martes, 17 de febrero de 2009

EL TRIÁNGULO DEL MIEDO

Si hay una leyenda marina extendida y conocida de uno a otro confín, es sin duda la de un triángulo resultante de unir Melbourne en Florida, Bermuda y Puerto Rico, quedando a uno de sus lados las Bahamas, cubriendo 3.900.000 Km² en cuyas profundidades se hallan las Llanuras Abisales de Hatteres y Nares y sobre las cuales se encuentra el Mar de los Sargazos, la zona popularmente conocida como el Triángulo de las Bermudas.




Decenas de libros y artículos describen detalladamente en esta zona fenómenos anómalos capaces de inquietar a las almas más sensibles. Es complejo entrar en la historia de una serie de acontecimientos que ha llegado hasta nuestros días, sin poder inferir donde termina la certeza y comienza la alucinación, o cuando menos, la interpretación incorrecta de hechos quizá explicables.

La primera noticia de la que disponemos sobre un mar tenebroso se remonta a la época de cartagineses y fenicios, quienes celosos de preservar los negocios que hacían con los pueblos de las costas americanas, −de cuya presencia quedaron algunos recuerdos en forma de monedas o inscripciones en unos pocos puntos de América− amenazaban con pena de muerte a aquellos que osaran revelar la existencia de una tierra más allá de lo conocido. Sería Cristóbal Colón, quien muchos siglos después describiera experiencias insólitas en lo que a la navegación se refiere, esto es, un extraño brillo en unas aguas increíblemente blancas, no muy lejos de las Bahamas y cuando ya había anochecido, un mar lleno de algas que le daban un aspecto turbadoramente inmóvil y, un poco más allá, hacia el oeste, un arco de fuego que cruzaba el cielo yendo a desaparecer en medio del océano, a lo que hay que unir una incomprensible alteración del compás.

En 1964, se le puso nombre al lugar. Fue el escritor Vincent H. Gaddis quien lo definió por primera vez como “Triángulo de las Bermudas” en un artículo que escribiera para la revista Argosy, haciéndose eco de algunos supuestos incidentes ocurridos en aquella zona. Pero sería una década más tarde, en 1974, cuando el lingüista Charles Berlitz publicó su libro El triángulo de las Bermudas del que vendió millones de ejemplares en todo el mundo. En él se describen un sinnúmero de desapariciones en extrañas circunstancias y da dos originales explicaciones, de un lado, las desapariciones se deben a la abducción por parte de naves extraterrestres y por otro, la autodefensa de la aún existente civilización atlante, hundida en el Atlántico junto a un potentísimo cristal que ejercería interferencias en los equipos de navegación de los buques y aviones que por allí pasan. Pero no son estas las únicas teorías que se han manejado a lo largo de los años: un vórtice espacio-temporal que llevaría a barcos, aparatos y ocupantes a otra dimensión, maniobras en una base del Ejército americano, ataques de monstruos marinos y cualquier otra criatura de la imaginación humana.

Así se pretendería justificar la desaparición de hasta cien barcos y aviones, y entorno a mil personas de los que no se ha hallado ni rastro, aunque esto último no es del todo exacto, en ocasiones han aparecido barcos a la deriva, temporalmente dados por perdidos, sin su tripulación a bordo, siendo el más conocido el caso del MARY CELESTE; también resulta llamativa la ausencia de restos de los naufragios en las costas adyacentes, lo que favorece el incremento del tamaño de la leyenda. Y estas desapariciones han afectado a todos, desde la marina mercante hasta el ejército de los Estados Unidos.

Una de las vivencias más pintorescas que ha experimentado esta zona fue el exorcismo al que la sometió un sacerdote apellidado Omand quien, convencido de que en los tiempos del tráfico de esclavos procedentes de África, muchos de ellos, por diversas razones, fueron lanzados al mar sin contemplaciones, provocando así algún tipo de maldición. Por lo que en 1978 hizo su exorcismo, echó agua bendita al Atlántico y se fue para su casa. Días después un Boeing 727 tuvo problemas durante un vuelo en el Triángulo, pero pudo salir con bien del trance lo que se le achacó al exorcismo. O eso se dice.

Tal como surgió la hipótesis de un punto caliente en el mundo de lo paranormal, salieron también los escépticos a los que el sentido del ridículo les es ajeno, utilizando otros tantos disparates para refutar las hipótesis de los «misteriólogos», y sorprendieron a lectores y oyentes con lindezas del tipo de pilotos o marineros inexpertos, suicidios colectivos, ataques de locura masivos, piratas (¿que no dejaban ni rastro?), falta de combustible o averías técnicas (¿sin comunicaciones radiofónicas?), ondas infrasónicas provocadas por tempestades…

Pero, pero, pero… por esa zona circulan a diario decenas de barcos y aviones que no han referido incidente alguno. Es más, buena parte de los barcos y aviones supuestamente desaparecidos o nunca existieron o sus accidentes están perfectamente fundamentados y con una posición fijada en puntos muy distantes de tan temible localización del planeta. De hecho, se han reseñado incidentes en ese lugar en supuestas condiciones meteorológicas óptimas para la navegación, cuando en posteriores investigaciones sobre los mismos se vino a confirmar la presencia de tempestades en la misma zona, como lo constata la exhaustiva investigación llevada a cabo por Larry Kusche, bibliotecario de la Universidad del Estado de Arizona, quien pacientemente investigó los sesenta casos que le parecieron más llamativos, y tituló este trabajo El Triángulo de las Bermudas, caso resuelto publicado en 1977 y confirmados estos datos por los archivos de la Guardia Costera de Estados Unidos; y no debemos olvidar que es una región azotada con frecuencia por huracanes y tormentas tropicales.

En este punto, debemos destacar que en el Mar de los Sargazos la declinación magnética (*) llega a alcanzar una diferencia de hasta 22º, por lo cual hay que ser muy rigurosos a la hora de trazar la ruta a seguir. También es preceptivo tomar en consideración que, envolviendo completamente este Triángulo, vienen a confluir algunas de las corrientes marinas más fuertes del mundo: desde las costas de Florida y de sur a norte, fluye la Corriente cálida del Golfo que se encuentra con la Corriente del Labrador en Terranova fluyendo en dirección SSW, la corriente Norte-Africana que pasa por Canarias envolviendo el Mar de los Sargazos por el Este, y la corriente Norte-Ecuatorial que lo cierra por el Sur en dirección Oeste. En suma configuran una fenomenología meteorológica tan especial como para crear y alimentar ciclones de manera casi súbita.

Con todo, el Triángulo de las Bermudas no es la única zona con este tipo de “anomalías” existente en el planeta. Según algunos investigadores del tema, existen hasta doce lugares semejantes situados todos entre las latitudes 30° y 40°, al sur y al norte del Ecuador y que se originan a intervalos regulares. Entre ellos también destaca el Mar del Diablo, que se localiza entre Iwo Jima y las islas Bonin, al sur de Japón, constatándose históricamente como un lugar peligroso tanto para el tráfico marítimo como para el aéreo.

El auténtico misterio que rodea al Triángulo de las Bermudas, o también conocido como El Limbo de los Perdidos o El Cementerio de los Barcos Perdidos, es la fascinación que ha despertado en millares de personas a lo largo de los últimos tiempos y que nunca deja de ser satisfecha por nuevas tesis, emergentes día tras día de la fecunda imaginación de muchos, quienes ignorando las explicaciones científicas producidas por investigaciones serias, persisten en la idea de que en la Tierra hay puntos de comportamiento inexplicable, negándose a entender que nuestro planeta es, ya de por sí, un lugar mágico siempre sorprendente por la Naturaleza que tantos y tan buenos regalos nos hace desde el preciso y precioso instante de su creación.

Quizás las verdaderas respuestas se encuentran a la sombra de alguna ola, esperando únicamente a quien tenga la osadía de plantear las preguntas correctas.

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(*) Declinación magnética: ángulo que forma el meridiano magnético con el astronómico.

©Coral González
Fuentes:

“El Triángulo de las Bermudas”, de Charles Berlitz. Mundo Actual Ediciones, S.A. 1977.
“El Triángulo Mortal de las Bermudas”, de Alejandro Vignati. ATE 1975.

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