Durante las Navidades de 2009 el puerto de Santa Cruz de Tenerife fue testigo de la llegada de un singular visitante. En el dique central de la Dársena de Los Llanos, un mega-yate, blanco inmaculado, inmenso, con amplios ventanales panorámicos, cuyas líneas recuerdan a la de un sumergible, no dejó indiferente a nadie, especialmente al reparar en el árbol de Navidad, que adornaba la proa, describiendo el “original” gusto de su dueño.
Un modernísimo y audaz diseño constructivo, donde destaca su ángulo de proa invertida, lo pone en boca de muchos, algunos para mostrar su añoranza por los barcos con línea marinera tradicional y otros dando la bienvenida a la vanguardia del diseño naval, que ya se había ido quedando anquilosado.
Su propietario, el joven empresario y multimillonario ruso Andrei Melnichenko, lo bautizó como A, la inicial de su nombre y del de su esposa, la ex-modelo Aleksandra Nikolic.
Sus medidas, las del yate, son asombrosas para una embarcación de recreo: 119 m. de eslora, 18,87 m. de manga y 5,15 m. de calado, con un arqueo total de 5.500 toneladas de registro bruto y un desplazamiento de 5.959 toneladas. Su planta motriz está compuesta por dos máquinas diesel MAN RK280 (9.000 KW totales) capaces de entregar 12.070 caballos de potencia a sus dos hélices. Su velocidad de crucero es de 19,5 nudos a cuyo régimen puede recorrer unas 6.500 millas gracias a sus grandes tanques de combustible, capaces de almacenar hasta 757.000 litros. También está preparado para embarcar hasta 94.000 litros de agua potable. Su casco es de acero y la superestructura de aluminio. Está considerado como uno de los diez yates más grandes del mundo.
El A, matriculado en Hamilton (Bermudas), fue diseñado en 2003 por el arquitecto naval Martin Francis quien denominó el proyecto como “Sigma SF 99”. Sus dependencias, repartidas en tres cubiertas fueron decoradas por el famoso y laureado Philippe Starck, (célebre entre otros trabajos por el diseño de curiosos utensilios de cocina como un exprimidor de largas patas) quien escogió, para las seis suites, cuero de color claro combinado con elementos de acero inoxidable. Cuentan los susurrantes cuchicheos que el decorador y la señora Melnichenko, no acostumbrados ninguno de los dos a ser contrariados, tuvieron “diferentes puntos de vista” sobre el sentido de la decoración interior, eso sí, debates muy glamorosos como se espera de los moradores de la moda y el diseño. Dispone también el A de las dependencias necesarias para su numerosa tripulación, compuesta por unas 42 personas.
No podía faltar la piscina a popa, un helipuerto a proa y, a ambos costados se guardan en compartimentos internos sendas lanchas rápidas. Además cuenta con una amplia rampa de carga a popa.
Dispone con las últimas novedades en tecnología y seguridad, y su construcción, que tuvo lugar en los reputados astilleros alemanes Blohm und Voss, estuvo rodeada de gran discreción pues su dueño no deseaba que se hicieran públicos detalles de su diseño. Las pruebas de mar, que tuvieron lugar en el Báltico, suscitaron estupefacción en los involuntarios testigos que se hallaban por allí, y en las cuales consiguió una velocidad de 24 nudos.
Su propietario es uno de los cien hombres más ricos del mundo según la revista Forbes, lo que nos hace sospechar que en algún momento ponga a la venta el A, quizá porque ya se haya construido el B.
Buena mar para el A.
© Coral González
____________________________Principales fuentes consultadas:
Periódico El Día, de Santa Cruz de Tenerife, lunes 28 de diciembre de 2009.
Página web: http://delacontecerportuario.wordpress.com/
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