miércoles, 1 de enero de 2003

Hasta siempre, Maria Alejandra

Dedicado a Luis Álvarez



Hoy es el día que aún sigue vivo en nuestra memoria el recuerdo de las costas gallegas impregnadas de fuel, y no es fácil olvidar acontecimientos similares sucedidos en otras partes del mundo, lejos o cerca, no importa. Setenta mil toneladas de fuel llevaba el PRESTIGE en sus tanques, a las que podemos sumar las treinta y siete mil de crudo del EXXON VALDEZ cuando provocó la catástrofe ecológica en Alaska en 1989 o las diez mil vertidas por el ERIKA frente a las costas francesas en 1999.


La indignación que provoca el deterioro del medio ambiente hace que, popularmente, todas las miradas se dirijan irremisiblemente a capitanes y tripulaciones quienes, en última instancia, para quienes juzgan los toros desde la barrera, son los verdaderos culpables por ineptitud, negligencia,...

Pero esas dotaciones están compuestas por seres humanos quienes, en ocasiones, pierden la vida en el ejercicio de la más cualificada profesionalidad, y entonces, nadie repara en ellos.

Podríamos así hablar del caso del MARÍA ALEJANDRA, un petrolero que se llevó consigo a la mayor parte de su tripulación, unos profesionales impotentes frente a lo que se les venía encima, o peor, a lo que se les abría bajo los pies, y que protagonizó uno de los episodios más importantes y dolorosos de la Marina Mercante española.

El superpetrolero MARÍA ALEJANDRA fue construido en los Astilleros Españoles S.A en la factoría que esta empresa tenía en Cádiz, de ahí que estuviese matriculado en dicho lugar, el más grande que saliera de aquellas gradas y el último, por cierto. Solo una ojeada a sus colosales medidas basta para entender que fue uno de los mayores tanques de la flota petrolera española. 122.599 toneladas de registro bruto, 92.900 toneladas de peso neto y 239.010 toneladas de peso muerto. Medía 328,51 m. de eslora, 51,06 m. de manga, 20,35 m. de calado y 26,18 m. de puntal. Su planta motriz estaba compuesta por un motor Burmeister and Wain que le imprimía una velocidad de 15,25 nudos a régimen normal. Lucía proa recta y popa de espejo lo que le daba una hermosa estampa marinera a pesar de ser un petrolero. Fue botado en agosto de 1975 como proyecto de otra Compañía, pero poco tiempo después esta empresa canceló el contrato.

Sería la novísima Mar Oil S.A, de nacionalidad española y capital privado, recién constituida, la que se haría cargo del nuevo buque, el cual realizó sus pruebas de mar el 10 de marzo de 1977 de un modo satisfactorio, siendo entregado a sus armadores un mes después, concretamente el 11 de abril. Comenzó de inmediato su labor como petrolero cubriendo la ruta hacia el Golfo Pérsico, donde llenaba sus tanques y regresaba atravesando el Cabo de Buena Esperanza, incluso bajo las peores tempestades.

El día 4 de marzo de 1980 el MARÍA ALEJANDRA llegó al puerto de Algeciras (Cádiz) donde, en la refinería de C.E.P.S.A. (Compañía Española de Petróleos, Sociedad Limitada) descargó el crudo que traía desde el Golfo Pérsico. En transcurso de este trabajo se detectaron anomalías de funcionamiento en el sistema de extracción de gases inertes. Aún así, el día 8 se hizo nuevamente a la mar en dirección a las Islas Canarias, navegando en lastre y sin haber reparado la avería. En la mañana del día 10 fondeó a una decena de millas del puerto de La Luz y de Las Palmas, Gran Canaria. Allí, y con la mediación de un helicóptero de servicio del puerto, embarcaron dos pasajeros británicos, Anthony J. Wilson, asesor de la Mar Oil y su enfermera-secretaria Ann C. Hutchinson junto a cinco miembros de la tripulación que finalizaban sus vacaciones, al tiempo que desembarcaban otros dos para iniciarlas después un año y medio de navegación, sus nombres son Luis Álvarez y Eduardo Ramos; en ese momento lo ignoraban pero este acto les salvaría la vida a estos últimos.

Algunas horas después el MARÍA ALEJANDRA arrumbaba hacia su destino, el Golfo Pérsico nuevamente, bajo el mando del capitán Alfredo Videa Ansoleaga.

Era martes, 11 de marzo de 1980. Era este un arduo día de trabajo en el superpetrolero, siempre es así cuando hay que limpiar los tanques. A mediodía y con mal tiempo el enorme MARÍA ALEJANDRA surcaba la costa mauritana cuando su dotación apenas hacía una hora que había comido.

Tras el almuerzo de la tripulación, unos se encaminaron a sustituir o apoyar a sus compañeros, otros se disponían a comenzar su tiempo de ocio y algunos aprovechaban para tomar una reparadora ducha y dormir su siesta. Serían las 13:30 horas cuando, de pronto, una gran explosión rompió la rutina disparando los cristales del puente en todas las direcciones y dejándoles aislados del mundo, pues con ella volaron las antenas y cualquier posibilidad, por tanto, de contactar con otros barcos. Pocos segundos después, una segunda explosión, más potente que la anterior, apagó las bombillas y encendió el fuego. Herido de muerte, el MARÍA ALEJANDRA comenzó a inclinarse de proa. Algo más tarde, y en medio de la confusión, la tercera y última detonación lo sentenció irremediablemente. Partido en dos, y solo algunos segundos después de los estallidos, se hundió la sección de popa donde se encontraba el puente, e inmediatamente, tras penosa agonía, siguió la proa.

Los tripulantes que sobrevivieron a las explosiones se vieron en el agua, peleando contra las olas para permanecer en la superficie, sin ni siquiera ser conscientes de lo que estaba ocurriendo, pero aún así sacaron fuerzas de flaqueza para nadar todo lo rápido que les permitía las circunstancias; trataban de alejarse lo más posible por temor a nuevas explosiones y la succión del barco durante su hundimiento, del cual, por lo ya relatado, no fueron testigos. Cada uno luchó para llegar hasta cualquier objeto que flotase, balsas, botes, bidones, plataformas, mobiliario... Todo ello entre un gran oleaje y fuerte viento que les empujaba hacia el fuego, aunque este era poco ya que el buque iba vacío y el crudo sobre el agua era escaso, aunque suficiente para que se les introdujera en los ojos y les impidiera la visión sin olvidar el espeso humo que los rodeaba.

En medio de aquel infierno, comenzaron a escucharse gritos que se hacían cada vez más angustiosos, los supervivientes empezaban a encontrase mal, no hacía mucho que habían comido y, de hecho, algunos de los que sobrevivieron a las detonaciones, según algunos testimonios, sucumbieron por cortes de digestión. Al cabo de media hora el fuego se extinguió. Se los llevaba la corriente en medio de una mar muy picada, y en esas condiciones debieron esperar alrededor de doce horas, hasta que de la noche empezaron a surgir los barcos que se acercaban a aquel punto localizado a unas 490 millas al sur del archipiélago canario y a unas 100 millas de Nuadhibu.

Los supervivientes que ocupaban una balsa, cinco en total, estuvieron haciendo señales con bengalas y linternas hasta que la salvación llegó en forma de chalecos salvavidas lanzadazos por sus salvadores. Con mucho esfuerzo pudieron ser izados a bordo mientras la mar rompía con toda su fuerza en los cascos de los buques que ya estaban allí, el OBO (1) SEQUOIA, el factoría de pesca senegalés L’INTERPECHE con su helicóptero (de gran ayuda en las tareas de salvamento), acompañado por cinco barcos pesqueros, el granelero liberiano TRENTWOOD, y el buque de prospecciones petrolíferas DISCOVER SEVEN SEAS sin olvidar el superpetrolero noruego THORSHAVET, el que pudo rescatar a los pasajeros de la balsa y poco después a uno más. Uno de los pesqueros logró rescatar a otro superviviente.

Precisamente fue el THORSHAVET el que, a las 23:23 horas, comunicó el siniestro a la estación de la radio costera de Las Palmas, pese a lo cual la comunicación del suceso llegó a las autoridades de la Marina de Las Palmas a las 00:55 horas.

Una vez a salvo, los náufragos descubrieron que sólo eran siete, el resto de sus compañeros se habían quedado en medio de la negritud de la mar. Dos de los rescatados estaban heridos y fueron evacuados a Noadhibu, desde donde salieron en un avión de Iberia hacia el aeropuerto de Gando en Gran Canaria donde llegaron a primera hora de la tarde del día 12. Tras el aterrizaje, fueron trasladados en ambulancia a la Casa del Marino, donde a José Sendón Sendón le fueron diagnosticadas lesiones en las conjuntivas, debidas al petróleo que le impregnó los ojos, y una herida leve en un pie. A Francisco Martínez Ortiz le trataron también de lesiones en las conjuntivas y una fractura en una mano de la que posteriormente sería intervenido quirúrgicamente. Ambos presentaban fuerte agotamiento. Ingresaron en la Clínica Santa Catalina de Las Palmas donde se recuperaron de sus lesiones.

El amanecer del día 12 de marzo trajo la luz sobre el negro destino del MARÍA ALEJANDRA en forma de diversos restos y, lo inevitable, los primeros cadáveres. La búsqueda de nuevos supervivientes cada vez era más desesperada, no había rastro de vivos, pero tampoco de muertos, solo se habían podido rescatar siete cadáveres.

El día 13 de marzo Pedro Vila, director general de Mar Oil S.A, junto a su gerente se trasladaron a Canarias para seguir de cerca la operación de rescate, así como la investigación que inevitablemente le seguiría, aunque sin muchas esperanzas de aclarar lo sucedido. La rapidez del accidente y la desaparición de la mayoría de las pruebas hacía casi imposible llegar a una conclusión satisfactoria que aclarase lo sucedido.

Con el convencimiento de que habían vivido una pesadilla y extenuados por el agotamiento, llegaron, el día 14 de marzo de 1980 en helicóptero desde el SEQUOIA, que no hizo escala, a la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria los otros cinco supervivientes, casi ilesos. Ellos y los dos heridos que ya habían llegado tenían algo más en común que el hecho de seguir vivos, todos estaban en la tercera cubierta del malogrado MARÍA ALEJANDRA en el momento de los hechos. Los cadáveres llegaron ese mismo día a la capital grancanaria a bordo del pesquero chipriota LUHESAND, que se había unido al operativo. Su bandera a media asta no dejaba lugar a dudas de la triste carga que portaba en sus frigoríficos. Los cuerpos fueron llevados en sombrío cortejo al Instituto Anatómico Forense para las dolorosas identificaciones.

La búsqueda sobre la zona del hundimiento fue infructuosa. Finalmente se dio por desaparecido al resto de la dotación. El balance no podía ser más desolador: siete fallecidos y veintinueve desaparecidos.

Cuarenta y tres eran las personas a bordo en el momento del siniestro: treinta y siete tripulantes, tres alumnos de Náutica, un familiar de uno de los marinos y los dos pasajeros: trece gallegos, doce canarios, doce andaluces, dos vascos y dos británicos, y lo único que se pudo hacer por aquellos que ya no volverían a casa, fue celebrar un funeral en la iglesia de La Concepción de la capital tinerfeña entre el dolor y el estupor de los que sí podían contarlo, de los cuales algunos de ellos considerarían muy seriamente no volver a navegar jamás. Algunas historias personales calaron hondo, aún más si cabe, cuando fueron conocidas, tal es el caso de Ángel Botejara, camarero vasco que pospuso su boda con la intención de ganar algo más de dinero y casarse a la vuelta del fatídico viaje, o la del mismo capitán que dejó huérfano a un bebé de apenas tres meses, último de ocho hermanos.

El luctuoso acontecimiento, ampliamente recogido por los medios de comunicación españoles, estremeció al país entero, y sus máximos representantes, los reyes de España don Juan Carlos y doña Sofía y el presidente del Gobierno, don Adolfo Suárez, enviaron sendos telegramas haciendo llegar sus condolencias a las familias. La prensa y medios de comunicación internacionales también se hicieron eco del accidente y la agencia de noticias ITN del Reino Unido se aventuró a decir que uno de los dos ingleses que iban a bordo era experto en prevención de incendios y explosiones. También aseguró que la causa podría haber sido un cortocircuito que hizo explotar los gases acumulados en los depósitos vacíos del petrolero.

Una vez verificados los entierros comenzó la burocracia. El MARÍA ALEJANDRA estaba asegurado en tres mil millones de pesetas en diversas aseguradoras. Una de ellas provocó ciertas complicaciones: mientras la mayoría de Compañías acordaron pagar las indemnizaciones correspondientes al siniestro una vez acabada la investigación el 14 de mayo del mismo año, la New Hampshire Company se negó a abonar lo que le correspondía, unos 700 millones de pesetas, aduciendo que el siniestro no estaba comprendido en la póliza. A este argumento le siguieron muchos otros ―el asunto se dilató en el tiempo―, y fueron muchos los que sospecharon que la agencia en cuestión no disponía de tal cantidad.

No obstante, en diciembre de 1980, la compañía Mar Oil ya había recibido 2.250 millones de pesetas en concepto de indemnización. Las co-aseguradoras cumplieron con sus porcentajes: Banco Vitalicio de España 27% (810 millones de pesetas); Compañía Bilbao 12% (360 millones de pesetas); La Unión y el Fénix español y Nacional Hispánica, 11% (330 millones de pesetas) cada una; Unión Iberoamericana 5% (150 millones de pesetas); Assicurazioni Generali, Plus Ultra y Unión Levantina 3% (90 millones) cada una. A esto se debería añadir New Hampshire Insurance con un 25% (750 millones de pesetas) pero se negó a pagar. A falta de esta cantidad los 2.250 millones de pesetas fueron transferidos al Banco de Crédito a la Construcción porque fue esta entidad la que concediera el crédito hipotecario para la adquisición del MARÍA ALEJANDRA.

El caso de New Hampshire Insurance fue denunciado inmediatamente ante los tribunales comenzando, no solo un penoso peregrinar por salas de juzgados, sino una incipiente y legítima preocupación por parte de los armadores en general, la inmensa mayoría se preguntaba si sus aseguradoras eran lo suficientemente serias como para hacer frente a un siniestro cualquiera.

Las causas del siniestro del MARÍA ALEJANDRA nunca estarán claras del todo. El informe pericial del Colegio de Oficiales de la Marina Mercante concluyó que el accidente se debió al lavado de los tanques sin haber eliminado los gases inertes (no olvidemos que se había detectado una avería en el sistema de extracción de estos gases). El fallecimiento del capitán y de la mayoría de los oficiales forzaba a trabajar sólo con hipótesis. Y así quedó. No es habitual publicar las causas de un siniestro lo que a veces impide tomar medidas para que no se repita.

El accidente del MARÍA ALEJANDRA, con solo tres años de servicio, se sumó en ese momento a otros terribles que se habían producido con pocos años de diferencia: el BERGE ISTRA, carguero noruego que desapareció el 28 de diciembre de 1975 cuando se dirigía a Japón, concretamente al puerto de Kimitsu, con treinta y dos tripulantes, sólo hubo dos supervivientes, ambos tinerfeños (Imeldo Barreto León y Epifanio Perdomo López), que fueron testigos de tres explosiones sucesivas y el posterior hundimiento; el BERGUE VANGA, también noruego, era un carguero que desapareció en el Atlántico Sur en noviembre de 1979; su tripulación estaba compuesta por cuarenta personas, e iba cargado con hierro. No hubo supervivientes y prácticamente no se conoce nada sobre el incidente; en ese mismo mes, en Estambul, un petrolero rumano, el INDEPENDENTA con 95.000 toneladas de crudo, explotó tras chocar con el carguero griego EVRIALY, y estuvo ardiendo durante varias semanas; murieron 40 marineros.

El MARÍA ALEJANDRA formó parte de un grupo de superpetroleros construidos a principios de la década de los setenta, y hermanos de grada, que tuvieron un trágico destino, entre los que cabe destacar el tristemente célebre AMOCO CÁDIZ que el 16 de Marzo de 1978 explotó al sur de las costas bretonas vertiendo 230.000 toneladas de fuel. Después le siguió el MARÍA ALEJANDRA. El 2 de Abril de 1980 le tocó el turno al MYCENE, al sur de la costa senegalesa. Le siguió el CASTILLO DE BELLVER en 1983 donde fallecieron tres tripulantes, explotando y hundiéndose en Sudáfrica con 252.000 toneladas de crudo y fuel. Más tarde, en 1991, sucumbiría el HAVEN tras estallar en Génova con 144.000 toneladas.

La relevancia del suceso del MARÍA ALEJANDRA ha tenido el suficiente calado para haber sido incluido como materia de estudio universitario; un ejemplo de ello es una asignatura troncal de segundo curso de la Licenciatura en Náutica y Transporte Marítimo de la Universidad de Cantabria, que en su tema 40, “Explosiones en buques petroleros españoles”, trata las consecuencias de algunos casos, entre los que se encuentra el del MARÍA ALEJANDRA.

No podemos finalizar esta semblanza sin dejar constancia del recuerdo a los tripulantes, protagonistas de aquella tragedia. Todos los periódicos de aquellos días publicaron la lista de supervivientes y fallecidos:

Los supervivientes fueron:



● Ignacio Boy Cutillas, segundo oficial de puente.

● Juan Antonio Núñez Vila, mozo de cubierta.

● Mauro Rodríguez Cubas, segundo oficial de máquinas.

● Cayetano García García, segundo oficial de máquinas.

● Francisco Martínez Ortiz, engrasador.

● José Iglesias Parcero, ayudante de cocina.

● José Ramón Sendón Sendón, ayudante de bombero.


Los cuerpos recuperados pertenecían a:



● José María Castro Tieles, marinero (La Coruña).

●Pedro Cantón Flandes, estudiante de Náutica (Melilla).

● José Hurtado Alba, cocinero, (Tenerife).

● Juan José Romaní Lestón, primer oficial (Vigo).

●Cecilio Cabrera Pérez, marinero (Tenerife).

● Severiano Rosado Mesa, marinero, 45 años (Icod el Alto, Tenerife).

● José García Montenegro, 46 años (Las Palmas de Gran Canaria).


Nunca fueron hallados:



● Alfredo Videa Asoleaga, capitán, 45 años (Bilbao, afincado en Canarias).

● Juan Román Lestón, Primer oficial de puente.

● Joaquín Santiago Lariño, tercer oficial de puente.

● José Salvador Santos García, estudiante de Náutica.

● Arístides Fernández Villaro, estudiante de Náutica.

● Juan Nieto Vargas, radiotelegrafista.

● Ramón Romero Tales, contramaestre.

● Nicanor Baeza Cañas, bombero.

● José Caamaño Rodríguez, marinero.

● Manuel Eiras Miguez, marinero.

● Manuel Valle Polanco, jefe de máquinas.

● Luis Cañadillas Estévez, primer oficial de máquinas, 28 años (La Laguna, Teneerife)..

● Juan Pedro Alonso Laguera, segundo oficial de máquinas, 26 años (Tenerife).

● Antonio Tabares Dorta, calderetero, 42 años (Arrecife de Lanzarote).

● Agustín Barla Piñeiro, mecánico.

● José Manuel Lorenzo Priego, electricista.

● Celestino Ceballos Betancourt, engrasador, 34 años (Santa Cruz de Tenerife).

● Evaristo Arias Portijo, engrasador.

● Álvaro Otero Otero, engrasador.

● Alfonso Gutiérrez Copado, limpiador.

● Félix Rodríguez Andino, limpiador.

● Higinio García Curbelo, cocinero, 26 años (Tenerife).

● Ángel Botejara Unda, camarero.

● Jaime Estévez Hernández, camarero, 33 años (Tenerife).

● D. Horacio Herrera Ramos, camarero, 53 años (Vallehermoso, La Gomera).

● Antonio Pinto Escalante, mecánico.

● María Dolores Falcón Escantero, esposa del jefe de máquinas.

● Anthony J. Wilson, asesor del armador.

● Anne C. Hutchison, secretaria.


Desde las páginas de este blog siempre tendremos encendida una luz en memoria de todos los hombres y mujeres de mar que nunca volvieron a casa. A ellos, a sus familiares y a cuanto sí pudieron volver, a todos, nuestro más cariñoso recuerdo.

Hasta siempre, MARÍA ALEJANDRA.

© Ramiro y Coral González

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(1) OBO: ore-bulk-oil carrier. Barco mercante adaptado para la carga tanto de minerales como de líquidos.

Principales fuentes consultadas:

Hemeroteca de la Universidad de La Laguna.

Diario “La Tarde” (Tenerife): 13.03.1980

Diario “El Día” (Tenerife): 15.03.1980

“5 grandes naufragios de la flota española” (capítulo segundo). Manuel Rodríguez Aguilar, Almena Ediciones, Madrid, 2004. ISBN 978-84-96170-17-9.

Foto del MARÍA ALEJANDRA: Jesús Gargallo – http://www.astilleroscadiz.buques.org/

17 comentarios:

Shehila dijo...

También Desapareció mi tío Don Jaime Estévez Hernández murió con 33 años de edad.Nacido en 1947 en Santa Cruz de Tenerife.Dicen q jamas se encontró su cuerpo pero siempre lo hemos buscado desde nuestros corazones si hubiera Alguien que sepa de su paradero contactar con shehila@msn.com
gracias con toda mi alma

Antonio dijo...

Tambien desapareció Joaquín Santiago Lariño, de 28 años, natural de Ventín, Muros de San Pedro, (La Coruña). Amigo inolvidable, extraordinario poeta, escritor y pintor. Ha dejado en sus familiares y amigos un recuerdo inolvidable. Si alguien le conociera o quisiera hacerme algún comentario sobre su vida o sobre su trágica muerte, contactar con ardarquitecto@terra.es.
Muchas gracias.

josiño dijo...

José Iglesias:
Soy uno de los supervivientes que tuvo la suerte de poder seguir con vida de aquel accidente. Sheila, tu tío que cargo ocupaba? Yo llevaba poco tiempo en el barco y creo que no conocía a todos, pero sí sé que todos aquellos que estaban en máquinas no tuvieron tiempo a saber lo que estaba ocurriendo. Entre ellos había un vecino, muy amigo mio; era electricista y se llamaba José Manuel. En paz descansan.

Antonio, a tí te digo lo mismo. Es posible que sabiendo la función que tenía abordo sepa algo sobre donde podía estar en aquel momento.

Un gran abrazo para todos los que os acordáis de vuestros familiares.

Si quereis hacerme alguna pregunta
podeis contactar conmigo en avideira85@gmail.com

sandra garcia dijo...

mi suegro se llamaba felix rodriguez andino era de naron nnca supimos nada de el se le dio por desaparecido si alguien me pudiera decir algo muchas gracias a todos y lo siento mucho gracias

ktn dijo...

Desaparecieron Manuel Valle, Jefe de maquinas que realizaba su ultima singladura porque tenia previsto trabajar en tierra, le acompañaba su esposa Mª Dolores Falcones Cantero. Manuel que tenia en su poder medalla y nominaciones de la cruz roja por salvamento en las playas en un primer momento de la tragedia pudo acceder a la balsa/bote, pero obcecado por intentar rescatar a su esposa se sumergio dos veces y a la tercera ya no salio. Esto es lo que recuerdo dijeron algunos supervivientes. Ruego a quien corresponda que se haga un estudio mas humano de las consecuencias de esta tragedia y no solo desde el punto de vista tecnico.
Saludos y honores para todas las familias que estoy seguro siguen llorando la perdida

josiño dijo...

Hola. Me llamo José Iglesias Parcero.
Me gustaría poder contactar con algún superviviente del "María Alejandra".Despues de tantos años se despierta en mí un interes por saber que es de cada uno de los que conseguimos salvarnos, posiblemente debido a que estoy enpezando a superar aquel trágico día.
Si alguno llegais a leer esto y tiene ganas de comunicarse conmigos aqui dejo mi correo: avideira85@gmail.com

natalia dijo...

hola soy natalia,hija de francisco martinez ortiz (uno de los supervivientes).en aquel barco tambien navegaba mi tio agustin barla y su hermano jose maria barla quienes por desgracia no tuvieron la misma suerte de sobrevivir.
animo josiño!!.
natypower12@hotmail.com

Lenka dijo...

Me llamo Leticia, soy de Gijón. Mi padre navegó en el María Alejandra durante varias campañas, casi siempre con mi madre como familiar acompañante. Hoy, que se cumple un aniversario más de la tragedia, no me queda más remedio que recordarlo. Los dos, mi padre y mi madre, tenían que embarcar en el María Alejandra, así estaba previsto. A última hora, no se sabe muy bien por qué razón, recibieron orden de embarcar en otro barco, el Vanesa, si no recuerdo mal. Mi padre iba de mal humor porque le gustaba mucho más el María Alejandra. En algún momento de los preparativos se cruzó con un compañero marino, un chico joven (no recuerdo su nombre, pero mi padre lo sabrá) que había olvidado su radiocassette la anterior campaña en el Vanesa, y que ahora debía embarcar en el M Alejandra. Mi padre le dijo: "anda, justo a mí se me ha olvidado el mío en el Alejandra! Yo te cuido el tuyo y tú el mío, ya nos los intercambiaremos!!"

El 11 de Marzo es el cumpleaños de mi madre. Cuando empezaron a llegar noticias nadie daba crédito a lo ocurrido. Mis padres conocían a casi todos los tripulantes del M Alejandra, habían navegado con muchos de ellos. Mi madre no paraba de llorar por todos ellos. En Gijón la familia casi se vuelve loca, porque todos daban por sentado que mis padres estaban en el M Alejandra, no había dado tiempo a explicar que los mandaban a otro barco. Durante algunas horas, mi familia dio a mis padres por muertos y hasta empezaron a plantearse qué iba a pasar conmigo, que por entonces tenía dos años y me había quedado con mis abuelos. Al descubrir que mis padres estaban a salvo toda la familia sintió un alivio enorme, pero jamás hemos olvidado el tremendo drama de las víctimas.

Mis padres vivieron para contarlo, por puro azar, yo les conservo a ambos y si mi hermano llegó a nacer fue también gracias a la mera suerte. En parte siempre me he sentido en deuda con el M Alejandra y en parte muy culpable porque la tragedia no nos golpeó a nosotros y sí a tantos que tampoco lo merecían.

Por cosas de la vida, mi padre coincidió años después navegando con uno de los hijos de Videa, el capitán fallecido en el desastre, y que pese a todo ha seguido los pasos profesionales de su padre.

No conocí a los tripulantes del María Alejandra por mi corta edad en aquel momento, pero mis padres les conocieron y les quisieron y nunca jamás les han olvidado. Todos ellos forman de algún modo parte de nuestra vida. En casa de mi madre aún hay fotos enmarcadas y recuerdos del María Alejandra. El tiempo que pasaron navegando en él conforma algunos de sus mejores recuerdos de juventud.

Gracias por esta entrada y por los comentarios. Si alguien quisiera ponerse en contacto, os dejo mi mail. Mi padre no es un superviviente del M Alejandra estrictamente hablando, pero conocía a muchas de aquellas personas y quizá pudiera aportar algún dato, no lo sé.
Mi recuerdo a los fallecidos y un abrazo enorme a los que sobrevivieron.

Lenka_alatriste@hotmail.com

richard dijo...

Hace años (1987),estuve navegando en Marpetrol,(filial de Mar-oil),tuve la suerte de conocer a uno de los supervivientes,y de oir de su propia boca lo que ocurrio a ojos suyos;(Jose Antonio Nuñez Vila)
La verdad,es que despues de lo que oi,pense que valor tiene este chaval a seguir navegando,despues de lo que pasaron,desde entonces,jamas he olvidado este triste naufragio,y como yo,creo que muchos,ya que los que hemos navegado,el que mas o el que menos hemos pasado algun susto.
Ante todo desde aqui,quiero expresar mi cariño y respeto hacia los familires y tripulantes que lograron sobrevivir,y me gustaria recomendaros un libro muy interesante,que narra este tragico naufragio.
Se llama: 5 Grandes naufragios de la flota española. de Manuel Rodriguez Aguilar.Interesantisimo libro de investigacion,que a mi parecer narra estos naufragios bastante detallados.
Un Fuerte Abrazo,y mucho animo,para todos.
Richard Beunza.

Mariño88 dijo...

En ese hundimiento murio un pariente que ,por lo que leo ,debio estar en “la zona cero” del problema . A lo largo de los años (30 ya) muchas veces estuvo en mi memoria , ya que el citado era una persona singular . Pero no conseguia acordarme del nombre del petrolero , o mas bien lo confundia con otro de nombre parecido de esa epoca. Hace poco , hablando con mis hermanos , se fijo el nombre y fecha del naufragio y Google me trajo hasta aquí . Articulo completo y profesional . Muchas gracias

Lenka dijo...

Vuelvo por aquí tanto tiempo después porque gracias a este blog me ha localizado otro superviviente y espero ponerle en contacto con mi padre.

Releyendo los comentarios he reparado en el de Ktn y me ha dado un escalofrío porque la primera vez que lo leí no conocía la historia de Manuel y su mujer, Mª Dolores, pero en el último aniversario de la tragedia volvimos a hablar del tema en casa (como siempre) y mi padre me contó precisamente esa historia del hombre que pudo salvarse pero volvió a por su mujer. Los dos perdieron la vida pero, aunque no sirva de consuelo para nadie, su historia ha corrido por todo el país en boca de quienes les conocieron y de otros que no llegaron a conocerles pero que les admiran y les tienen presentes igualmente.
Gracias a todos por vuestras historias.

josiño dijo...

soy maria esposa de jose iglesias parcero ,acabo de leer el comentario de lenka y reconozco esa conversacion del cassettte , que en realidad ,por lo que me contó mi marido,era una cadena musical que no pudo sacar del barco cuando desembarcó del Vanessa en Dubai.mi marido recuerda la anecdota que tu describes pero no situa ni el lugar ni la imagen de la persona.Entonces el tenia 23 años y todo le superó,e intentó superarlo sin ayuda psicológica(no existía en esos años).El nunca volvió a embarcarse .Tenemos familia en Gijón, si te apetece,avísanos y en algún viaje
que hagamos allí, nos vemos.

Un saludo :

María del Mar Cordón

Estaré pendiente de tu respuesta.
A mi marido le cuesta ponerse en contacto,pero eso no significa que no atienda o responda a cualquier pregunta

maite dijo...

Hola, soy Maite Videa hija de uno de los fallecidos ( el capitán Alfredo Videa). Me gustaría saber si alguno de los supervivientes sabe donde se encontraba mi padre en el momento de las explosiones. Me ha encantado leer vuestros comentarios

Lenka dijo...

Pero qué me dices, María del Mar?? Entonces tu marido era el dueño de aquel equipo de música que se quedó en el Vanessa??? Habría jurado que mi padre me contó que no había sobrevivido, no sé si es que se confundió de persona o si sencillamente dio por hecho que habría muerto en el Alejandra! Si no volvió a embarcar queda claro por qué nunca más coincidieron ni supieron el uno del otro.

Mi padre tenía entonces 28 años. No puedo creer que Josiño sea precisamente aquel chico del equipo de música. No sé si mi padre le reconocería después de tantos años, pero no te quepa duda de que le recuerda muchas veces. Y además tenéis familia aquí en Gijón... es increíble, sencillamente increíble. Y pensar que todos estos años dábamos a aquel chico por muerto... yo no os conozco de nada, pero no sabes, María, la alegría que me acabas de dar. Veo que entre los comentarios figura el mail de tu marido, así que prometo ponerme en contacto con vosotros si logro encontrar a mi padre, que desde que se jubiló se dedica a correr mundo por tierra y aire (por mar ya no, desde luego) y pasa la mitad del tiempo ilocalizable.

He vuelto a esta página gracias a Maite Videa, que leyó mis comentarios, me escribió y me hizo recordar este sitio. Supongo que se habrá puesto en contacto con vosotros, si no es así espero que lo haga.
Un abrazo a todos.

Unknown dijo...

Sé que no será el sitio más adecuado para lo que se me antoja escribir, pero me siento muy cercano a muchos de ustedes.
Me llamo Paco Heras, soy hijo de Juan Heras Durán, desaparecido en el Berge Istra, el 31 de Dic. de 1975.
No hay muchos sitios donde buscar información sobre la tragedia que vivimos en Canarias por aquel entonces.
Mi hermana tenía casi 5 años, yo tres y medio, y a mi hermano menor le faltaban aún 5 días para ver la luz.
En ese entonces,tanto la naviera como la aseguradora del barco llegaron, incluso, a amenazar a los dos supervivientes del barco para que no hablaran más de la cuenta. Estos dos señores, después de 37 años, parece que van dando algo de información sobre el hundimiento. Vivo muy cerca de uno de ellos y estoy a punto de conocerlo. Ha sido un tema tabú durante mucho tiempo...
Parece ser que se han desclasificado documentos sobre este barco, pero no encuentro información de a qué lugar debo dirigirme, imagino en Oslo o Londres.
Las casualidades de la vida hicieron que ese hermano que nació después, viva ahora en Oslo.
Aunque tengo el listado de los desaparecidos, no sé cómo ponerme en contacto con sus familiares, me gustaría darles ciertas informaciones. Si por estos foros, alguien tuviera algo, estaría muy agradecido.
Desde Tenerife mando un abrazo muy afectuoso para todos los supervivientes de esta tragedias y para las familias de tantos desaparecidos cuyas familias aún esperan...

Begoña dijo...

Hola a todos/as, mi nombre es Begoña y soy hija de uno de los dos tripulantes que tuvieron la suerte de coger vacaciones en el último momento, en concreto hablo de Eduardo Rosa, lalo como lo conocían (su apellido no era Ramos como se publica en el artículo, era Rosa).
Por ese entonces yo tenía 6 años y jamás había visto llorar a mi padre, como en aquellas circunstancias.Era un llanto desconsolado que para siempre se grabó en mi mente y en mi corazón.Aún recuerdo como oía atentamente la radio, sin poder encontrar consuelo, pues despedía a sus compañeros,sus amigos ,su familia...
Mi padre murió en 1991,por otras circunstancias,pero ese dolor siempre se lo llevó consigo.
Desde aquí mando un abrazo muy grande para los familiares de los que no sobrevivieron,un fuerte abrazo para todos los supervivientes que algún día formaron parte en la vida de mi padre y en general para todos los marineros que se juegan la vida a diario en el mar.

Unknown dijo...

Yo tengo aun un unico recuerdo de mi tio
● Antonio Tabares Dorta, calderetero, 42 años (Arrecife de Lanzarote).
Una foto de el. Por si la quereis para publicar en algun momento