lunes, 29 de diciembre de 2008

Blue Ice
Capricorn
Cec Commander
Clipper Tivoli

Enchanter

Fortuny


Крузенштерн

Los últimos días del mes de octubre de 2008 adornaron el muelle sur del puerto de Santa Cruz de Tenerife con la magnífica estampa de uno de los veleros más bellos que aún navegan por el inmenso piélago. Se trata del KRUZENSHTERN, un velero de alto bordo, el tercero mayor del mundo actualmente en servicio (1), que ha conservado el olor de la tradición marinera perecida con la llegada de las nuevas tecnologías.

Hagamos una pequeña semblanza de la historia que rodeó el nacimiento de esta pequeña joya náutica.
Una vez acabada la Primera Guerra Mundial, el Tratado de Versalles posibilitó que los vencedores tomaran como botín de guerra todos aquellos valores que les parecieron oportunos. Como consecuencia de ello, Alemania, sumida en una gran crisis económica que afectó sobre todo a la clase media, perdió gran parte de su flota comercial, y uno de los afectados fue la naviera Laeisz (2) que vio como sus veleros cambiaban de bandera uno tras otro. Pero sus dueños, que entre otras herencias de su fundador Ferdinand Laeisz, recibieron la capacidad de no desfallecer ante las dificultades, en medio de la precariedad económica de la República de Weimar, consiguieron recuperar su flota mediante la recompra de sus barcos. Así, se volvió a reunir bajo la misma bandera a la PAMIR, la PASSAT, la PINNAS, la PEIHO, la PEKING, la PARMA y la PELLWORM. Pero no contentos con ello, la naviera Laeisz mandó a construir otro, que sería el último velero comercial de carga botado en el siglo XX.


Se le encargó a los astilleros J. C. Tecklenborg en Bremerhaven, Alemania. Y fue botado el 24 de junio de 1926 con el nombre PADUA, siguiendo la costumbre de la naviera Laeisz de bautizar a sus buques con nombres que empezasen con la letra P (3). Se trataba esta fragata-barca del último buque de la flota del “flying P-liners” de la naviera Laeisz. Carecía de motor y fue aparejado con velas cuadras, con una proa de violín y vela cangreja del palo de mesana en abanico, dividido en dos secciones con sendos picos cangrejos y una botavara, confiriéndole un inconfundible estilo constructivo alemán.

Es del tipo “cabohornero” de estructura de acero, que desplaza 3.760 t. en vacío y 5.725 t. a plena carga; la eslora mide 114,50 m. de los cuales 104,30 m. constituyen el largo del casco. Su manga mide 14,05 m. y tiene un calado de 7,17 m. Está aparejado como corbeta de cuatro palos con una enorme superficie vélica de 3.655 m² con la que puede desarrollar una velocidad de hasta 17 nudos.

Su ancla presenta la peculiaridad de no asentarse en el escobén. Cuelga de la barandilla del castillo de proa donde puede observarse su curvatura de 90º. Su timón se encuentra enclavado en una superestructura elevada o isla en el centro de la cubierta y el mascarón de proa constituye un conjunto de volutas muy elaborado

Su viaje inaugural lo comenzó el veintiséis de agosto de 1926 transportando nitratos desde Tatal (Chile) hasta el puerto de Delfzjil al norte de Holanda, donde llegó el once de abril de 1927. Hasta febrero de 1932 realizó ocho viajes al continente americano, doblando en todos ellos el siempre temido Cabo de Hornos. Pero el nitrato natural entró en decadencia y el uso de veleros puros como el PADUA se hizo innecesario por lo que fue temporalmente apartado del servicio quedando anclado en algún lugar de Alemania

Gracias a una subvención del Gobierno fue puesto en servicio otra vez y el treinta y uno de octubre de 1933 puso rumbo al sur de Australia, concretamente a Wallroo, para cargar grano que debía llevar a Avonmouth (Inglaterra). Más tarde volvería a Australia, pero los viajes siguientes los realizó nuevamente a Chile.

Su último viaje como mercante lo comenzó el catorce de octubre de 1938 cuando salió de Bremerhaven (Alemania) para dirigirse a Valparaiso (Chile) donde cargó nitrato que desembarcó en Port Lincoln al sur de Australia, allí embarcó trigo que desembarcó en Glasgow (Escocia) donde llegó el ocho de julio de 1939.

Fue durante aquella primera época cuando el PADUA batió el récord de velocidad, navegando desde Hamburgo (Alemania) hasta Talcahuano (Chile) en 87 días y de vuelta en 94 días atravesando en ambos casos el Cabo de Hornos, y el segundo récord lo estableció en 67 días de navegación entre Hamburgo y Port Lincoln atravesando en este caso el Cabo de Buena Esperanza.

Durante toda la II Guerra Mundial permaneció desarmado en Flensburg y acabada la contienda, fue requisado por la marina del gobierno soviético al que se lo concedió la Conferencia de Postdam como botín de guerra. Comenzó así una nueva andadura con una nueva bandera, la soviética, cuando salió de Hamburgo en enero de 1946 con rumbo a Swinemünde o Swinoujscie, en Polonia a orillas del Báltico.
Fue rebautizado con el nombre de KRUZENSHTERN o en ruso Крузенштерн, en honor al explorador y marino Adam Johann von Krusenshtern (1770−1846), primer ruso en dar la vuelta al mundo navegando, entre 1803 y 1806, cumpliendo el encargo del zar Alejandro I. En el nombre del barco hay un error ortográfico, debido a que fue escrito fonéticamente en alfabeto cirílico y luego transcrito al latino.
Entró a formar parte de la Flota del Báltico pero estuvo atracado hasta 1959, en que se decidió someterlo a una gran reparación que duraría casi dos años; fue en esta gran carena cuando se le instaló su primer motor y su casco fue pintado de blanco cambiándole por completo el aspecto que había tenido hasta ese momento.

Empezó entonces una nueva vida para el KRUZENSHTERN dedicándose desde 1961 y hasta 1965, junto a otro gran velero, el SEDOV, a la instrucción de cadetes y también a investigaciones hidrográficas y oceanográficas en el Atlántico, las Indias Occidentales y el Mediterráneo.

En 1965 fue cedido al Ministerio de Pesca soviético quedando inscrito en el puerto de Riga, Letonia; se convirtió en buque-escuela para la instrucción de los alumnos de los centros de formación para la pesca y entre los años 1969 y 1972 se equipó con nuevos motores, dos Russky de 800 CV cada uno, y se incorporó el “Liverpool-house”(4) en el centro del buque permitiendo la convivencia de los 68 miembros de la tripulación, entre oficiales y marineros y los 110 cadetes junto a los 50 alumnos de pago, lo que completa un total de 228 tripulantes. El casco recuperó su color negro pero se le pintaron de blanco unas portas falsas imitando las de los cañones, lo que a partir de ese momento le ha conferido una identidad propia e inconfundible en todos los mares del mundo.

En 1974 fue el primer barco soviético en participar en la impresionante regata “Tall Ships Race”, ganando el premio de la “Velo-74”. En 1976, y en plena Guerra Fría, compitió en la Regata Trasatlántica organizada para celebrar el 200 aniversario de la fundación de los Estados Unidos, desde entonces no ha dejado de participar en las regatas de navíos de alto bordo.

En 1980, el KRUZENSHTERN mudó su puerto de registro a Tallinn, Estonia.

Volvería a participar en la Regata Trasatlántica en 1984 donde, al mando del capitán G.V.Kolmensky se alzaría con la medalla de oro, batiendo su propio récord de velocidad, 17’5 nudos.

En abril de 1991, poco antes de que Estonia se declarase independiente fue trasferido a Kaliningrado, Rusia. Poco tiempo después le fue entregado a la Academia Naval de Kaliningrado, continuando como buque-escuela pesquero.

En 1992, el KRUZENSHTERN participó en la “Regata del Descubrimiento”, en conmemoración del quinto centenario del descubrimiento “oficial” de América a manos del navegante Cristóbal Colón, regata en la que, partiendo de Huelva y haciendo escala en Canarias, se dieron cita la mayor parte de los mejores veleros del mundo, quizá una concentración irrepetible por el gran número de unidades que, en su escala en Canarias, tuvieron que ser repartidos entre el puerto de Santa Cruz de Tenerife y el de Las Palmas de Gran Canaria, salvo el buque-escuela de la Armada Española JUAN SEBASTIÁN DE ELCANO que, fiel a la Historia colombina, atracó en San Sebastián de La Gomera.

En el año 1993 fue sometido a revisión general en Wismar (Alemania). Al año siguiente, y con motivo del inicio de la circunnavegación que dedicaría al 300 aniversario de la Flota Rusa, el KRUZENSHTERN fue equipado con un juego de velas nuevo.

También participó en la regata “Cutty Sark” en 1998 donde obtuvo el segundo premio de su categoría. Al año siguiente obtendría el tercer lugar en una regata en el Mar Báltico, pese al mal tiempo reinante y estando compuesta su tripulación mayoritariamente por estudiantes en prácticas, lo que subraya la gran capacidad marinera y la excepcional singularidad constructiva de este velero.

Con respecto a las visitas que el KRUZENSHTERN ha cursado a las Islas Canarias, muy frecuentes desde 1996, destacaremos algunas de los últimos años:

El 19 de octubre de 2000 visitó la Isla de La Palma, fondeando fuera del muelle de la capital Santa Cruz, al no poder atracar en el puerto motivado por ciertos problemas burocráticos. Cabe destacar que, en este puerto, y más concretamente al amparo del Risco de la Concepción, permaneció internada la PAMIR entre los años 1914 y 1920, debido a la I Guerra Mundial.

El 21 de octubre de 2002, y coincidiendo con el crucero de turismo italiano COSTA EUROPA, el KRUZENSHTERN atracó en el muelle sur del puerto de Santa Cruz de Tenerife, procedente de Gdynia (Polonia). Tras ser despachado por la firma Canainter, S.L., al día siguiente zarpó con destino a Kaliningrado.

Entre el 16 y el 18 de octubre de 2003, nuevamente en el muelle sur del puerto de Santa Cruz de Tenerife, el KRUZENSHTERN, de camino para Rostock (Alemania) y con 196 personas a bordo, coincidió con velero THOR HEYERDAHL de bandera sueca, y con el velero ruso NADEZHDA de camino hacia Huelva.

En 2005 inició una vuelta al mundo, para conmemorar dos aniversarios, por un lado, el bicentenario de la primera circunvalación del navegante Johann Krusenshtern, a quien le debe su nombre, y, por otro, el sexagésimo aniversario de la victoria sobre los nazis. Una década había transcurrido desde su última vuelta al mundo por lo que durante cuatro meses pasó una gran revisión en los astilleros Yantar, donde se aprovechó la ocasión para instalarle dos nuevos motores auxiliares, desalinizadoras de agua y equipos de comunicaciones y navegación más modernos. Una vez a punto, se hizo a la mar en Kaliningrado el dieciséis de junio de 2005 en un viaje que le llevaría a veintidós puertos de los cinco continentes, con cuatrocientos ocho días de duración, de los cuales, trescientos veintinueve transcurrieron en altamar. En los diferentes puertos el público pudo visitar el KRUZENSHTERN para poder admirar el interior del buque así como una exposición con muestras de pintura y fotografía conmemorativa de la victoria sobre el nazismo.

Fue en este viaje, durante su escala en Valparaíso, Chile, cuando el KRUZENSHTERN protagonizó una curiosa anécdota. Llegado el momento de zarpar, no lo hacía y empezó a correr el rumor de que faltaban miembros de la tripulación. Aunque la dotación estaba al completo a bordo, sí faltaba algo muy importante: su emblemática ancla. La travesía había sido tan buena que llegaron el veintiséis de diciembre unas horas antes de lo previsto, por lo que decidieron fondear frente a las costas de su destino. Fue durante esta operación cuando, al lanzar el ancla, se rompió la cadena de amarre, enviando a las profundidades dos toneladas de ancla y ciento cuarenta metros de cadena de cincuenta y ocho mm. de espesor. Pese a que la profundidad en esa zona es de unos sesenta metros, el fondo es muy cenagoso, por lo que la búsqueda del ancla y la cadera por parte de buzos chilenos resultó infructuosa. Esto provocó que estuviese amarrado en Valparaíso durante diez días. La nueva ancla costó treinta mil dólares. Finalmente, el KRUZENSHTERN pudo zarpar con su ancla nueva, pero perdiendo, quizá para siempre, aquella de la que no se había separado en sus ochenta años de vida.

Una visita curiosa a Tenerife fue la realizada por el KRUZENSHTERN durante septiembre-octubre del año 2007, cuando permaneció fondeado casi a trescientos metros del puerto de Los Cristianos, al sur de la Isla, desde el 23 de septiembre hasta el 19 de octubre, sirviendo de escenario para la filmación de una película, acompañado en esta escala por el buque científico ruso ACADEMIK SERGEY VALIVOV.

No cabe duda que los responsables del KRUZENSHTERN sienten un gran respeto por este buque y por su historia, lo que queda de manifiesto no solamente por el impecable estado de revista en que se encuentra, sino por su resplandeciente campana donde está grabado su nombre actual y el original, PADUA. En su interior, uno de sus salones se ha habilitado como un pequeño museo donde se exhiben los trofeos que ha obtenido, las metopas de los muchos puertos visitados y muestras de arte marinero. En el comedor de oficiales se puede admirar una colección de retratos de destacados altos oficiales rusos de la época de los zares.

Aunque no han dejado de construirse veleros, el KRUZENSHTERN−PADUA fue considerado como el último velero de alto bordo que se botó en el siglo XX dado que los avances tecnológicos estaban desbancando a aquella vieja forma de viajar por las olas; nadie presagiaba que en el siglo XXI surgirían nostálgicos de este tipo de navegación empeñados en que otro velero de grandes dimensiones surcara las aguas como antaño, pero equipado con tecnología y comodidades de vanguardia, y no para trabajar duramente, todo lo contrario, para hacer cruceros de lujo en un ambiente eminentemente marinero, y ese sueño se materializó en la forma del imponente ROYAL CLIPPER.

Desde que fuera botado, en aquel ya lejano año de 1926, y con varias circunnavegaciones sobre sus cuadernas, se estima que el KRUZENSHTERN ha podido recorrer en sus singladuras oceánicas más de 800.000 millas náuticas. Desde esta revista digital le deseamos todo tipo de parabienes en las muchas singladuras que esperamos le queden por avante a este superviviente, verdadero protagonista de la Historia de la Navegación, en cuyas páginas ya se halla inscrito por derecho propio.

©Coral y Ramiro González
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(1) El primero es el ROYAL CLIPPER, entregado a la Star Clippers en julio de 2000. El segundo, con 11,5 m. menos, es el buque escuela ruso SEDOV con base en Murmansk, construido en los astilleros F. Krupp de Kiel (Alemania) en 1.921 y botado con el nombre de MAGDALENE VINNEN, posteriormente rebautizado como KOMMODORE JOHNSEN, y pasando a la Unión Soviética tras finalizar la II Guerra Mundial.
(2) Fundada por Ferdinand Laieiz (1801-1887), quien se inició como armador con el bergantín redondo botado en 1839 y bautizado como CARL, en honor de su único hijo, del mismo nombre.
(3) El primer buque de la naviera Laeisz cuyo nombre comenzaba con “P” fue la barca de 485 toneladas y construida en 1857 bautizada como PUDEL, apodo con que era conocida Sophie, la esposa de Ferdinand Laeiz.
(4) El “Liveerpool house” era una característica de muchos veleros alemanes de aquella época, copiada a su vez de los grandes veleros ingleses construidos por la Harland & Wolff.

FUENTES:
“Grandes Veleros”, Franco Giorgetti. ISBN 84-96445-92-5
Diario «El Día», Tenerife, 21.10.2002.
Diario «El Día», Tenerife, 16.10.2003.
Diario «El Día», Tenerife, 21.10.2003.
Diario «El Día», Tenerife, 24.10.2008.

EXTRAÑOS ENCUENTROS

El océano es un inmenso mundo repleto de historias, que se repiten; unas, reales, protagonizadas por personas de carne y hueso las que, testigos, e incluso, víctimas de inusuales vivencias, nos han dejado constancia oral y documental; otras historias, aún ocurriendo de verdad, han dejado alguna bruma rápidamente «disipada» por la fantasía de muchos. Nuestros mares están surcados de estelas dejadas por barcos reales y por leyendas producto de la fértil imaginación de unos cuantos.

Y es que son muchos los barcos hallados en medio de cualquier parte, a la deriva y sin ningún tripulante. Se han descrito muchos casos, tangibles la mayoría; lo insólito son los detalles que van manifestando con el tiempo.

Uno de los últimos misterios conocidos es el referente al catamarán KAZ II de doce metros de eslora, localizado el miércoles dieciocho de abril de 2007 a unas ochenta millas de Townsville, Queensland, Australia, sobre la Gran Barrera de Coral, por un avión de los guardacostas locales; tras varios intentos fracasados de ponerse en comunicación con la tripulación a través de la radio, dieron la voz de alarma. Pero no sería hasta ese viernes en que el velero fue abordado.

Asombroso fue el descubrimiento, el motor estaba en marcha, en punto muerto, los ordenadores, incluyendo uno portátil, estaban conectados y funcionando perfectamente así como el GPS. Y cómo no, al igual que tantos otros, la mesa estaba puesta y la comida a punto. Todo estaba en orden salvo la falta de un bote salvavidas, lo que podría explicar la ausencia de los tripulantes.

De inmediato se desplegó un operativo de salvamento en el que participaron nueve aviones, dos helicópteros y cuatro botes voluntarios de rescate, rastreando un área de setecientas millas náuticas. El sábado siguiente la búsqueda, ante lo infructuoso de los trabajos, y al haberse reducido las esperanzas de hallarlos con vida, quedó reducida a los dos helicópteros y dos embarcaciones voluntarias que se limitaron a buscar entre Airlie Beach y Bowen. Al mismo tiempo, el KAZ II fue remolcado hasta la localidad de Townsville para que la policía científica comenzara su estudio forense y averiguara lo sucedido.

El único dato cierto, es que según el GPS, a lo largo del domingo quince, el KAZ II navegó con normalidad algunas horas, pero, en un momento dado, entró en una zona de fuertes vientos, circunstancia confirmada por las autoridades, las cuales notificaron la presencia de fuertes vientos el domingo y el lunes, lo que podría haber afectado a su tripulación, los hermanos Tunstead de 69 y 63 años respectivamente, y su vecino, Derek Batten, de 56, todos aficionados a la pesca y, según sus familiares, con mucha experiencia y cautela.

Habían salido aquel mismo domingo del puerto australiano de Airlie Beach con rumbo a Perth, un viaje de varias semanas, pero que, al parecer, duró sólo unas horas. Todo hacía pensar, y a juzgar por el estado de las velas −una de ellas aparecía rasgada verticalmente− , que asustados por los fuertes vientos que les azotaron, se lanzaron en el bote salvavidas, por cierto, a una zona llena de tiburones; claro que en momentos así, no es usual olvidar los chalecos salvavidas y los equipos de supervivencia; pero aparecieron intactos en el camarote.

No sabemos el destino de estos tres hombres con sus vacaciones interrumpidas, pero el asunto suscita algunas preguntas. Si fueron víctimas de fuertes vientos, cómo es posible que se hubiese encontrado la mesa perfectamente puesta y no todos los cubiertos regados por el suelo, ¿Se trataba de algún diseño que contenía imanes para sujetarse a una mesa de metal? ¿En un catamarán al capricho de un fuerte viento dan ganas de comer?

Cada vez que ocurre algo semejante el recuerdo del MARY CELESTE es inevitable, aquel célebre velero que se encontró a la deriva frente a las costas de Portugal en 1872 sin rastro de sus pasajeros y tripulación. Pero no es el único caso.

El ROSALIE, un barco de transporte de bandera francesa que había zarpado desde Hamburgo y se dirigía a La Habana, apareció el veintisiete de agosto de 1840 a la altura de Nassau, en las Bahamas, con las velas izadas y su cargamento, compuesto por vinos, frutos y sedas entre otros, intacto. La tripulación y el pasaje habían desaparecido, a excepción de un gato, algunas aves de corral y varios canarios, debilitados por el hambre. No había señales de enfermedad, ataque pirático o cualquier indicio que hiciera pensar en alguna desgracia.

En 1850 se encontró al SEABIRD cerca de Newport, Estados Unidos solo con un perro a bordo y sus instrumentos de navegación en funcionamiento. El café estaba caliente y había olor a tabaco recién fumado en los camarotes.

Cinco años después, el veintiséis de febrero de 1855, el JAMES B. CHESTER fue hallado por el MARATHON en el Mar de los Sargazos con sus velas desplegadas y a la deriva. Una vez en su interior, descubrieron que había cierto desorden pero la mercancía estaba intacta y los salvavidas en su sitio. Sólo faltaba la documentación y los compases; en todo caso, no había señales de ningún delito.

La goleta J. C. COUSINS apareció encallada en las costas de Oregón, cerca del faro de Canby en1883. Tampoco se encontraba a bordo su tripulación y la mesa estaba puesta y la cocina caliente. En su libro de bitácora se pudo observar que la última anotación fue hecha esa misma mañana sin dejar constancia de anomalía alguna.

Ya en el siglo XX, el cuatro de octubre de 1902 desapareció el FREYA. Pero apareció pocos días después cerca de Manzanillo, Cuba, sin la tripulación. El barco presentaba una escora notable y sus mástiles (era una velero de tres palos) estaban fuertemente dañados por lo que parecía haber sido víctima de una fuerte tormenta, pero en esos días no se había notificado ninguna.

El veintidós de octubre de 1944 apareció el RUBICÓN, cubano, desierto su interior, frente a las costas de Florida. La última anotación en su diario de a bordo, fue de casi un mes antes, del veintiséis de septiembre y faltaban los botes salvavidas.

En 1953, la motonave HOLCHU fue encontrado a la deriva entre las islas Nicobar y Andamar cerca de La India por el navío inglés RANEE; de la tripulación no había rastro, en la despensa se comprobó que había víveres mas que suficientes para una larga travesía y sus depósitos estaban llenos de combustible, así como su intacta carga de 7.450 toneladas de arroz, enviado por el gobierno chino a Ceilán. Su radio funcionaba, pero la tripulación no envió ningún mensaje, la única anomalía presentada eran unos mástiles rotos. La comida estaba preparada para ser servida.

El CONNEMARA IV, un yate privado, que había desaparecido en septiembre de 1955, apareció a seiscientos cuarenta kilómetros al oeste de Bermudas sin su tripulación. El JOHN AND MARY de dos palos, desapareció en abril de 1932 y apareció poco después a ochenta kilómetros al sur de Bermudas navegando, pero sin su tripulación. El yate GLORIA COLITE desapareció en febrero de 1940 y apareció a trescientos veinte kilómetros al sur de Atlanta con su interior en orden.

El misterio es obvio, las personas han desaparecido sin dejar rastro, quizá alguna circunstancia que algún día pueda ser explicada les obligó a abandonar el barco sin la mediación de piratas, locuras colectivas o extraterrestres insaciables, pero la mayoría de los casos tienen algo en común y es que, la comida estaba servida o a punto de serlo. Tal vez el más allá esté enviando su mensaje: cuidado a la hora de sentarse a la mesa en un barco:
¡CUALQUIER COSA PUEDE OCURRIR!

©Coral González