El comodoro Ernst Rolin fue un veterano capitán de la Marina Mercante alemana profundamente enamorado de la isla de Tenerife y de sus gentes. Su tránsito por esta isla del archipiélago canario nunca pasaba desapercibido; más si comandaba un buque en viaje inaugural, cual fue el caso del CAP ARCONA en el año 1927 (1). En su primera travesía este linier alemán no tenía previsto atracar en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, pero eso no afectó a la devoción sentida por Rolin hacia su querida isla: acercándose lo más posible a la costa entrando desde el norte, encendió todas las luces, lanzó bengalas y fuegos artificiales y envió un cariñoso saludo a las autoridades de la isla ―el presidente del Cabildo Insular de Tenerife era D. Francisco La-Roche (2)― a través de la radio de a bordo para que se lo transmitiesen a los ciudadanos. Por aquellos días, el simpatiquísimo comodoro Rolin jamás se hubiera podido imaginar el atroz final que el Destino tenía reservado al elegante trasatlántico alemán CAP ARCONA.
Para no confundirnos, primero hemos de recordar que a principios del siglo XX existió otro CAP ARCONA. Concretamente, en 1907 fue entregado a la naviera Hamburg- Südamerikanischen Dampfschiffahrts Gesselschaft (más conocida como Hamburg-Süd) un buque del mismo nombre, de 9.832 toneladas, que junto al CAP VILANO de 9.467 toneladas que había entrado en servicio un año antes (ambos construidos en los astilleros alemanes Blohm & Voss), se incorporó a la línea de la Plata. Terminada la Primera Guerra Mundial la flota alemana fue repartida entre los vencedores y el CAP ARCONA fue adjudicado a Francia en 1919 como compensación por daños de guerra; se le cambió el nombre por el de ANGERS. La Compañía Messageries Maritimes lo destinó a su línea de Extremo Oriente, conectando Marsella con Indochina. En 1938 fue retirado de servicio y vendido para ser desguazado en La Seyne. El 24 de abril de 1939 se incendió mientras lo estaban desmantelando. Se hundió ya carbonizado, pero en aguas poco profundas, lo que propició la continuación de los trabajos de desmantelamiento.
En la segunda mitad de los años veinte, la naviera Hamburg-Süd ya recuperada de los estragos de la I Guerra Mundial en la que perdió la casi totalidad de su flota (3), resurgió de sus cenizas (hasta 1921 se mantuvo en servicio con solo tres goletas) e inició las inversiones necesarias para recuperar el prestigio que les había caracterizado hasta el estallido de la guerra. Una vez puesta en servicio las naves de la serie “Monte” (MONTESARMIENTO, MONTEOLIVA, etc.) y los buques de pasaje CAP POLONIO, ESPAÑA, LA CORUÑA, ANTONIO DELFINO y CAP NORTE entre otros, a partir de 1922 comenzó la ampliación de su flota de carga con la construcción de nuevos buques para el transporte de mercancías, como fueron los ENTRERIOS, VIGO y TENERIFE (como se puede apreciar, la vinculación de la Hamburg-Süd con España era manifiesta).
Los reputados e históricos astilleros alemanes Blom und Voss de Hamburgo fueron la cuna de nuestro protagonista de hoy, el nuevo CAP ARCONA. Allí en sus gradas fue tomando forma un linier de 27.561 TRB, 166 m. de eslora, 26 m de manga y 12 m de puntal. Su planta motriz estaba compuesta por ocho grupos de turbinas de vapor de reducción simple que generaban una potencia de 28.000 caballos para insuflar la fuerza suficiente a sus dos hélices y conseguir así una velocidad media de 20 nudos. Fue botado el sábado 14 de mayo de 1927. Su castillo de proa de 7,5 metros de altura y su larga superestructura, rematada por tres estilizadas chimeneas, completaban una estampa marinera elegante y armoniosa a lo que contribuían su vistosa popa redonda o “de crucero” y los colores elegidos: casco negro, superestructura y chimeneas blancas, y estas últimas remataban sus extremos superiores en llamativo rojo.
Su interior mostraba gran lujo con profusión de maderas nobles, mármol y complementos dorados y bronceados. Tenía capacidad para 1.315 pasajeros (575 en primera, 275 en segunda y 465 en tercera clase). El cuidado a los pasajeros de primera quedaba plasmado tanto en las comodidades de camarotes (de dos plazas la mayoría) como en los mimos de la tripulación, sirva como ejemplo el comedor principal, con capacidad para seiscientos comensales atendidos por setenta camareros y tres maitres (uno para el desayuno, otro para el almuerzo y el tercero para la cena). Tenía una larga cubierta de paseo y justo al pie de la tercera chimenea, en popa, estaba dispuesta una cancha de tenis de medidas reglamentarias. Disponía de piscina, cine y hasta cuatro ascensores. La zona para los emigrantes era más humilde. La seguridad también estaba presente con ocho botes salvavidas por banda colgando de pescantes y pintados de color caoba. No es de extrañar que costara entorno a un millón de libras esterlinas de la época.
Su construcción finalizó el 29 de octubre del mismo año, y el 19 de noviembre siguiente se hizo a la mar en el puerto de Hamburgo con rumbo a Buenos Aires en su viaje inaugural, al mando del comodoro Rolin, protagonizando ambos, trasatlántico y capitán la anécdota narrada al principio de este relato, la cual tuvo lugar el 24 de noviembre. Doce días después de zarpar, el día 1 de diciembre, llegó a Río de Janeiro, y tres días después, el 4 de diciembre, arribó al Río de la Plata. Se impuso a la Navegazione Generale italiana y a la francesa Sud Atlantique, hasta ese momento las navieras con los buques más rápidos en esa ruta.
El 17 de enero de 1928 hizo la primera escala en Tenerife, fue todo un acontecimiento para la ciudad de Santa Cruz. Se trataba de uno de los más grandes trasatlánticos atracados en su puerto y además, ya se le había visto dos meses antes todo lo cerca que pudo pasar el Sr. Rolin. No mucho después coincidiría con el FRANCE componiendo ambos buques una de las estampas más espectaculares de las que ha sido protagonista el puerto de Santa Cruz. Aquel día de enero el CAP ARCONA amarró a las siete de la mañana y antes de marchar a las ocho de la tarde, varios grupos de pasajeros tuvieron la oportunidad de hacer excursiones para conocer la isla.
Transcurrió así su vida marinera alternando sus viajes de línea con cruceros turísticos cuando descendía la demanda de pasajes para América del Sur, sin que sufriera accidente digno de mención. Comenzó a conocérsele como “la Reina del Atlántico Sur” ya que era el trasatlántico de mayor tamaño y uno de los más lujosos que hacía aquel itinerario. Su última estancia en Tenerife tuvo lugar en mayo de 1939.
No se sabe muy bien cuál fue su actividad durante la II Guerra Mundial salvo que en ocasiones navegó como transporte de tropas por el Báltico, aunque sí se podría destacar que fue utilizado como plató para el rodaje de una versión alemana de la tragedia del TITANIC. Se trataba de una película propagandística nazi rodada en 1942 y dirigida por Herbert Selpin. Paradójicamente, el director fue detenido durante el rodaje por unas declaraciones sobre la Wehrmacht que fueron interpretadas como poco apropiadas. El rodaje lo terminó Robert Klinger.
A finales de abril de 1945 se necesitaba evacuar a más de 200.000 soldados alemanes, la balanza ya se había inclinado a favor de los aliados y Alemania quemaba sus últimos cartuchos (4). Fueron varios los barcos que lograron trasladar a las tropas y el CAP ARCONA junto al DEUTSCHLAND de 21.000 TRB lograron llegar a Lübeck. Ese puerto estaba siendo atacado por la RAF, por lo que los capitanes decidieron poner proa a Travemunde para quedar fondeados hasta que la situación mejorase, es decir, esperar a que los aliados terminasen de tomar Lübeck y entregarse a ellos. Sin embargo, al día siguiente las “fortalezas volantes” llegaron para bombardear a ambos cruceros consiguiendo hundirlos. Murieron todos sus ocupantes solo algunas horas antes de que se firmara la paz.
Esa fue, al menos, la versión oficial. Pero el Mundo es una casa muy pequeña donde todo se termina sabiendo.
Aunque una teoría diferente asegura que cuando los aliados ya estaban reduciendo el espacio de los nazis, estos, conocedores de lo que se les venía encima, decidieron ocultar las atrocidades que habían cometido durante tanto tiempo. Había que eliminar la existencia de los campos de concentración y cualquier testigo de ello. Por eso sacaron a los prisioneros de los campos y los dirigieron a Lübeck para subirlos a barcos que serían hundidos por submarinos con ellos dentro, era una forma rápida de hacer desaparecer los cuerpos. El CAP ARCONA fue uno de los elegidos, pasó de ser orgullo de los nazis para convertirse en tumba de sus enemigos. En aquellos días también se encontraban allí los cargueros THIELBEK y ATHEN además del DEUTCHSLAND. El embarque comenzó el 20 de abril. El ATHEN se vio obligado, bajo amenaza de muerte hacia su capitán, a trasladar varios miles de deportados al CAP ARCONA que se encontraba fondeado a unas dos millas y media de la costa, cuyo capitán, Heinrich Bertram, pudo entender que aquel era el final de su nave, su destino ya había sido sentenciado. En total estaban a bordo 6.500 prisioneros y 600 guardias de las SS.
El día 3 de mayo de 1945 el capitán inglés Rumbold ordenó que comenzara el ataque. Todos los buques presentes en la bahía de Lübeck fueron tiroteados y bombardeados por los cazabombarderos. De nada sirvieron las banderas blancas y la cantidad de gente que se lanzaba al agua donde probablemente sí se podría distinguir su condición de prisioneros.
Tras el severo castigo aéreo, el CAP ARCONA comenzó a escorarse, los forzosos pasajeros caían al agua sin ningún tipo de protección, los chalecos salvavidas y cualquier elemento que hubiese servido para mantenerse a flote habían sido inutilizados (el objetivo era hundirlo en alta mar con los prisioneros dentro). Los desdichados que lograron llegar a tierra fueron víctima de las balas de los soldados alemanes. Algunos pocos afortunados pudieron salvarse gracias a la generosidad de los pescadores que los recogieron. Los otros barcos sufrieron la misma suerte.
El respeto a las víctimas nos impide abundar en los detalles de tan macabra tragedia, baste decir que hasta el año 1971 seguían llegando restos óseos a las playas de la zona.
Los aliados festejaron el final de la guerra como los triunfadores que fueron, la Historia ha dejado escrito en sus páginas las penas a las que fueron condenados los perdedores, pero ha ocultado este lamentable episodio que como mínimo se puede calificar como vergonzoso. Nadie llamó “criminales de guerra” a los monstruos que perpetraron tamaña carnicería. A día de hoy no sirve la excusa referente al ataque sufrido por un avión aliado algunas horas antes de que se desatara el infierno. Adujeron que el avión volaba a diez mil pies y por eso no pudo ver la situación de los barcos, pero sí notaron el ataque. Curioso. Y otra cuestión, los servicios secretos funcionaban a toda máquina en aquellos tiempos, y sin embargo no llegó la noticia de tal cantidad de personas caminando por aquellas carreteras custodiados por soldados nazis con la poca delicadeza que siempre les caracterizó. En pleno siglo XXI ya nadie cree que los mandos aliados desconocieran la naturaleza de la operación de “limpieza” de los campos de prisioneros.
Cuentan los submarinistas que descienden a la zona, dieciocho metros como máximo, que apenas se puede identificar un amasijo amorfo. Algunos restos visibles en el fondo dejan trazas de lo ocurrido tanto tiempo atrás. Pero lo que más llama la atención es la ausencia de vida como si la Naturaleza se negara a olvidar, y dejar olvidar, que aquel fue un lugar de un horror inimaginable para las víctimas y para el resto de la Humanidad…
No fue este el final que se hubiera merecido tan magnífico buque que, orgulloso, había paseado el lujo y la elegancia por las aguas del Atlántico, dejado huella en los puertos donde había atracado y generado buenos recuerdos en quienes viajaron en su seno.
Descansa en paz, CAP ARCONA.
© Ramiro y Coral González.
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(1).- Existe constancia de que, ya en 1922, el Comodoro Rolin había visitado el puerto de Santa Cruz de Tenerife al mando del vapor de bandera alemana CAP POLONIO de 22.000 toneladas, al mando de cuyo buque también realizó el primer crucero entre Buenos Aires y la Unión Soviética, llegando a convertirse en un personaje de gran popularidad entre los pasajeros (brasileños y argentinos) tanto por su excelente cualificación profesional como por la finura y amabilidad con que regalaba a cualquier persona con la que trataba.
Santa Cruz de Tenerife ha honrado la memoria de este singular personaje dándole el nombre de una calle de la ciudad.
(2).- D. Francisco de Asís La-Roche y Aguilar (1886-1948), tras haber sido alcalde de Santa Cruz de Tenerife entre 1924 y 1925, fue Presidente del Cabildo Insular de Tenerife en dos etapas diferentes, de 1927 a 1930 y de 1939 a 1943. También fue Presidente de la Junta de Obras del Puerto de Santa Cruz de Tenerife desde 1938 hasta 1948, bajo cuyo mandato se llevaron a cabo notables obras de ampliación de la infraestructura portuaria entre 1942 y 1947.
La ciudad de Santa Cruz de Tenerife ha querido distinguir su recuerdo otorgando su nombre a la principal avenida marítima de la ciudad, por ser promotor de la misma.
(3).- En el momento del estallido de la I Guerra Mundial, la Hamburg-Süd poseía 56 trasatlánticos en servicio, totalizando más de 325.000 toneladas de registro bruto.
(4).- Para tener una visión general de los momentos finales de la guerra en Alemania, referimos sucintamente la cronología bélica de los últimos días de abril de 1945:
El 23 de abril, Hamburgo es ocupado por los aliados, al mismo tiempo que los soviéticos entran en Bohemia. Al día siguiente, algunos barrios de Berlín son ocupados por el ejército soviético. La ciudad está a punto de ser rodeada. El día 25, Berlín queda completamente rodeada. Durante el día siguiente la capital es sometida a un severo bombardeo por parte del ejército soviético, tras lo cual comienza el combate casa por casa. El día 27, tras la descomposición de la resistencia alemana, se acaba conquistando el aeropuerto capitalino de Tempelhof. Al día siguiente el ejército canadiense toma posesión de la base naval de Wilhemlshaven. El día 29 el fuego artillero soviético tiene como objetivo el edificio de la Cancillería, terminando con la rendición de los defensores del Reichtag. Al día siguiente, Hitler se suicida en compañía de su ya esposa Eva Braun.
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