El océano es un inmenso mundo repleto de historias, que se repiten; unas, reales, protagonizadas por personas de carne y hueso las que, testigos, e incluso, víctimas de inusuales vivencias, nos han dejado constancia oral y documental; otras historias, aún ocurriendo de verdad, han dejado alguna bruma rápidamente «disipada» por la fantasía de muchos. Nuestros mares están surcados de estelas dejadas por barcos reales y por leyendas producto de la fértil imaginación de unos cuantos.
Y es que son muchos los barcos hallados en medio de cualquier parte, a la deriva y sin ningún tripulante. Se han descrito muchos casos, tangibles la mayoría; lo insólito son los detalles que van manifestando con el tiempo.
Uno de los últimos misterios conocidos es el referente al catamarán KAZ II de doce metros de eslora, localizado el miércoles dieciocho de abril de 2007 a unas ochenta millas de Townsville, Queensland, Australia, sobre la Gran Barrera de Coral, por un avión de los guardacostas locales; tras varios intentos fracasados de ponerse en comunicación con la tripulación a través de la radio, dieron la voz de alarma. Pero no sería hasta ese viernes en que el velero fue abordado.
Asombroso fue el descubrimiento, el motor estaba en marcha, en punto muerto, los ordenadores, incluyendo uno portátil, estaban conectados y funcionando perfectamente así como el GPS. Y cómo no, al igual que tantos otros, la mesa estaba puesta y la comida a punto. Todo estaba en orden salvo la falta de un bote salvavidas, lo que podría explicar la ausencia de los tripulantes.
De inmediato se desplegó un operativo de salvamento en el que participaron nueve aviones, dos helicópteros y cuatro botes voluntarios de rescate, rastreando un área de setecientas millas náuticas. El sábado siguiente la búsqueda, ante lo infructuoso de los trabajos, y al haberse reducido las esperanzas de hallarlos con vida, quedó reducida a los dos helicópteros y dos embarcaciones voluntarias que se limitaron a buscar entre Airlie Beach y Bowen. Al mismo tiempo, el KAZ II fue remolcado hasta la localidad de Townsville para que la policía científica comenzara su estudio forense y averiguara lo sucedido.
El único dato cierto, es que según el GPS, a lo largo del domingo quince, el KAZ II navegó con normalidad algunas horas, pero, en un momento dado, entró en una zona de fuertes vientos, circunstancia confirmada por las autoridades, las cuales notificaron la presencia de fuertes vientos el domingo y el lunes, lo que podría haber afectado a su tripulación, los hermanos Tunstead de 69 y 63 años respectivamente, y su vecino, Derek Batten, de 56, todos aficionados a la pesca y, según sus familiares, con mucha experiencia y cautela.
Habían salido aquel mismo domingo del puerto australiano de Airlie Beach con rumbo a Perth, un viaje de varias semanas, pero que, al parecer, duró sólo unas horas. Todo hacía pensar, y a juzgar por el estado de las velas −una de ellas aparecía rasgada verticalmente− , que asustados por los fuertes vientos que les azotaron, se lanzaron en el bote salvavidas, por cierto, a una zona llena de tiburones; claro que en momentos así, no es usual olvidar los chalecos salvavidas y los equipos de supervivencia; pero aparecieron intactos en el camarote.
No sabemos el destino de estos tres hombres con sus vacaciones interrumpidas, pero el asunto suscita algunas preguntas. Si fueron víctimas de fuertes vientos, cómo es posible que se hubiese encontrado la mesa perfectamente puesta y no todos los cubiertos regados por el suelo, ¿Se trataba de algún diseño que contenía imanes para sujetarse a una mesa de metal? ¿En un catamarán al capricho de un fuerte viento dan ganas de comer?
Cada vez que ocurre algo semejante el recuerdo del MARY CELESTE es inevitable, aquel célebre velero que se encontró a la deriva frente a las costas de Portugal en 1872 sin rastro de sus pasajeros y tripulación. Pero no es el único caso.
El ROSALIE, un barco de transporte de bandera francesa que había zarpado desde Hamburgo y se dirigía a La Habana, apareció el veintisiete de agosto de 1840 a la altura de Nassau, en las Bahamas, con las velas izadas y su cargamento, compuesto por vinos, frutos y sedas entre otros, intacto. La tripulación y el pasaje habían desaparecido, a excepción de un gato, algunas aves de corral y varios canarios, debilitados por el hambre. No había señales de enfermedad, ataque pirático o cualquier indicio que hiciera pensar en alguna desgracia.
En 1850 se encontró al SEABIRD cerca de Newport, Estados Unidos solo con un perro a bordo y sus instrumentos de navegación en funcionamiento. El café estaba caliente y había olor a tabaco recién fumado en los camarotes.
Cinco años después, el veintiséis de febrero de 1855, el JAMES B. CHESTER fue hallado por el MARATHON en el Mar de los Sargazos con sus velas desplegadas y a la deriva. Una vez en su interior, descubrieron que había cierto desorden pero la mercancía estaba intacta y los salvavidas en su sitio. Sólo faltaba la documentación y los compases; en todo caso, no había señales de ningún delito.
La goleta J. C. COUSINS apareció encallada en las costas de Oregón, cerca del faro de Canby en1883. Tampoco se encontraba a bordo su tripulación y la mesa estaba puesta y la cocina caliente. En su libro de bitácora se pudo observar que la última anotación fue hecha esa misma mañana sin dejar constancia de anomalía alguna.
Ya en el siglo XX, el cuatro de octubre de 1902 desapareció el FREYA. Pero apareció pocos días después cerca de Manzanillo, Cuba, sin la tripulación. El barco presentaba una escora notable y sus mástiles (era una velero de tres palos) estaban fuertemente dañados por lo que parecía haber sido víctima de una fuerte tormenta, pero en esos días no se había notificado ninguna.
El veintidós de octubre de 1944 apareció el RUBICÓN, cubano, desierto su interior, frente a las costas de Florida. La última anotación en su diario de a bordo, fue de casi un mes antes, del veintiséis de septiembre y faltaban los botes salvavidas.
En 1953, la motonave HOLCHU fue encontrado a la deriva entre las islas Nicobar y Andamar cerca de La India por el navío inglés RANEE; de la tripulación no había rastro, en la despensa se comprobó que había víveres mas que suficientes para una larga travesía y sus depósitos estaban llenos de combustible, así como su intacta carga de 7.450 toneladas de arroz, enviado por el gobierno chino a Ceilán. Su radio funcionaba, pero la tripulación no envió ningún mensaje, la única anomalía presentada eran unos mástiles rotos. La comida estaba preparada para ser servida.
El CONNEMARA IV, un yate privado, que había desaparecido en septiembre de 1955, apareció a seiscientos cuarenta kilómetros al oeste de Bermudas sin su tripulación. El JOHN AND MARY de dos palos, desapareció en abril de 1932 y apareció poco después a ochenta kilómetros al sur de Bermudas navegando, pero sin su tripulación. El yate GLORIA COLITE desapareció en febrero de 1940 y apareció a trescientos veinte kilómetros al sur de Atlanta con su interior en orden.
El misterio es obvio, las personas han desaparecido sin dejar rastro, quizá alguna circunstancia que algún día pueda ser explicada les obligó a abandonar el barco sin la mediación de piratas, locuras colectivas o extraterrestres insaciables, pero la mayoría de los casos tienen algo en común y es que, la comida estaba servida o a punto de serlo. Tal vez el más allá esté enviando su mensaje: cuidado a la hora de sentarse a la mesa en un barco:
¡CUALQUIER COSA PUEDE OCURRIR!
©Coral González
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