domingo, 4 de julio de 2010

TRADICIÓN MARINERA EN DINAMARCA: FRAGATA DANMARK



La segunda mitad del S. XIX fue testigo de sesudas discusiones en Dinamarca sobre la viabilidad de preparar a los futuros oficiales de la Armada de un modo eficaz, esto es, practicando en su medio natural: el barco. Para poner a prueba esta tesis, se adecuó el velero DEN DYNKERDER BOJERT. Ante el éxito obtenido, el Gobierno danés habilitó como buque-escuela a la corbeta INGOLF. Se trataba de un barco mixto de 1.022 TRB, con un motor de 670 HP, pero capaz de desplegar un considerable velamen. Cuando en los primeros años del S. XX ya quedó obsoleto, la Armada optó por sustituirlo, pasando el INGOLF a ser buque-escuela de la marina mercante.

También destacamos la fragata GEORG STAGE, encargada por el armador C. F. Stage en el año 1880 a los astilleros Burmeister and Wain - B&W, de Copenhague. Botada en 1882, durante muchos años hizo cruceros de instrucción por el Mar Báltico y por el Mar del Norte. Sus escasos 30 m. de eslora provocaron que, para el máximo aprovechamiento del espacio, sus botes salvavidas colgaran de pescantes de pico de ganso por fuera de la borda; aunque no era esta su única peculiaridad, en la mitad de su eslora lucía una chimenea telescópica. El 25 de junio de 1905 sufrió un tremendo accidente cerca de Copenhague al ser abordada por el vapor inglés ANCONA. Se hundió en pocos minutos tras la colisión, muriendo los 22 cadetes que ese momento dormían en el sollado. Después de ser reflotada, reparada y modernizada pudo continuar con su vida marinera. El 29 de agosto de 1934 el conocido escritor australiano Alan Villiers (Melbourne 1903 - Oxford 1982), enamorado de la navegación a vela, autor entre otros libros de “La campaña de la goleta ARGUS” (ediciones Trea, 2007), lo compró con la intención de dar la vuelta al mundo. Le cambió el nombre por el de su admirado JOSEPH CONRAD. Tras su periplo fue vendida en 1936 a un multimillonario norteamericano quien la disfrutó durante tres años. En 1939 la cedió a U. S. Shiping Board que la dedicó a buque de instrucción (era su sino) hasta 1947, año en que pasó a formar parte del Museo Marítimo de la tranquila ciudad de Mystic, en Connecticut.

La familia Stage quería mantener el recuerdo de su hijo Georg en otro barco; y encargaron una nueva fragata a los astilleros Frederdshaven. Se trataba de una reproducción, pero mejorada, de su antecesora. A esta nueva GEORG STAGE también le colocaron el mascarón de proa que representaba al joven Georg, gran amante del mar y muerto a los 22 años por tuberculosis. Mantuvo su espíritu de seguir preparando a jóvenes en el oficio marinero, quienes esta vez no embarcaban en una fragata con popa de espejo sino elíptica, con adornos inspirados por los clippers. Sólo ha parado en una ocasión: la deplorable Segunda Guerra Mundial. En la actualidad continua con su labor de formación, además de participar en importantes regatas de alto bordo. Pasea su delicada estampa por los mares del Norte y Báltico.

Pero Dinamarca ha tenido diversos buques-escuela importantes y no podemos dejar de mencionar algunos de ellos, como la robusta goleta POSEIDON de 147 toneladas que fue botada en 1862 en Hoogezand bajo la contraseña del naviero H. C. Christensen. Tiempo después fue vendida a la firma sueca H. K. H. Pohlmann. Pasó por distintas manos, e incluso cambió de nombre, siendo rebautizada como FORTUNA. En 1907 fue al desguace de puro vieja.

Otro a destacar es la VIKING, resultado de un proyecto para el que se fundó a principios del siglo XX la Atkies Den Danske Handelsflaades for Befalinsmend, con el objeto de construir un gran velero que sirviera de escuela para la formación de marinos mercantes. Nace así una bricbarca de cuatro palos y 3.000 toneladas, la cual fue bautizada con gran ceremonia el 1 de diciembre de 1906 por la princesa Alejandrina Augusta de Mecklenburg-Schwerin (1879 – 1952), esposa del heredero de la corona, el futuro Christian X.

No tuvo un buen comienzo; en marzo de 1907, cuando estaba a punto de ser entregada, una ráfaga de viento en medio de un temporal la escoró. Sus palos causaron graves destrozos en las techumbres de los almacenes cercanos; toda la arboladura resultó inservible. Aunque quedó sin poderse adrizar —aún no había sido lastrada—, el casco no sufrió daño alguno. Una vez reparada pudo entrar en servicio. En su primer viaje dobló el Cabo de Hornos. Después de diversos avatares incluidos su venta a la naviera finlandesa Erikson y su casi desguace a finales de la década de los años cuarenta del siglo XX, el municipio de Gothenburg la adquirió y en la actualidad funciona como restaurante.

Tampoco podemos olvidar uno de los veleros más emblemáticos de la Historia, la KØPENHAVN. Fue el segundo de ese nombre. El primero sufrió tales transformaciones durante la Primera Guerra Mundial, que terminó sus días como pontón petrolero en Gibraltar, hasta que en la década de los años sesenta fue desguazado. Después de la Gran Guerra, la Compañía propietaria del primero, Ostasistiske Kompagnie, volvió a encargar a los astilleros otra goleta de cinco palos, 112,3 m. de eslora, y 3.912 TRB., con el mismo nombre. Así, la nueva KØPENHAVN fue entregada en septiembre de 1921, pasando a convertirse en uno de los veleros más bellos del mundo… y desafortunado. Tras haber desarrollado una decena de viajes que le llevaron por los cinco continentes, un día de diciembre de 1928 se hizo a la mar en Montevideo rumbo a Australia, y después de cruzarse con el vapor noruego WILHELM BLUMER, al que le envió un mensaje comunicándole que había recorrido 1.500 millas desde que zarpó sin dar señales de alarma ninguna, simplemente desapareció. Nunca se supo más de la KØPENHAVN ni de su tripulación compuesta por 15 oficiales y marineros profesionales, más los 55 cadetes que iban al mando del experimentado capitán H. F. Anderson.

Tras el luto debido, fueron muchas las voces que se elevaron en Dinamarca, exigiendo la construcción de un nuevo buque-escuela del que sentirse orgullosos. Comenzó así el trabajo del diseñador Aage Larsen quien ideó una fragata con casco de acero y cubierta de madera de teca, con un arqueo de 790 TRB, con una eslora de 77 m. —eslora total del extremo del bauprés a la botavara de la cangreja—, una manga de 10 m. y un calado de 4,47 m. En sus tres palos podría desplegarse un velamen de 1.636 m² formado por 27 velas cuadradas, lo cual no impidió que se le instalara un motor Frinchs de 486 HP. El casco, en cuya proa destaca un mascarón dorado que representa al dios de los mares Neptuno, fue construido con doble fondo y se dividió en varios compartimentos estancos. Fue proyectado para poder alojar a 19 oficiales y marineros, además de 80 cadetes.

Resbaló por la grada de los astilleros Nakskov Skibs, Dinamarca, el 19 de diciembre de 1932 bajo la atenta mirada del primer ministro Th. Stauning. Se equipó con los más modernos adelantos de su época para que la seguridad y comodidad en la mar estuviesen garantizadas en lo posible. Su costó ascendió a 635.000 coronas danesas y fue bautizado con el nombre de su país, DANMARK.

 Sin embargo, ya había existido un buque con el nombre DANMARK. Se trataba de una fragata blindada encargada por los confederados durante la Guerra Civil Americana. Se construyó en los astilleros Clyde Bank Foundry Co. Thomson de Glasgow, Escocia. Fue botada el 21 de mayo de 1862 y entregada en octubre de 1864. Su desplazamiento era 4.770 TRB, con una eslora de 80,16 m., una manga de 14,59 m, y un calado de 6,43 m.; el blindaje del casco era de 4,5 pulgadas. Estaba aparejada con tres mástiles y una máquina de vapor de 1000 cv. Alcanzaba una velocidad de 8,5 nudos y precisaba para funcionar en condiciones operativas nada más y nada menos que 530 tripulantes. Mientras se construía se le pusieron varios nombres: SANTA MARÍA, FRAGATA Nº 61, BLINDADO DEL NORTE o EL MONSTRUO MARINO ESCOCÉS. Muchos nombres para un barco tan pobremente construido. Pero la presión del Gobierno norteamericano consiguió que el Gobierno británico la embargara. Todavía en construcción, los confederados consiguieron vendérsela a Dinamarca, que en esos días tenía un conflicto bélico con Prusia. Pero la guerra terminó, y la fragata todavía se seguía construyendo. Los daneses consideraron venderla también, pero el único país que se interesó fue Perú, cuyo presidente cambió de idea al comprobar que se necesitaba una gran cantidad de hombres para formar su tripulación. Dinamarca decidió entonces quedársela pero haciéndole algunas modificaciones. Finalmente fue bautizada como DANMARK, siendo la primera fragata con ese nombre. En 1893 fue convertida en buque-escuela, pero el 22 de noviembre de 1900 fue dada de baja. Siete años tardó en verificarse su negro destino pero, finalmente, fue desguazada en 1907.

Volviendo a lo que nos ocupa, el 15 de junio de 1933 la DANMARK diseñada por Aage Larsen fue entregada por sus constructores al Gobierno danés. Tras un viaje de preparación y adaptación a la vida marinera comenzó su viaje inaugural al mando del capitán Akerson.
 Hizo escala en el puerto de Santa Cruz de Tenerife (Islas Canarias) el primer día de noviembre de 1933 con 135 personas a bordo entre tripulantes y alumnos.

Ese día, como todos por aquella época, había gran actividad en el puerto santacrucero, que por aquellas fechas se encontraba en fase de ampliación con la construcción de los primeros 300 metros del Dique del Este. En el Muelle Sur estaban atracados los correillos LA PALMA (1) y LEÓN Y CASTILLO (2), el petrolero italiano FORMIA y los fruteros SIL, BAJAMAR y LORIENT. Se acercaba el GUANCHE a tierra en demanda de puerto, y el práctico tenía pendiente acompañar a los trasatlánticos ELISABETH VILLE de 8.351 TRB y ORINOCO de 10.372 TRB que le esperaban frente a la entrada del puerto. Pero el momento de emoción de ese día lo protagonizó la fragata DEUTSCHLAND (1927), de 88,50 m. de eslora y 8.799 TRB, la cual iba al mando del capitán Zatouiki quien llevaba a su cargo 108 tripulantes, la mayoría de ellos cadetes. Dejaban el puerto de Santa Cruz arrumbando hacia Río de Janeiro y se cruzó con la recién inaugurada DANMARK en su llegada a Tenerife. Hacía mucho tiempo que en Santa Cruz de Tenerife no se veían grandes veleros, y ver dos en pleno movimiento evocó otras épocas.

La fragata DANMARK, encariñada con la isla canaria de Tenerife, tuvo al puerto de Santa Cruz como parada fija en todos sus viajes. Solo se ausentó durante la Segunda Guerra Mundial. Al comienzo de este conflicto bélico, el velero se encontraba en Nueva York, comisionado como embajada de Dinamarca en la Feria Mundial (3) que en esos días se celebraba en la ciudad del Hudson, nuevamente. Ya había sido celebrada del 30 de abril al 31 de octubre de 1939, pero ante el éxito obtenido se decidió reabrirla desde el 11 de mayo al 27 de octubre de 1940 bajo el inoportuno lema de “Construyendo el mundo del futuro”, precisamente en unos días en que se había empezado a destruir el mundo de aquel presente. Pero a las 4:15 horas del martes 9 de abril de 1940 se ejecutó la Operación “Weserübung” por la cual Alemania ocupó Noruega y Dinamarca. Como consecuencia de estos acontecimientos, la DANMARK recibió la orden de no regresar a Europa. Fue llevada a Jacksonville, Florida, donde fue desarmada. Permaneció así casi dos años. Su tripulación fue embarcando poco a poco en mercantes que necesitaban personal.

El lunes 8 de diciembre de 1941, es decir, justo el día después del ataque a Pearl Harbour, el capitán de la DANMARK, Knud L. Hansen (a su mando desde 1937) ofreció su buque a las autoridades americanas. Se izó la bandera norteamericana a bordo mientras se ponía rumbo a New London donde llegó el 3 de enero siguiente. Allí, el capitán Hansen y sus oficiales se encargaron de adiestrar a centenares de jóvenes americanos en calidad de cadetes siguiendo el programa danés.

El 26 de septiembre de 1945 acabó su trabajo de preparación de marinos norteamericanos y volvió a izar otra vez su bandera danesa tras la llegada de la paz. El capitán Hansen recibió una placa conmemorativa en agradecimiento por el excelente trabajo llevado a cabo por la fragata durante los duros tres años y ocho meses de guerra entrenando cadetes.

Como curiosidad destacamos el cambio que provocó la fragata DANMARK en algunas costumbres de la Armada estadounidense: la Guardia Costera quedó tan satisfecha con la formación adquirida que usó el velero HORST WESSEL, botín de guerra para el Gobierno americano, como buque-escuela. Por supuesto lo rebautizaron y hoy en día sigue siendo el esplendoroso y emblemático EAGLE.

Durante el tiempo que estuvo ausente de Dinamarca, de los 120 cadetes que llevaba la DANMARK a su bordo cuando estalló la guerra, 10 lograron el despacho de capitán antes de haber cumplido los 21 años, los demás lo consiguieron con posterioridad. Lamentablemente, 14 de ellos jamás regresaron a casa: perecieron víctimas de la guerra.

Finalizada la guerra, continuó su labor de instrucción de nuevas generaciones de futuros marinos, pero en febrero de 1958 recibió una muy mala noticia, el Parlamento danés decidió suprimir el requisito de servicio obligatorio en veleros para los aspirantes a oficiales. Comenzó una trepidante etapa de conversaciones y acuerdos que salvaran su razón de ser. Afortunadamente, una serie de convenios firmados entre el Gobierno de Dinamarca y algunas navieras garantizaron la continuidad de la fragata DANMARK como buque-escuela.

Durante todo este tiempo no descuidó sus visitas anuales al puerto de Santa Cruz de Tenerife, donde siempre tenía lugar recepciones de oficiales y autoridades, visitas a la isla, y la muestra del cariño mutuo y sentido entre el velero y la ciudad.

Como muestra cabe destacar su visita el viernes 21 de septiembre de 1973. Ese día, junto a la DANMARK, llegó al puerto santacrucero el portacontenedores SEGRE de la naviera Pinillos S.A., en viaje inaugural recién incorporado a la línea Canarias-Barcelona (111,50 m. de eslora, 15,75 m. de manga, 5,80 m de calado, 1990 TRB y con capacidad para 100 contenedores tipo 155-200). En el puerto se encontraba también el trasatlántico ANGELINA LAURO (4) en crucero de turismo. La fragata DANMARK llegó a las nueve de la mañana con la intención de permanecer hasta el martes siguiente. Procedía de Copenhague y Lisboa con destino a Cádiz. Traía a bordo 18 oficiales y 80 alumnos de Escuela Naval Militar danesa.

Una hora después de atracar se inició la habitual visita de cortesía de la autoridades locales. A las 13.30 h. comenzó el almuerzo marinero en honor a la prensa, radio y televisión, lo cual también se había convertido en tradición. Pero aquel era un día especial. La ciudad de Santa Cruz le tenía reservada una sorpresa a la querida DANMARK. Se invitó a la tripulación a acompañar a las autoridades municipales a visitar la calle que llevaría el nombre de la fragata. El entonces Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Santa Cruz y gran amante de su puerto y de todos los barcos que allí atracaban, don Juan Antonio Padrón Albornoz (5), después de haber hecho notar que la ciudad no había tenido ningún detalle con su propio puerto, consiguió la firma de una Resolución del Ayuntamiento en mayo de 1973 por la cual, una importante calle de la ciudad llevaría el nombre del velero danés. Después de la visita, el alcalde D. Ernesto Rumeu de Armas, ofrecería un vino de honor en el selecto Hotel Mencey de la capital tinerfeña.

En los días posteriores la tripulación visitó los lugares más emblemáticos de Tenerife en varias excursiones organizadas al efecto. Finalmente, día 25 el velero se hizo a la mar despidiéndose del puerto de Santa Cruz hasta la siguiente visita.

El aprecio que la ciudad de Santa Cruz profesaba a esta fragata volvió a hacerse patente a principios de febrero de 1974 en que retrasó su llegada debido al mal tiempo. Su visita se esperaba para el viernes 8 de febrero a las ocho de la mañana procedente de Mallorca para luego dirigirse a las Islas Salvajes. Estaba previsto que zarpara una semana después y disfrutara del inicio de su famoso carnaval, en aquellos años denominado “Fiestas de Invierno”. Un temporal en alta mar dificultaba su acercamiento al archipiélago canario y la preocupación crecía en el puerto santacrucero. Al día siguiente se seguía sin tener noticias de la fragata, aunque no era de extrañar, venía al mando del capitán Benson, conocido por no avisar de las llegadas; aún así se esperaba que finalmente enfilara la bocana del puerto el miércoles 13 de febrero, como así ocurrió. Y zarpó cuando estaba previsto, es decir el viernes siguiente, configurando la visita más corta de las 30 escalas hechas hasta ese momento, con el desconsuelo de todos aquellos que disfrutaban con la estampa del velero recortada contra el macizo de Anaga.

Siguió desempeñando su función de buque-escuela, haciendo dos viajes de instrucción anuales de cinco meses cada uno: después de los trabajos de carena, la DANMARK zarpaba cada agosto, desde Copenhague tocando distintos puertos europeos, sin olvidar los canarios, y terminaba en la Spezia justo antes de Navidad. Después de unas merecidas vacaciones, zarpaba de la Spezia hacia el continente americano, pasando nuevamente por Canarias, regresando a Copenhague, y vuelta a empezar. Tenía dos capitanes, uno para cada viaje.

A principios de la década de los noventa del siglo XX, se le acometió una gran carena e inició una nueva rutina de instrucción: hasta 2001 solo haría un viaje docente al año. Fue la última vez que visitó el puerto de Santa Cruz de Tenerife… hasta el atardecer del lunes 13 de julio de 2009 en que, proveniente de Las Palmas, su reconocible silueta volvió a surgir blanca, blanquísima, señoreando el horizonte, para entrar majestuosa en la capital tinerfeña, abrazando con su blancura a la ciudad toda.

Quedó atracada en la segunda línea del muelle sur del puerto tinerfeño hacia las 19 horas de aquel día, dando su largo de proa al noray 33 y su largo de popa al noray 28, y quedando a disposición del pueblo tinerfeño que pudo visitarla en su horario habitual.

Tampoco esta vez se olvidó la vieja tradición. Las autoridades locales fueron recibidas a bordo en la tarde del martes 14 y su capitán, Kurt Andersen, acompañado por la consul danesa Merete Stage-Jantzen, visitó el Parlamento de Canarias, siendo recibido por su presidente D. Antonio Castro Cordobez.

Tras volver a pintar de poesía marinera el puerto de Santa Cruz durante tres días, el jueves 16 partió rumbo a Charleston, Estados Unidos, con sus 15 oficiales y 80 alumnos a bordo, dejándonos el deseo y la esperanza de un próximo regreso.

Hasta pronto, DANMARK.



© Coral González.

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(1).- Para saber más sobre el Correillo LA PALMA, consultar el siguiente enlace de este blog: http://escoben.blogspot.com/2009/06/correillo-la-palma.html

(2).- Para saber más sobre el Correillo LEÓN Y CASTILLO, consultar el siguiente enlace de este blog: http://escoben.blogspot.com/2009/05/correillo-leon-y-castillo.html

(3).- Una curiosidad, durante la Feria Mundial de Nueva York, ubicada en Flushing Meadows Park, fue enterrada, a 15 m. de profundidad, una cápsula, llamada del tiempo, que no puede ser abierta hasta el año 6939, es decir, 5.000 años después de celebrada la Feria, en la que se guardan manuscritos de Einstein y Thomas Mann, algunos ejemplares de la revista Life, un dólar, una muñeca, una cajetilla de una conocida marca, semillas de distintas plantas y miles de textos microfilmados. Por si quieres saber dónde se encuentra esta cápsula te damos la información precisa: 40º44’34.089’’N 73º50’43.842’’W.

(4).- Para saber más sobre el ANGELINA LAURO, consultar el siguiente enlace de este blog: http://escoben.blogspot.com/2003/06/angelina-lauro_08.html

(5).- Para saber más sobre la figura de D. Juan Antonio Padrón Albornoz, consultar el artículo “Padrón Albornoz: Palabra de mar” publicado en este blog:

http://escoben.blogspot.com/2009/05/padron-albornoz-palabra-de-mar.html

Principales fuertes consultadas:

Periódico “El Día”, martes 11 de agosto de 1970. Artículo: “Con ocasión de la regata Plymouth-Tenerife vino la fragata Danmark”.

Periódico “El Día”, viernes 21 de septiembre de 1973. Sección “El Puerto es lo Primero”, fdo.: Interino. Sección “La Isla y los barcos”, artículo “Hoy llegará la Danmark, buque-escuela de la Marina Mercante Danesa”, fdo.: Juan A. Padrón Albornoz.

Periódico “El Día”, sábado 22 de septiembre de 1973. Sección “El Puerto es lo Primero”, artículo “Ayer arribó la fragata Danmark”; artículo “La historia de la Danmark”, fdo.: Juan A. Padrón Albornoz.

“El Gran Libro de los Veleros”. Autor: Ollivier Puget. Edita: Editors, S. A. – Iberlibro. 2002.

“Grandes Veleros”. Autor: Franco Giorgetti. Edita: Ediciones LU – Librería Universitaria de Barcelona, S. L. 2007.

“El Puerto de Santa Cruz de Tenerife, un recurso pedagógico para la enseñanza”. Autor: José Manuel Ledesma Alonso. Edita: Puertos de Tenerife – Autoridad Portuaria de S/C de Tenerife. 2005.

“Los presidentes del Centenario”. Autor: José Manuel Ledesma Ramos. Edita: Puertos de Tenerife – Autoridad Portuaria de S/C de Tenerife. 2008.

REFRANERO MARINERO

El que veló, sondó, y desconfió, jamás se perdió.

GALERÍA FOTOGRÁFICA























© escobén

OBJETOS SUBMARINOS NO IDENTIFICADOS (OSNIS)

Hoy, en nuestro apartado de Misterios y Leyendas, vamos a abordar un tema que para algunos puede resultar uno de los disparates más descomunales que haya creado la fantasía humana y para otros, sin embargo, podría constituir un enigma fascinante. Al libre albedrío de nuestros lectores, como siempre, lo dejamos.

Entre agosto y septiembre del año 2001, cerca de Pond Inlet, en la isla canadiense de Baffin, sorprendidos testigos observaron con estupor la aparición de extraños objetos que, aunque bajo las aguas, navegaban muy cerca de la superficie. Muchos fueron seducidos por el recuerdo de la obra de Julio Verne “20.000 leguas de viaje submarino”. Los espectadores, sin salir de su asombro, describieron oleajes descomunales y extraños cuerpos en el agua. Durante ese período la ausencia de fauna marina fue notable según los pescadores locales.

No fue un fenómeno único. Años antes, en noviembre de 1973, la tripulación de un transbordador noruego creyó ver un periscopio saliendo del agua cuando navegaban cerca del fiordo Sognefjorden. Otros navíos lo detectaron a través de sus sonares. Se trataba de una enorme mole de índole no biológica. La preocupación por la presencia de tan extraño objeto creció hasta tal punto que se acabaron concentrando en la zona hasta 30 navíos de guerra, así como algunos helicópteros y aviones antisubmarinos de la OTAN, temerosos de que se tratara de un submarino soviético. Se había decidido hacerlo emerger a costa de lo que fuere, así que llegado el momento comenzaron a lanzar cargas de profundidad. Su presencia era innegable, los sistemas de detección así lo confirmaban. Pero en el preciso instante en que comenzó el ataque, los aparatos de a bordo de la flota comenzaron a comportarse de un modo anómalo. Cuando las comunicaciones se restablecieron, el enorme “submarino” había desaparecido de sus pantallas. Lo insólito es que en aguas noruegas, suecas y groenlandesas se han detectado este tipo de fenómenos desde los años cincuenta.

Una década antes del suceso anterior, 1963, en unas maniobras de la Armada norteamericana en aguas de Puerto Rico en las que participaba el portaaviones WASP y cuatro submarinos, fue detectado un objeto que se movía bajo el agua a una velocidad asombrosa. Estuvo presente en las pantallas durante cuatro días y finalmente desapareció sin haber podido ser identificado. En otras ocasiones, las “inexplicables” colisiones y averías sin aparente razón, fueron explicadas con tan poco acierto que sólo se podían sacar dos posibles conclusiones: las autoridades mentían o la calidad de los submarinos y buques involucrados, así como la pericia de sus respectivas tripulaciones era más que deficiente.

Estos y otros “avistamientos” de OSNIs se han repetido durante varios años, concentrándose entre Escandinavia y Canadá en el hemisferio norte, y la costa oriental de América del sur. Siempre en zonas cercanas a los círculo polares. La mayor parte de ellos, y se cuentan por centenares, en fechas posteriores al comienzo de la guerra fría, aunque no olvidemos que hay algunos relatos del S. XIX.

Todo esto ha disparado las elucubraciones, considerando muchos que se trata de submarinos nazis. Ayuda a esta teoría el extraño caso acontecido poco tiempo después de acabada la Segunda Guerra Mundial cuando, el 10 de julio de 1945, apareció repentinamente en el puerto del Mar de la Plata en Argentina, un moderno submarino oceánico de combate alemán de gran autonomía, el U-530, que comunicó su rendición a las autoridades argentinas. Varios fueron los detalles que dejaron a los militares locales estupefactos:

En primer lugar, la extrema juventud de la tripulación; su capitán, Otto Wermouth tenía veinticinco años, y el resto de la dotación apenas había abandonado la adolescencia. También llamó la atención de los inspectores el escaso combustible, que contrastaba con la enorme cantidad de víveres encontrados a bordo, sin embargo no hallaron munición ni las armas asociadas a un buque de aquellas características; parecía más un carguero que un buque de combate. Pero las sorpresas no terminaban ahí, otra mercancía despertó la curiosidad de los oficiales argentinos: si la tripulación no fumaba y la totalidad del submarino era un “espacio libre de humos”, ¿Qué hacían a bordo 540 grandes cajas llenas de cigarrillos?

Más tarde se tuvo conocimiento de que el submarino había salido de Alemania el 19 de febrero de 1945, recalando algunos días después en Noruega desde donde se zarpó rumbo a Dinamarca. De allí arrumbó el 2 de mayo hacia las Islas Canarias, y a partir de aquí ya navegó emergido durante cinco largos meses hasta llegar a aguas argentinas. Su radio fue desconectada, por ello no tuvieron noticia de la rendición. Pero no acabó aquí la sorpresa del Gobierno de Argentina porque semanas después, el 17 de agosto, apareció otro submarino nazi, el U-977, el cual, al igual que el otro y con similar ruta, había navegado en inmersión durante dos meses (utilizando el sistema snorkel) y emergido durante los tres meses siguientes; en este caso había sido capturado por un rastreador de la Armada argentina en una patrulla de rutina.

Luego se supo que el 4 de junio anterior había aparecido otra nave frente a Leixoes en Portugal. En este caso fue una avería en las máquinas lo que provocó su rendición. En los tres casos, los submarinos iban sobrecargados de miembros de la tripulación, todos muy jóvenes y solteros, con grandes cantidades de víveres y cigarrillos y, además, algo muy interesante, la identificación de los submarinos parecía ser falsa: correspondía a submarinos de mayor antigüedad ya retirados por obsoletos y deteriorados.

Muchos concluyeron que se trataba de parte de un convoy con destino desconocido. Pero si estaban en lo cierto nadie lo ha corroborado de un modo oficial, entre otras cosas porque, desde un principio, expertos norteamericanos tomaron el mando del asunto aislando a los tripulantes sin que jamás se supiera de su paradero ni de los interrogatorios a los que seguramente fueron sometidos.

La ausencia de información siempre provoca la aparición de todo tipo de opiniones, unas más acertadas que otras. Una de las especulaciones existentes al respecto es curiosa. Debemos remontarnos al siglo XIX:

En 1873, Alemania inició una entusiasta actividad de exploración de la Antártida organizada por la Deutsch Polarschiffahrtsgessellschaft (Sociedad Alemana de Viajes Polares). Una de ellas fue encabezada por el alemán Eduard Dallmann (1830-1896), quien embarcó en el GRÖNLAND, primer barco de vapor que exploraba tan gélidas latitudes, y descubrió la isla Kaiser Wilkelm además de nuevas regiones y pasos en el helado continente. Durante los sesenta años siguientes, hasta 1933, se organizaron otras ocho expediciones. En 1929, el estadounidense Richard Byrd, (1888-1957), había sobrevolado parte de la Antártida y rodó una película que fue proyectada algunos años después, en noviembre de 1938, en Hamburgo ante ochenta y dos asistentes, de los cuales cincuenta y cuatro eran miembros de la misión Schwabenland. Byrd fue invitado por la Sociedad Alemana de Viajes Navales Polares, organizadora de dicha expedición. El iniciador de este proyecto fue el dirigente nazi Hermann Goering (1893-1946), y por lo tanto, estaba implicada la Luftwaffe alemana, de cuyo cuerpo fue jefe supremo; el mando de la expedición lo ostentaba el capitán Alfred Ritscher (Alemania 1879-1963). Según algunos testigos, en el buque que se usó para este viaje, el SCHWABENLAND, y que fue especialmente adaptado en los astilleros de Hamburgo, habían sido embarcados hidroaviones Dornier “Wale” de 10 toneladas y también se había estibado moderna maquinaria de construcción y tunelación, propia para la realización de “misteriosas” obras de ingeniería. Entre ellas una importante estructura con la que construir una base, a la que bautizarían con el nombre de “Neuberlin”. Eso explicaría porqué en aquel año de 1938 no escatimaron en utilizar un presupuesto de tres millones de marcos de la época para esta expedición y, habida cuenta de que por aquel entonces no existían tratados internacionales sobre el Polo Sur de ninguna índole, Alemania acabó por reclamar, ese mismo año 1938, la soberanía sobre una gran extensión de terreno a la que llamaron Newschwabenland.

Durante la Segunda Guerra Mundial, el almirante Dönitz, jefe de la flota de submarinos, declararía:“la flota alemana de submarinos está orgullosa de haber construido para el Führer, en otra parte del mundo, un Shangri-La, una fortaleza inexpugnable”. A esta sorprendente manifestación, le siguió otra revelación no menos enigmática en 1943: “La flota de submarinos habrá amarrado en algún punto del Polo, en algún lugar paradisíaco”. No especificó dónde. No debemos olvidar que la flota de submarinos alemana era la más perfeccionada del mundo. Existe la sospecha, no infundada, de que construyeron submarinos antisónar, de propulsión electrónica, desmontables, muy veloces, y de gran capacidad para hombres y mercancías. Pero la documentación de la armada submarina nazi referente a la táctica, objetivos, misiones y demás, capturada por los aliados fue catalogada como de alto secreto y no se puede consultar, hecho que no ha sido explicado jamás. Aunque, cuando todo estaba dado ya por perdido se dio orden de destruir la totalidad de los proyectos en curso. Aún así, se rumorea que todos los prototipos y planos de sumergibles que se hallaban en laboratorios secretos fueron embarcados en un submarino que zarpó de Kiel con destino desconocido.

Una vez acabada la guerra, los aliados descubrieron que faltaban unos 100 submarinos del tipo U-2 d (eran desmontables y sus piezas podían ser trasladadas por el U-10, al igual que el U-23, también desmontable), el número de submarinos que pensaban los aliados poseían los alemanes a los que restaron los hundidos, daba una cifra que descuadraba las cuentas, ciento veinte submarinos no aparecían por ningún lado, no constaban como hundidos ni como rendidos a autoridad alguna. Aunque los desmontables U-21 hubieran ido en el interior de otros, ciento veinte eran muchos.

A partir de 1945, han sido avistados en demasiadas ocasiones los que han sido denominados “submarinos fantasmas”. Esto también ha generado diversas conjeturas, como por ejemplo, que fueron usados para evacuar a los alemanes desaparecidos en extrañas circunstancias durante la guerra, que no murieron durante esta, pero que nunca aparecieron.

En el invierno de 1946 tuvo lugar un suceso muy extraño. Una flota estadounidense, bajo el mando del almirante Richard Byrd, comenzó los preparativos de una misión que les hizo arribar al Antártico en febrero de 1947. Oficialmente esta misión había sido organizada para probar equipos militares y tropas en condiciones de máxima dureza, aparentemente para destruir la “base 21” de nacionalidad alemana. Esta misión estaba compuesta por trece buques de superficie, dos lanza hidroplanos, un buque de comunicaciones, el submarino SENNET, y el portaaviones PHILLIPINE SEA, además de un total de 4.200 efectivos. Se tenía la intención de que estas maniobras duraran entre 6 y 8 meses. Sin embargo, el 3 de marzo de 1947 se dieron por finalizadas apresuradamente.

De esta operación solo trascendió a la opinión pública la desaparición de algunos aviones de combate y la baja de varios marines. Que se sepa, nunca se tuvo pública noticia de la existencia de un informe oficial. Aun cuando no debemos eludir la posibilidad de que todo esto se trate solo de un rumor, las únicas declaraciones al respecto se refirieron al entrenamiento de personal militar y pruebas de material en condiciones extremas. Se ha elucubrado incluso con la posibilidad de que fuerzas “misteriosas” repelieran la presencia americana en aquellos hielos. A ello contribuyeron unas declaraciones a la prensa del almirante Byrd en las que aseguraba que podría haber un conflicto bélico en el cual podrían participar unos potentes aviones capaces de volar de Polo a Polo, procedentes de zonas polares, por lo que era necesario vigilar muy de cerca la Antártida. ¿Qué vieron? ¿Por qué dijo eso si luego la misión se consideró secreta (más bien los resultados de la misma)?

Se intentó otra misión en el invierno antártico de 1958. Fueron llevadas armas potentísimas incluso nucleares; de hecho, hubo contaminación radioactiva (¿por qué se corrió ese riesgo, aparte de por ignorancia?). Se lanzaron misiles los días 27 y 30 de agosto y 9 de septiembre, pero no llegaron a tierra, o mejor dicho, al hielo, explotando en el aire. Un año después se dio una explicación un tanto ambigua, según la cual se trató de un experimento científico para comprobar los efectos del pulso electromagnético de las explosiones sobre las telecomunicaciones. Pero en el momento del “experimento” se desconocía si podía o no tener efecto. (Se comprobó ese mismo agosto en otro experimento nuclear. Un avión tuvo un accidente y se dieron cuenta de que tenía efectos, algo ignorado hasta ese momento).

Como se ha expuesto más arriba, la carencia de explicaciones oficiales públicas ha dado fundamento a curiosas suposiciones: una de ellas está inspirada en una extraña teoría al parecer muy apreciada en el entorno nazi, la de la Tierra Hueca. Según esta hipótesis, algunos estaban convencidos de que la Tierra podía estar vacía por dentro y, además con condiciones de habitabilidad, a la cual se accedería por aberturas en los polos. Así planteado, muchos consideran que los ovnis y los osnis son naves de los herederos nazis, y que se podría entrar por los polos al interior del planeta, lo que podría justificar las expediciones del vicealmirante Richard E. Byrd. Pero la literatura nos ha dejado unas cuantas obras de ficción, alguna de ellas anteriores a los nazis, inspiradoras quizás de tan extraordinarias teorías: “Tarzán en el centro de la Tierra” escrita por Edgar Rice Borroughs en 1929, “Viaje al Centro de la Tierra” escrita en 1864 por Julio Verne o “The Coming Race” escrita por lord Edward Bulwer-Lytton en 1871.


Actualmente, existen bases de diferentes países que se encuentran establecidas en las costas antárticas sin adentrarse demasiado, salvo una, en este territorio inhóspito, y hay cosas muy interesantes como la ausencia de mapas cartográficos detallados de determinadas zonas interiores del Polo Sur, además de los severos permisos para efectuar expediciones a esa zona totalmente desmilitarizada…

Verdad o Mentira. Hechos o Noticia. Leyenda o Historia. Fábula o Crónica. Imaginación o Certeza. Fantasía o Realidad… La mente humana es maravillosa.

© Coral González.

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Principal fuente consultada:

"El enigma nazi. El secreto esotérico del III Reich”. Autor: José Lesta. Editorial EDAF. 2003.