jueves, 5 de febrero de 2004

JUAN SEBASTIAN ELCANO

Los astilleros de la Sociedad Española de Construcción Naval (S.E.C.N.) fueron testigo de la botadura, el 18 de noviembre de 1926, del trasatlántico JUAN SEBASTIÁN ELCANO, un año después que su homónimo el buque-escuela de la Armada Española. Era el primero de una serie de tres, construidos para la flota de la Compañía Trasatlántica Española. Las pruebas de mar fueron realizadas el 24 de mayo de 1928 consiguiendo los 16,10 nudos, —la velocidad contratada era de 15 nudos a media carga— y su consumo fue de unas 83 toneladas de fuel-oil por singladura, entrando en servicio inmediatamente.

Fue un acontecimiento en España el hecho de que una compañía naval pudiera acceder a la construcción de tres grandes barcos de las características de estos, que fueron el ya citado JUAN SEBASTIÁN ELCANO, el MARQUÉS DE COMILLAS (ver ESCOBÉN en su nº IX, Julio 2003, portada) y el MAGALLANES. Se trataba de unos barcos de estilo clásico, con proa recta y popa de espejo separadas entre sí  por 145,13 metros de eslora. Tenían 9,79 m. de puntal y 17,14 m. de manga, completando un peso de 9.900 toneladas de registro bruto, con un desplazamiento máximo de 13.200 toneladas y 6.200 toneladas de peso muerto. Las mismas características para las tres unidades.
Se propulsaba gracias a dos grupos de turbinas Curtiss-Parsons que funcionaban con el vapor obtenido de cinco calderas alimentadas por fuel-oil que, con quince hornos, trabajaban a una presión máxima de 25,20 kilos por centímetro cuadrado.

Su castillo de color blanco alcanzaba los quince metros, con pescantes para las maniobras; el alcázar, de figura esbelta, disponía de una estructura parcialmente cerrada, y la toldilla, de considerable altura, estaba compuesta por varias superestructuras, así como dos palos y sendas chimeneas, confiriéndole a la nave una gran elegancia, que no se veía alterada por la gran cantidad de botes salvavidas con que contaba.

La diferencia entre los tres hermanos era prácticamente nula, y solo un gran conocedor de estos barcos podía hallar algún elemento distintivo de cada uno, de ese modo, al igual que los otros dos, el JUAN SEBASTIÁN ELCANO, también tenía seis cubiertas, nueve mamparos estancos y cuatro bodegas. Su interior era prácticamente igual al de su hermano, el MARQUÉS DE COMILLAS, y al igual que en este, la decoración del comedor principal recordaba las casas solariegas del norte español de los siglos XVII y XVIII; también contaba con un tapiz de brocado de seda con el escudo de Guetaria (patria chica del insigne navegante al que el barco debía su nombre) bordado con hilo de oro. Al salón de música se llegaba desde el hall a través de una gran escalera en cuyo rellano se podía admirar una escultura en bronce del marino guipuzcoano bajo un dosel, y en este, la representación de la vuelta al mundo y el conocido lema del escudo de Elcano “Primus circundedisti me”.


No está de más hacer referencia al salón de fumadores de primera clase, con parte alta y baja, en forma de patio cubierto con baldaquino de hierro forjado y cristales de colores, y una terraza abierta en popa, donde se podía tomar el café en días de buen tiempo. También para este buque se contrataron los  servicios de decoración de la empresa Lizárraga y Solís de Madrid.
Los tres trasatlánticos fueron clasificados como cruceros auxiliares, y el JUAN SEBASTIÁN ELCANO, al igual que sus hermanos, no portaba armamento de ningún tipo... hasta algún tiempo después.

Al ser incluido en la clasificación del Lloyd’s satisfacía todas las exigencias de seguridad del momento, por lo que, al igual que sus gemelos, contaba con estaciones radiotelegráficas, aparatos para señales submarinas y  radiogoniómetros.

El JUAN SEBATIÁN ELCANO alojaba 149 pasajeros en primera clase, 53 en segunda y 43 en tercera. 528 emigrantes viajaban en los sollados y entrepuentes donde se colocaban las literas para que pudiesen descansar.

El 7 de julio de 1928 fue el día elegido para iniciar su viaje inaugural. Se destinó a la línea Mediterráneo-La Habana-Nueva York, y en su primer viaje hizo escala en la isla canaria de La Palma, acontecimiento anunciado en el diario local El Tiempo en su edición del día 12, por el agente de la Trasatlántica, Juan Cabrera Martín, en el que confirmaba su llegada para el día 15 de julio, es decir, ocho días después de su salida del Mediterráneo.

Meses después, a causa de una reducción que se ve obligada a hacer la naviera, la línea pasa a ser Barcelona-Panamá, con escalas en Cádiz, Santa Cruz de Tenerife, San Juan de Puerto Rico, Santo Domingo, La Guaira, Puerto Cabello, Curaçao y Colombia. Pero una nueva crisis limitó el servicio a la línea Barcelona-Nueva York hasta el año 1933, con seis viajes anuales, alternándose los tres trasatlánticos y aumentando las escalas, añadiéndose a las ya citadas, Tarragona, Valencia, Alicante, Málaga y Santiago de Cuba.

En esta época, el JUAN SEBASTIÁN ELCANO no tuvo acontecimientos destacables, a excepción de un ciclón que le alcanzó en septiembre de 1934 en aguas de Puerto Rico. Aunque fue de gran magnitud,  gracias a la pericia de la tripulación, la fuerza del viento y la del agua no llegaron a causarle grandes daños.

En junio de ese mismo año, entre huelgas revolucionarias en Zaragoza, en protesta por los supuestos malos tratos infligidos a unos anarquistas terroristas, los choques entre los bandos socialistas y falangistas de estudiantes, paros de campesinos, hallazgos de arsenales de armas y municiones preparadas para golpes de efecto en las distintas huelgas y agresiones sangrientas entre marxistas y fascistas, la Subsecretaría de la Marina Civil, a requerimiento del Ministerio de Marina, pide a los armadores del JUAN SEBASTIÁN ELCANO, pongan dicho buque a disposición de la Administración, para ser usado como alojamiento de autoridades, periodistas y demás invitados del Gobierno en unas maniobras navales que tendrían lugar en esos momentos. El 9 de junio zarpó desde Valencia hacia Palma de Mallorca en cuyas aguas tuvieron lugar los ejercicios tácticos, y una vez terminados, las fuerzas navales que habían participado, desfilaron ante el trasatlántico. Luego, su capitán fue llamado al acorazado JAIME I donde el Presidente de la República, Alcalá Zamora, le felicitó por la actuación de su barco y de toda la tripulación. Más tarde, el navío —en compañía del citado acorazado— puso proa hacia Valencia, donde desembarcaron todos los pasajeros, y posteriormente se dirigió hacia Barcelona para iniciar un nuevo periplo en su línea americana.

El 18 de julio de 1936, cuando estalló la Guerra Civil en España, el JUAN SEBASTIÁN ELCANO se encontraba en Puerto Rico. De allí se hizo a la mar rumbo a Santo Domingo, La Guaira y Puerto Cabello; tras una nueva escala en San Juan arrumbó por fin a Barcelona, donde llegó el 15 de agosto encontrándose de frente con dicho conflicto armado. Hasta el mes de octubre fue utilizado como alojamiento de refugiados que llegaban a La Ciudad Condal, pero el Gobierno Republicano, ante la necesidad de barcos rápidos, lo requisó para el transporte de armas y municiones. El 15 de enero de 1937 inició una ruta insólita para él hasta ese momento, se trataba de Odessa, localidad ucraniana a orillas del Mar Negro. Allí cargó trigo, algodón y material de guerra, arribando a Barcelona el 20 de febrero. Sería el primero de tres viajes; en marzo volvió, esta vez para descargar en Valencia, y el 11 de julio, deja atrás España para ya no volver.


Aquel día de julio zarpó desde Cartagena con plomo y frutas en sus bodegas con destino nuevamente a Odessa, donde llegó el día 19. Tras descargar embarcó gran cantidad de material de guerra y cuando ya estaba dispuesto para regresar a la Península Ibérica, fue incautado por orden del Gobierno de la URSS. Sus bodegas fueron vaciadas y su tripulación bajada a tierra donde quedó concentrada. No fue el único, otros barcos españoles pasaron por el mismo proceso: CABO QUILATES, ISLA DE GRAN CANARIA, CIUDAD DE IBIZA, CABO SAN AGUSTÍN, CIUDAD DE TARRAGONA, INOCENCIO FIGAREDO y otros; de hecho, las autoridades soviéticas, utilizando los pretextos más extravagantes, de cada tres barcos españoles se quedaban con uno y dejaban marchar a los otros dos, probablemente porque, ante la inexorable marcha del Frente Nacional, ya estaban dando por perdido a un gran aliado, y antes de que España cayera en manos del enemigo fascista, los rusos consideraron aquel el momento oportuno para sacar el mayor beneficio que se pudiera esperar en tan difíciles momentos.
Las tripulaciones eran trasladadas a campos de concentración donde no eran considerados ni prisioneros de guerra, ni delincuentes, ni siquiera enemigos, solo permanecían allí sin saber de qué se les acusaba. Pasaron años, y sin haber sido juzgados nunca, fueron interrogados sobre su deseo de regresar a la España “fascista” de Franco o, por el contrario, de quedarse en la Unión Soviética. La mayoría de los tripulantes querían volver a sus casas, pero dado el desprecio que mostraban los rusos hacia España, temiendo cualquier tipo de represalia, pidieron ser llevados a otros países europeos o sudamericanos.

Los barcos incautados fueron incorporados a distintos servicios, algunos sirvieron en la Marina de Guerra, otros como liners, alguno se quedó como carguero y el que nos ocupa, el JUAN SEBASTIÁN ELCANO, fue rebautizado con el nombre de VOLGA y usado como transporte de guerra con base en Sebastopol, aunque alguna fuente afirma que lo habían reconvertido en buque-taller y estaba artillado con dos cañones y tres antiaéreos. También ejerció como buque-hospital con el nombre de ODESSA.

Nunca regresó a casa, siendo una gran pérdida para la Compañía Trasatlántica Española, que ya en aquellos convulsionados años de una Europa devastada por la Segunda Guerra Mundial, lo último que supo dicha Compañía del JUAN SEBASTIÁN ELCANO fue que, con el nombre de JAKUTIA, volvió a navegar como mercante, con sus dos chimeneas pero bajo pabellón soviético.


 © Coral y Ramiro González

4 comentarios:

la abuelita dijo...

Creo qe mi abuelo JOSÉ DE OYARBIDE BILBAO capitaneaba el Juan Sebastían Elcano en su último viaje al comenzar la guerra civil.
María Mercedes Oyarbide

Alberto Oyarbide dijo...

Caramba prima, un placer encontrate por aquí, donde he llegado indagando sobre los antepasados. ¿Quieres decir que el abuelo José de Oyarbide capitaneaba el barco en ese viaje en l que el barco es apresado en Rusia?

A ver si hablamos. Besos.
Alberto Oyarbide Seco.

la abuelita dijo...

Hola Alberto, este comentario lo hice en el 2011, y realmente él era el Sobrecargo del Trasatlántico del Juan Sebastián El Cano. Esta es la historia contada por nuestras primas mayores. Este barco realmente no sé desde donde partía, podría ser desde Buenos Aires??? no lo sé y llegó al Puerto de Barcelona y era zona republicana. Allí lo cogieron y acabó desguazado en Odessa.

Alberto Oyarbide dijo...

Hola, Mercedes. Ayer estuve indagando después sobre esto. Encontré un texto muy bueno de Echegaray, el autor de Capitanes de Cantabria. El barco venía de Puerto Rico.
Estoy en plena fiebre genealógica. Seguramente me sacas ventaja, pero si quieres "cambiar cromos"... mi correo es oyarbide@live.com
Espero que estés bien. Un beso.