultad. Los víveres y los enseres de cocina habían sido depositados en una cala del Puerto de la Cruz, en la escarpada costa norteña de Tenerife, pero les habían llegado noticias de que en aquella zona se había concentrado gran número de paisanos esperando también poder convertirse también en emigrantes, aunque fueran clandestinos. El JOVEN GASPAR ya iba sobrecargado; acercarse a aquella costa sería un suicidio, casi de la misma magnitud que abrir rumbo hacia mar abierto sin los mínimos víveres indispensables. Uno de los pasajeros, proveniente de la isla canaria de El Hierro, aportó una valiosa solución: allí, en aquella pequeña isla, en la localidad de Sabinosa, podrían encontrar lo necesario. Casi de inmediato, el bauprés marcó a son de mar el rumbo hacia la isla más occidental del archipiélago canario.

Una vez arribados a El Hierro, los pescadores de la zona de Orchilla (el punto más occidental de España) les guiaron hasta los agricultores de la zona. Algunos de ellos, a cambio de pasaje, les proporcionarían los tan ansiados víveres. Así subieron a bordo cuatro vacas y dos cerdos, sacrificados sobre la marcha, varios sacos de papas, judías, harina, gofio, higos secos y toda el agua que pudieron acarrear, y no fue fácil encontrar rincones libres donde estibar los suministros. Con celeridad desplegaron las velas debido a la sospecha, no necesariamente infundada, de la presencia cercana de la Guardia Civil. Por fin, el veintitrés de junio pusieron rumbo a Venezuela.

Nada más lejos de un viaje placentero. El patrón, don Ginés, ignoraba que entre el pasaje se encontrase un piloto, experto en navegación astronómica, apellidado Cejas, con la misión de hacerse responsable de la derrota del buque. Esto acabó por desconcertarle. El hecho de tener que compartir la autoridad a bordo no era del agrado de don Ginés. La tensión se fue acrecentando hasta el punto que aprovechando su guardia, don Ginés cambiaba el rumbo señalado por Cejas; cuando este se daba cuenta y se cercioraba con su sextante, corregía no sin mostrar sonoramente su contrariedad. No podía entender cómo un hombre que ignoraba todo sobre la navegación de altura, se permitiera poner en duda su profesionalidad, de la cual había sido separado por cuestiones políticas, no por incompetencia.

Mientras las diferencias en la tripulación se iban haciendo patentes, los pasajeros comenzaban a pasarlo mal. En principio la escasez de espacio hacía dificultosa la convivencia. Tampoco se calculó adecuadamente la cantidad de víveres y agua por persona y día, por lo que a partir de un momento dado hubo que establecer un severo racionamiento alimentario. Los útiles de cocina habían quedado en tierra junto a las provisiones en el Puerto de la Cruz lo que les obligó a improvisar. Y por si fuera poco, sobre todo al principio del viaje, muchos se marearon.

Por fin, veintisiete días después de navegar hacia poniente, avistaron tierra (gracias a Cejas). Se trataba del pequeño archipiélago de Los Testigos, al Noreste de Isla de Margarita. Tuvieron dificultades para pasar una zona rocosa de escasa profundidad, con el peligro de rozar, si no golpear, la quilla. Muy cerca de allí contactaron con un buque, cuyos tripulantes les dieron informes sobre la posición correcta. Tres días después vieron por fin Venezuela.

El 24 de julio de 1950, agotados y hambrientos, (el racionamiento fue tan drástico que les al final sobraron cuatro bidones de agua, de doscientos litros cada uno), llegaron a Puerto la Cruz, al norte del país. Allí fueron interceptados por una patrulla costera que les obligó a dirigirse hacia un fondeadero del muelle donde se les ordenó echar el ancla. Y allí conocieron la aventura del NUBLO, un barquito de nueve metros, que con quince personas a bordo y patroneado por un adolescente, logró llegar a costas americanas en solo treinta y tres singladuras. Pero volvamos al JOVEN GASPAR; tras comprobar las autoridades que se trataba de viajeros clandestinos sin apenas documentación, esperaron órdenes de Caracas. Estas fueron muy claras. Se les aprovisionó para una larga travesía, se les remolcó a unas tres millas mar adentro y se les ordenó regresar a su punto de partida. Resueltos a doblegar su destino, no obedecieron y pusieron rumbo al Oeste, hacia La Guaira tardando tres días en llegar. Tras arribar colisionaron con un barco, accidente que deliberado o no, dejó al JOVEN GASPAR imposibilitado irreversiblemente para continuar viaje. Dadas las circunstancias, fueron forzados a fondear cerca de otros barcos ilegales y quedaron bajo la custodia de la Policía portuaria.

Se les permitía saltar a tierra para trabajar en lo que les fuera saliendo pero regresaban al barco pues era su único alojamiento. Poco a poco fueron obteniendo documentación, unos, reclamados por familiares ya asentados en Venezuela, otros, o con contratos de trabajo, en ocasiones ficticios. Al final todos pudieron abandonar el JOVEN GASPAR para poder iniciar la vida digna que empezaban a sospechar no existía.

Las autoridades venezolanas estaban muy molestas con el continuo goteo de ilegales y así se lo hicieron notar a las españolas a través del cónsul de Venezuela en Tenerife quien recibió un telegrama de su ministro de Asuntos Exteriores, Gómez Ruiz, que decía:

«Sírvanse informar a la prensa de las Islas, que los veleros españoles, NUBLO y JOVEN GASPAR llegados a Venezuela con inmigrantes clandestinos, fueron rechazados y conducidos a altamar, por buques de guerra venezolanos. Sus capitanes y armadores, si insisten en regresar a nuestras costas, serán ingresados en la Prisión Correccional de la Selva del Orinoco, por tiempo indefinido. Pues el Gobierno Venezolano está dispuesto a poner término definitivamente a este problema.»

La noticia produjo júbilo entre los familiares canarios, quienes se enteraban así de la llegada, sanos y salvos, de sus seres queridos. Pero la otra lectura de este telegrama es obvia, a nuestros paisanos no los socorrieron remolcándolos hacia tierra, ni los recibió la Cruz Roja en la misma orilla con mantas, alimentos y cariño, sino con patrulleras de la Armada venezolana con talante amenazador y con los ecos del discurso del diputado del Partido Comunista de Venezuela, Gustavo Machado, quien en 1948 dijo. “…en cuanto a la política dirigida por el Estado hay otro peligro, puesto ya en evidencia: la mala selección, que llena nuestro país de la escoria de Europa: cabareteras, gigolos, vagos, narcómanos, estafadores, fascistas y criminales de guerra…”.

Al final el patrón pidió ayuda al consulado español y fue repatriado. Al llegar a Tenerife fue detenido, pues los antiguos propietarios del velero le denunciaron por estafa. Una vez aclarado todo, la historia acabó.

Y aquella bonita goleta, con sus viejas cuadernas cansadas y vencidas por los años de sol y de sal, acabó sus días en un punto indeterminado del puerto de La Guaira, viendo resignada como se le caían en escamas la poca pintura que le había quedado, sus fieles velas que un día ciñeron orgullosas el viento por la amura haciéndose jirones, su tablazón, ya abierta, desprendiéndose lentamente de las cuadernas…soñando todavía con los rociones de la mar…. Doloroso final para tan digno héroe.

Pero el JOVEN GASPAR no fue el único “barco fantasma de la emigración”, y ni muchísimo menos el que más penalidades padeció. En breve, contaremos la historia de un gran clásico: el TELÉMACO, un barco que, por méritos propios, se ha convertido en el icono canario de las vicisitudes y penurias de un pueblo que, perseguido por la necesidad, se vio obligado a ser testigo de sacrificios que nunca ha merecido la Humanidad.

©Ramiro y Coral González

martes, 30 de septiembre de 2008

DE SANTURCE A... TENERIFE

Cuán innumerables veces nos hemos preguntado, paseando por la playa, qué haríamos si encontrásemos una botella con un mensaje en su interior, una romántica ilusión que pertenece al terreno de la leyenda. O no.

Almáciga, costa norte de Tenerife, año 1949. Andando por aquellas arenas bañadas por el Atlántico, unos vecinos de la zona atendieron a un reflejo que salía de unas rocas, sin dudarlo acudieron curiosos y allí estaba, una botella con lo que parecía un papel dentro. Sin dudarlo corrieron a la escuela para que la maestra les ayudara a desentrañar tan enigmática señal. Allí vieron que se trataba de estampas de una Virgen desconocida para ellos y un escrito que hablaba de unos peregrinos a Santiago.

En efecto, aquel era año Xacobeo y unos jóvenes bilbaínos embarcaron en Santurce en el vapor ARAGÓN para peregrinar a Compostela. Un día, uno de ellos decidió introducir en una botella cinco estampas de la Virgen de Begoña, una petición de advocación hacia ella y su certificado de peregrino en cuyo dorso escribió:
«En el vapor Aragón a 27 de agosto de 1948. 35 peregrinos de la Acción Católica de Bilbao a Santiago de Compostela, saludan a los que encuentren este mensaje y piden al Señor consigan encontrarse con nosotros en el cielo.»

Y con mucha ilusión, Martín Valle García, que así se llamaba nuestro soñador amigo, lanzó la botella a las oceánicas aguas frente al Cabo Vilan.

Aquel 29 de abril de 1949 fue muy especial para Eusebio Sosa, su esposa Benita Izquierdo y la hermana de esta, Luisa, cuando la maestra de su pueblo les reveló lo que contenía el papel de la botella. Raudos se dirigieron a la Iglesia de las Nieves, parroquia de Taganana, pago al que pertenece el pueblecito de Almáciga, a contarle al señor cura el mágico hallazgo. Puesto en conocimiento del Obispado, recordaron que el párroco de la Concepción, importante iglesia de Santa Cruz, la capital, era de Bilbao. El padre jesuita Luis Eguiráun, encantado con el “milagro” hizo llegar la noticia, junto con la petición de un cuadro de la Virgen, algo más digno que las estampas, a la capital vizcaína lo cual provocó un pequeño revuelo. La Virgen de Begoña despierta fervorosa devoción en las gentes de aquellas tierras vascas, y la llegada de la ya famosa botella fue considerada como un milagro mariano, y en cierto aspecto marino, pues los pescadores de la zona reverencian a su Virgen a quien dedicaban salves al distinguir el santuario recortado en la montaña cuando van en sus traineras. Y no, no se enviaría un cuadro, sino una réplica de la imagen a… ¿Dónde había llegado aquella botella?


A Almáciga. Una modesta aldea sita en la abrupta costa norte de la isla de Tenerife, Canarias; localizada en Taganana, una de las zonas más bellas de la isla y de gran historia conservada en sus callejuelas, antiguas casas y los pequeños tesoros de su iglesia de Las Nieves. Para más detalle, pertenece al municipio de Santa Cruz de Tenerife, la capital.

Una vez ubicada en el mapa, comenzaron los trabajos de la cuestación popular para que el reputado escultor local, José María Larrea, realizara en su taller de la bilbaína calle de la Sendeja, una imagen lo más parecida posible. No era época aquella de abundancia, y los feligreses no pudieron reunir ni remotamente lo necesario. Sin embargo, cuando ya cundía el desánimo, un donante anónimo cedió cinco mil pesetas, de 1949; siguiendo el ejemplo, una acomodada dama, tal vez por devoción, legó todas sus joyas para enriquecer el manto de la nueva Virgen. Y finalmente, un conocido platero del lugar donó también la peana, la media luna de metal dorado, el cetro y las coronas de la Virgen y el niño.


Se despidió a la imagen con todos los honores y fue embarcada el 2 de mayo de 1950 en una cañonera de la Armada Española que la llevaría hasta Santurce, allí fue reembarcada en el flamante MONTE URQUIOLA, de la Naviera Aznar. El día 6 de ese mismo mes el buque hacía la segunda escala de su corta historia, pero la más importante, en el puerto de Santa Cruz. Allí fue recibida por numeroso público. En solemne procesión la imagen fue trasladada al pueblo de Taganana. En un principio hubo complicaciones para su ubicación, pero, o por empeño de las gentes de Almáciga, o por voluntad de la Virgen (Bego-oña en el antiguo dialecto vascuence significa “Déjame aquí”), ya que en Almáciga había aparecido, de allí no se iba a mover, allí se quedó. Moró en una modestísima ermita dedicada a San Juan y que hoy se ha perdido por la pobreza de sus materiales y el pasar del tiempo. No obstante, en breve, la Virgen de Begoña contará con un santuario de estética controvertida para su debido culto; mientras tanto la podemos admirar en una ermita construida por los vecinos con sus propias manos hasta que tenga un hogar definitivo.

Desde entonces, el último domingo de abril de cada año se celebra su fiesta en conmemoración de la aparición de la botella, y curioso, es difícil llegar a aquel pueblo, y Bilbao queda muy, muy lejos de allí, sin embargo, ese día, tinerfeños y vascos se unen en el cariño que les inspira la Virgen de Begoña.


Comenzamos con la legendaria ilusión de encontrar un mensaje en una botella, traída por el mar, y terminamos con la llegada de una Virgen, también por mar. De hecho, para los católicos, la Virgen es un mensaje, de Luz y Esperanza, pero mensaje al fin, en una botella diferente; y es que a Canarias son varias las imágenes de vírgenes que han llegado por el mar tal vez, a modo de botella con mensaje.

© Coral González.

CRUCEROS EN TENERIFE



CELEBRITY GALAXY















INDEPENDENCE of the SEAS
















LE LEVANT














MARCO POLO













MILLENNIUM












MSC ORCHESTRA














NAVIGATOR of the SEAS












OCEANA












PACIFIC VENUS














ROTTERDAM










© escobén

DISNEY MAGIC

 El alba del 20 de mayo de 2007 trajo al puerto de Santa Cruz de Tenerife la figura de un crucero insólito. A las 7:30 horas de la mañana comenzaron las labores de atraque de un pulcro trasatlántico de clásicas líneas cargado de ilusión y fantasía, el DISNEY MAGIC. Procedente de las Bahamas, de donde toma su registro y bandera, tocaba por primera vez un puerto europeo, una escala obligada antes de comenzar una serie de cruceros de verano por el Mediterráneo, en conmemoración del décimo quinto aniversario de “Eurodisney” (París), cruceros que le llevarían a numerosas ciudades costeras tradicionalmente turísticas como Barcelona, Palermo, Nápoles, Marsella y Montecarlo entre otras.

Consignado en Tenerife por Hamilton y Cía, el DISNEY MAGIC estuvo acompañado aquel 20 de mayo en el puerto tinerfeño por otros dos trasatlánticos, el japonés PACIFIC VENUS de 183 m. de eslora (propiedad de la Japan Cruise Line, construido en 1998 en los astilleros Ishikawajima-Harima Heavy Industry) de camino hacia Argentina en viaje de circunnavegación, y por el OCEANA, de la P&O Cruises (Grupo Carnival) de 261 m. de eslora, construido en el año 2000 en los astilleros Fincantieri.

Desde que en 1955 se inaugurara el parque “Disneyland” en Anaheim, California, al que le siguió “Disney World” en Orlando, Florida, que abrió sus puertas en 1971, la expansión de la Walt Disney Company ha sido imparable abriendo parques por todo el mundo. La conquista del mar no se podía hacer esperar y así, en 1995, se fundó, dentro de la división Walt Disney Parks and Resorts, la naviera Disney Cruise Line (en cuya bandera de navegación campea la silueta de Mickey Mouse) con la idea de construir cruceros de lujo con temática y objetivos eminentemente Disney.

Disney Cruise Line, actualmente presidida por Mr. Tom McAlpin, en su afán por ofrecer lo mejor de lo mejor, quiso confiar en el buen hacer de los reputados astilleros italianos Fincantieri, de Porto Marghera, cerca de Venecia, uno de los mejores del mundo (fundado en 1959, y actualmente presidido por D. Corrado Antonini), contratando la construcción de dos buques. El primero, DISNEY MAGIC, fue botado en 1998. Su hermano de grada, DISNEY WONDER, entró en servicio en agosto del año siguiente, también con registro y bandera de Bahamas. Los dos trasatlánticos son completamente idénticos en su diseño, difiriendo tan solo en detalles de las áreas de entretenimiento y restaurantes. Su línea constructiva es la clásica de los grandes cruceros de la primera mitad del siglo XX (semejándose más a los de la década de 1930), largo y de no mucha altura, cuenta con un mástil y sobre su blanca superestructura luce dos rojas chimeneas (una de las cuales es falsa, alojando en su interior un club para el disfrute de adolescentes). En su casco pintado de negro destacan los ventanales redondos, clásicos ojos de buey alineados en sus bandas; todo ello configurado para intentar conseguir un aspecto lo más parecido posible al lujo y glamour de épocas pasadas. Los salvavidas dan un toque de color, dispuestos en línea a ambos lados de las cubiertas están pintados de un llamativo color amarillo —Disney tuvo que cumplimentar todos los trámites impuestos por las autoridades norteamericanas para poder sustituir los colores obligatorios impuestos por las leyes de salvamento Marítimo—. Destaca su puente semicircular.


Técnicamente, se trata de un moderno navío de 294 m. de eslora, 32,25 m. de manga y un calado de 8 m. Sus potentes motores entregan unos 100.000 caballos de fuerza a dos grandes hélices para desplazar 88.338 TRB a una velocidad de crucero de 21,5 nudos, aunque su velocidad máxima es de 24 nudos. La dotación está compuesta por 950 tripulantes de varias nacionalidades diferentes. Su capacidad de pasaje es de 2.400 cruceristas, repartidos en 875 camarotes (uno más que el DISNEY WONDER) que van desde suites de 88 m² con dos habitaciones hasta cabinas internas estándar de 17 m². En torno al 73 por ciento de los camarotes son externos, de los cuales algo más de la mitad disponen de balcón privado.

Comparativamente, se trata de un trasatlántico con una eslora 51 m. menor que el gran coloso QUEEN MARY 2 de la Cunard Line, o con una eslora 27 m. mayor que el eterno TITANIC de la White Star Line.

Tras varios años recorriendo casi en exclusiva las aguas del Caribe, en junio de 2005, arrumbó hacia la costa oeste de los Estados Unidos, con la misión de participar en la celebración del cincuentenario de Disneyland, ofertando diferentes cruceros entre Los Ángeles y varios puertos mejicanos del Pacífico tradicionalmente turísticos. En el año 2000 se le practicó una pequeña reforma. A principios de octubre de 2005 sufrió su segunda remodelación, a cuyos efectos estuvo internado durante 10 días en los astilleros Norshipco, de Norfolk, Virginia. Uno de sus salones principales fue aumentado en 157 m², se le añadieron tres nuevas salas al SPA; se ampliaron las zonas dedicadas al recreo y se incorporaron nuevos elementos decorativos en varios de los recintos.

Sus once cubiertas albergan el conjunto de dependencias que un crucero como este precisa. Cuenta con 20 suites, dos de ellas de gran lujo (Suites Royal), —en una se halla instalado un piano—. Las dieciocho suites restantes constan de uno o dos dormitorios con cuarto de baño, servicio, sala de estar con sofá cama y balcón privado; tienen capacidad para cuatro o cinco personas. Las suites de un dormitorio disponen de una habitación con cama doble, salón con sofá cama y litera empotrada, dos baños y balcón privado. Todas cuentan con servicio de habitaciones, cuyo personal está especialmente capacitado para tratar con niños. Algo menos ostentosos son los más de 600 camarotes de diferentes tamaños, de los cuales, 16 son muy especiales pues están adaptadas para discapacitados. Los 213 camarotes restantes son interiores, aunque con igual configuración que los exteriores. El color dominante en la decoración de estos alojamientos es el azul con toques de ocres y maderas, con la discreta presencia de Mickey. Una curiosidad: la electricidad doméstica es de 110 voltios.

Son numerosos los salones, restaurantes, cafeterías, etc., donde poder pasar el tiempo de ocio, como el “Palo”, solo para adultos, el cual ofrece platos de la cocina del norte de Italia, o el “Animator’s Palate” donde la cena comienza con una decoración del salón en blanco y negro que, al igual que los uniformes del servicio, va cambiando de colores hacia tonos más alegres durante el transcurso de la cena, al tiempo que las pantallas emiten imágenes de la historia de Disney, obviamente desde el blanco y negro original hasta el colorista actual cine de animación. El “Parrot Cay”, con ambientación caribeña, es uno de los restaurantes pretendidamente más divertidos, allí los camareros cantan y los niños participan en congas alrededor de las mesas. El “Common Grounds” es una cafetería exclusiva para adolescentes donde no se sirve alcohol pero sí café.

Afortunadamente, no todo es comer en medio de bullicio festivo. En el “Buena Vista Theatre” tienen lugar las proyecciones de películas, por supuesto de producción propia, hasta tal punto que, de hecho, es en esta sala donde tienen lugar los estrenos mundiales de las películas Disney. En el “Walt Disney Theatre” se puede disfrutar de tres funciones musicales en vivo, concretamente espectáculos de Broadway. Tiene un aforo para 1.200 espectadores y una ausencia total de columnas para facilitar la visión del gran escenario. Otro lugar interesante, sobre todo para los niños, es el “Atrium”, punto de encuentro donde los personajes Disney firman autógrafos y el capitán ofrece su cóctel.



En la cubierta 9 se encuentran las tres piscinas con las que cuenta el crucero: la “Mickey”, con dos pequeñas piscinas auxiliares redondas a modo de las orejas del famoso ratón, es la infantil, de muy poca profundidad y con un divertido tobogán. La piscina “Goofy” es la familiar, ubicada en el centro del barco y en su entorno se celebran gran cantidad de actividades diurnas y nocturnas. La “Quiet Cove” es para adultos, con largo suficiente para nadar, siempre y cuando no haya muchos usuarios. También en la misma cubierta se ubica el “Vista Spa & Salon” con sauna, masajes, aromaterapia, baños de barro…
En las cubiertas 4 y 10 podemos encontrar pistas para correr y el gimnasio. También se pueden seguir clases de pilates y yoga.

Pero este es un crucero con vocación familiar en el que se celebran fiestas permanentemente, y donde las áreas destinadas a los pequeños son las más extensas, por lo que las actividades diseñadas para ellos son fundamentales y están organizadas teniendo en cuenta los gustos y las edades, así, los niños de 3 a 5 años pueden entretener su tiempo, por ejemplo, bailando con Blancanieves o jugando con Peter Pan. Los de 6 a 8 años se divierten experimentando con la ciencia, aprendiendo a hacer animaciones con Mickey o escuchando cuentos de piratas. Los de 9 y 10 años pueden aprender a hacer anuncios de televisión, o convertirse en detectives y esparcirse con diversos juegos. Los que ya cumplieron 11 ó 12 años intentan ser entretenidos descubriendo secretos de animación y trucos para conseguir efectos especiales, o participando en diversos juegos. Los adolescentes también tienen su espacio, no solo en el “Common Grounds”, sino que además pueden practicar fotografía, cinematografía o comedia improvisada. Incluso los bebés tienen un bonito lugar de recreo en el “Founder’s Reef”, liberando a sus padres para que puedan disfrutar del crucero.

Para los adultos está diseñado “The Navigator”, un programa donde se muestra el funcionamiento del buque mediante comentarios y videos. En “Disney Behind The Scenes” se pueden visionar documentales sobre cómo se hicieron diversas películas Disney. También se ofertan clases de gastronomía, etcétera.

El DISNEY MAGIC no tiene casino pero sí dispone de un bingo con premios de cierta entidad. A bordo aceptan casi todo tipo de tarjetas de crédito internacionales incluida la Disney Credit Card, aunque el único dinero en metálico aceptado es el dólar USA.

La sanidad para el pasaje queda cubierta con un médico y una enfermera disponibles las 24 horas del día para servicios médicos básicos que, no lo dude, deberán ser abonados según las tarifas estándar por estos servicios.

En sus rutas americanas, este crucero siempre recala en un puerto muy especial, el de Castaway Cay, la isla privada de Disney en Las Bahamas. Allí los pasajeros que lo deseen pueden practicar buceo superficial, ciclismo, kayac, excursiones, o ¡¡¡siestas!!! en cualquiera de las playas paradisíacas donde también hay cabañas abiertas donde recibir un placentero masaje, o disfrutar de una barbacoa o de deliciosas bebidas. Por cierto, también las playas están divididas por edades, las hay para niños, para adolescentes y para adultos.

Tras su recorrido por el Mediterráneo, el DISNEY MAGIC volvió a Santa Cruz de Tenerife el 24 de agosto de 2007 en viaje de vuelta hacia el Caribe. De momento no tiene programado volver por las Islas Canarias. Las previsiones para el verano de 2008 tienen como objetivo los cruceros por la Riviera Maya.

Queda plasmado que se trata de un crucero diseñado y organizado para el disfrute de los niños, muy lejos de los conceptos europeos de confort y glamour que de siempre ha caracterizado este tipo de viajes. Concluyendo, si lo que se busca es descanso y relax no parece claro que el DISNEY MAGIC sea la opción más satisfactoria.
© Ramiro González.


jueves, 19 de junio de 2008

GALERÍA FOTOGRÁFICA

CRUCEROS CANARIAS






AIDADIVA





ARCADIA






ARTEMIS







AURORA







BOUDICCA







ASTOR





COSTA CLASSICA



COSTA SERENA


domingo, 20 de abril de 2008

LOS MISTERIOS DEL HORNET

La Segunda Guerra Mundial provocó grandes necesidades en la organización armamentística estadounidense obligada a satisfacerlas eficaz y rápidamente. Fue así como los portaaviones de la clase Yorktown evolucionaron a la clase Essex, subdividida a su vez en dos clases, la Essex propiamente dicha y la Ticonderoga, diferenciada esta de la primera en cinco metros más de eslora y una pista de vuelo incrementada en 1,20 m.

De la clase Essex entraron en astilleros diez unidades siendo una de ellas el USS HORNET II (CV 12), —bautizado así en honor del HORNET (CV8), un portaaviones de la clase Yorktown, hundido poco antes en la Batalla de la Isla de Santa Cruz (Islas Salomón en el Pacífico), el 26 de octubre de 1942 después de haber participado brillantemente en la Batalla de Midway—. Fue puesto en las gradas de los astilleros de Newport News en Virginia el 3 de agosto de 1942. Fue botado el 29 de agosto de 1943 con una eslora de 265 mts. 28,4 m. de manga y un calado de 8,8 m. su desplazamiento era de 35.000 t. y alcanzaba una velocidad de 33 nudos gracias a ocho calderas Babcock & Wilcox que movían cuatro turborreactores Westinghouse, cada uno de ellos contenía dos turbinas, una de alta presión y otra de baja presión, de doble flujo, amén de disponer de retromarcha. Tenía una autonomía de 18.000 millas a una velocidad de 12 nudos.

Tenía el hangar completamente separado del casco para evitar daños en el casco bajo la línea de flotación en caso de algún tipo de accidente. Fue uno de los pocos portaaviones equipados con innovaciones como es el caso de la instalación de un ascensor central colocado en la amura de babor con dispositivos para dejar cerrado el acceso al hangar durante la navegación; también era uno de los pocos que aparte de las dos catapultas de proa para lanzar aparatos, disponía de una transversal en el hangar para el lanzamiento de aviones de reconocimiento mientras permanecía parado, aunque nunca se le encontró gran utilidad. Esto unido a medidas de todo tipo para optimizar al máximo el espacio y la eficacia convirtió a estos portaaviones en general y al HORNET II, en particular, en elementos de gran importancia para el ejército americano durante la Segunda Guerra Mundial. Es de destacar que no se perdió ninguna unidad en la contienda, lo cual resulta admirable teniendo en cuenta la gran cantidad de batallas en las que participaron. De hecho fueron varios los recompensados con numerosas condecoraciones por su destacado servicio durante las distintas batallas navales, concretamente el HORNET II fue condecorado en nueve ocasiones gracias al estimable trabajo de los tres mil cuatrocientos cincuenta hombres que componía su tripulación y que participaron en las campañas de Marianas, Palau, Leyte, Formosa, Indochina, Okinawa y Japón destruyendo un total de 1410 aviones enemigos.

Una vez acabada la Segunda Guerra Mundial el HORNET fue destinado a la detección de movimientos de la flota soviética y el seguimiento de los submarinos enemigos. Y ya en plena guerra con Vietnam fue enviado al sudeste asiático.

El 24 de julio de 1969 fue protagonista de un acontecimiento de importancia universal. Se hallaba a unas 869 mi. al sudeste de Hawai con el presidente de los Estados Unidos, Richar Nixon, a bordo. Tenía como misión recoger a Neil A. Armstrong, Edwin E. Aldrin, Jr. y Michael Collins, los pasajeros del Apolo XI, recibidos como héroes por haber sido los primeros seres humanos que pasearan por la superficie de La Luna. Algunos meses después repitió la operación con la cápsula del Apolo XII.

El 26 de junio de 1970 fue dado de baja oficialmente y se calcula que en sus años de servicio pudieron haber muerto unas trescientas personas a bordo. Una fundación se hizo cargo de su transformación en museo para lo que las obras comenzaron de inmediato.

Hoy se le puede visitar en la Bahía de San Francisco, en Oakland. Allí, en Alamaeda, por algo menos de 12 € puedes subir a bordo para visitarlo con absoluta libertad pues puedes renunciar al guía. Puedes ver los camarotes, el puente de mando, el hangar donde podrás admirar alguno de los 103 aviones que transportó en sus mejores tiempos. Puedes sacar fotografías y cuando las reveles, tal vez veas cosas que no percibiste durante tu visita. O tal vez sí…

Posiblemente sientas una súbita bajada de temperatura sin ninguna razón aparente, quizá notes corrientes de aire en estancias cerradas, acaso veas a miembros de la tripulación vestidos a la usanza de los años cuarenta donde no debería haber nadie, a lo mejor escucharás sonoros pasos sin dueño, o verás instrumentos que se encienden y se apagan sin un dedo que pulse botones, o seguramente te encuentres con una horda de mediums, espiritistas, esoteristas, cazafantasmas, clarividentes, psíquicos y parapsicólogos en general… porque no serías el primero en sentir que aunque aparentemente estás solo, no lo estás.

El caso es que desde el momento de su apertura como museo hace algunos años, varios son los testigos, alguno de ellos escéptico, de extraños fenómenos a los que no se ha podido dar una explicación lógica.

© Ramiro y Coral González.

FLACHAT

Desde los albores de la navegación hasta la actualidad muchos son los peligros que acechan a los buques cuando se hallan en alta mar, uno de ellos es el mal tiempo, ese conjunto de fenómenos meteorológicos que en muchas ocasiones no tienen una magnitud previsible, pudiendo ocasionar no sólo la pérdida de la nave, sino lo que es peor, la irreparable pérdida de vidas humanas. Una de estas dramáticas aventuras fue la que protagonizó, hace ya más de un siglo, el desdichado FLACHAT.

Fue construido en el año 1880 por encargo del armador británico J. M. Word & Company de Liverpool junto con sus hermanos el ABANA, —más tarde rebautizado como CHATELIER—, y el ALESANDRE BIXIO. El FLACHAT en un principio fue bautizado con el nombre de AKABA. Se trataba de un vapor mixto, es decir, velero de tres palos y motor, de 2.227 toneladas, 300 pies de eslora, 36 de manga y 25 de calado, con una velocidad media de 10 nudos.

En junio de 1880 fue adquirido por la Compagnie Générale Transatlantique (French Line, fundada en 1861, que presumía de los escasos ocho días de media que sus veleros tardaban desde Europa a Nueva York) la cual, de inmediato, lo destinó al servicio entre Europa (Marsella), las Antillas y Centroamérica a donde llegaba luciendo los colores emblemáticos de la Compañía, casco negro con superestructura blanca, y la chimenea de color rojo rematada con una franja negra.

En 1890 en FLACHAT sufrió una reparación en la que se le colocaron nuevas calderas. Seis años más tarde fue destinado a la línea Venezuela (La Guaira)-Colombia-Costa Rica con escala en Santa Cruz de Tenerife, llevando tanto carga como pasaje. En Tenerife sus agentes consignatarios eran Hardisson Herrmanos.

Ocho años después la tragedia se cebaría con él. Concretamente, la noche del 16 de febrero de 1898, hacia las veintitrés horas treinta minutos, en una de sus singladuras por aguas canarias, llevando a bordo cincuenta y un pasajeros y cincuenta miembros de la tripulación, a causa de un espeso banco de niebla (1), el FLACHAT se hunde a unas pocas millas de Santa Cruz de Tenerife frente a una zona conocida como Taganana, en la costa de la isla canaria de Tenerife, en medio de una mar embravecida, donde habitualmente el Atlántico suele arremeter furioso contra la tierra que le contempla. Debido a la nula visibilidad el buque chocó contra alguna de las múltiples bajas que caracterizan los fondos de ese litoral, y en cuanto la situación se tornó irreversible —las calderas empezaron a petardear—, el capitán Leroy ordenó lanzar las dos anclas y echar los botes salvavidas al agua. Concretamente, el bote de estribor pudo ser lanzado con mucha dificultad tras algunas horas de enérgico esfuerzo por parte de la tripulación. Una vez en el agua, un desgraciado golpe de mar ladeó peligrosamente la barca, cuando recuperó la posición, solo se encontraban a bordo dieciséis de los cincuenta pasajeros que habían embarcado. Del otro bote lanzado sobrevivieron únicamente ocho personas.

En cuanto en el puerto de Santa Cruz se tuvo noticia de la tragedia, zarpó hacia el lugar de los hechos un bote salvavidas acompañado por otras dos embarcaciones. Desafortunadamente, los tres se inundaron a causa de la marejada hundiéndose a escasa distancia del siniestro.
Hubo setenta y siete víctimas según algunas fuentes; de hecho, únicamente se salvaron dieciséis miembros de la tripulación y sólo ocho pasajeros. El torrero del faro de Anaga, D. Antonio López Balboa, había estado escuchando durante toda la noche la triste letanía de la bocina del FLACHAT en desesperada demanda de auxilio; en cuanto amaneció recorrió la costa en busca de supervivientes.

Un pastor de cabras que pasaba cerca de la costa poco después del naufragio, tropezó con una gran caja en la orilla; sospechando que pudiera contener algo de gran valor la abrió y en su interior encontró un Cristo de buen tamaño y de exquisita talla. Algo más allá apareció una preciosa Virgen de la Concepción. Como suele suceder las más de las veces, pronto este hallazgo se cubrió con una curiosa leyenda, entre los vecinos del lugar se extendió el rumor de que al ver que la caja no encerraba un tesoro en su interior, el cabrero le propinó una patada al Crucificado en una pierna, como castigo, sufrió una grave lesión en la suya. Pero es pura fábula, los descendientes del pastor que le conocieron han desmentido el rumor, jamás le vieron cojear.
Ambas tallas, procedentes de la escuela francesa, fueron llevadas a la bonita iglesia de las Nieves (2) en el pueblo de Taganana donde permanecen desde entonces, pudiendo ser contempladas en todo su esplendor. El año 2006 esta parroquia celebró el quinto centenario de su fundación y apertura al culto, y en cuya sacristía se puede admirar una maqueta del FLACHAT. Estas tallas fueron tan bien acogidas por los feligreses del pueblo que aparte de sentir gran veneración por ellas, cada Semana Santa, el Cristo del Naufragio, como cariñosamente se le conoce, es sacado en procesión por las pintorescas callejuelas del caserío, que se halla encajado entre las paredes de un abrupto barranco que la convierte en uno de los parajes más bellos de la isla de Tenerife.

No queremos terminar esta semblanza del FLACHAT sin expresar nuestro más sincero agradecimiento a don Vicente Espony, párroco, así como a doña Isabel Martín y a doña María Dolores Cabrera, vecinas de Taganana, por su valiosa información, amabilidad y simpatía.


______________________________

(1) Según consta en la Geografía médica de Santa Cruz de Tenerife -1909 (Francisco Feo Parrondo), p. 160, esta niebla fue producida por lo que se denominó entonces « lluvia de arena», que conocemos como polvo en suspensión o calima. También se cita que a primeras horas de la noche del naufragio del FLACHAT el viento, bonancible a esa hora, comenzó a arreciar llegando a duro hasta que “como a las cinco de la mañana cayeron grandes gotas durante muy poco tiempo, cediendo el tiempo poco a poco hasta bonancible durante el día y fijo del Este”.

(2) El 6 de octubre de 2006 se publicó en el Boletín Oficial de Canarias el Decreto 130/2006, de 26 de septiembre, por el que se declara Bien de Interés Cultural, con categoría de Monumento “La Iglesia de Nuestra Señora de Las Nieves de Taganana y los bienes muebles vinculados a la misma”, quedando incluidas las tallas del Cristo de Naufragio y de la Virgen de la Concepción.
                         ©Ramiro y Coral González.